Los sacerdotes que se resisten a bendecir a las parejas homosexuales incurren en una maldición, de atender las palabras del obispo auxiliar emérito de Münster, Dieter Geerlings, en un comunicado emitido en un servicio religioso en la comunidad queer en Münster.
«Los derechos humanos están en juego cuando se trata de la homofobia. Es necesario un cambio radical para que la maldición pueda finalmente convertirse en una bendición», dijo Geerlings, citando a la teóloga Hildegund Keul. Muchas personas queer, asegura, se sienten heridas por la forma en que la Iglesia las trata.
«La iglesia debe tener el coraje de volver a acoger a quienes ha ofendido y aún ofende», dijo Geerlings. Solo entonces podrá convertirse en signo de una visión humana del mundo y que no gire solo en torno a sí mismo.
Con respecto al debate que siguió a la campaña » #OutInChurch «, Geerlings criticó las normas de contratación eclesiásticas que desaconsejan fichar empleados abiertamente homosexuales, pontificando que la ley debe regular las condiciones laborales, no la vida de la gente. Cuando más de 120 empleados LGTBI salieron del armario en la iglesia, Geerlings confiesa que se sintió «muy conmovido por cómo estas personas, también de nuestra diócesis, ‘se expusieron al fuego de la discriminación en la iglesia'». La valentía de estas personas también lo animó a trabajar por un cambio legal integral. Todas las reglas que discriminan las orientaciones y formas de vida homosexuales deben eliminarse de la ley laboral de la iglesia.
Geerlings subrayó que había aprendido mucho a través de su contacto con la comunidad queer. La realidad de Dios sucede en el hombre. “Y debemos aprender en la Iglesia que no se trata de elegir entre una cosa u otra, sino acoger ambas, y que nuestra comunión eclesiástica debe alinearse con esa diversidad”, dijo el obispo auxiliar.