Y el fin del celibato clerical obligatorio y la bendición de parejas homosexuales, el ‘pack’ completo de las reformas. Así lo ha declarado el ordinario de Osnabrück y vicepresidente del episcopado alemán, Franz-Josef Bode.
“Como en una espiral, nos estamos acercando lenta pero seguramente a la meta”, explicó Bode en declaraciones a una publicación protestante alemana. “Así lo demuestran los cambios de los últimos cincuenta años”.
La estrategia, explica Bode, es evitar la confrontación directa. Esa sería la lección que nos han ofrecido enormes cambios que vemos en la Iglesia y que han llegado gradualmente. Lo importante es no levantar la liebre, no “exigir las cosas con el puño en alto”, algo con lo que solo se genera una oposición cerrada. “Además, esa no es mi mentalidad”, añade el obispo. “No soy un revolucionario”.
Quizá no, pero sus objetivos sí lo son: ordenación de mujeres, abolición del celibato obligatorio para los sacerdotes, ‘reconsideración’ de la concepción católica del sexo, bendición a las parejas homosexuales: todo lo que hace, en fin, del ‘camino sinodal’ emprendido por el episcopado alemán un riesgo de cisma y lo que muchos católicos progresistas esperaban del Sínodo de la Amazonia.
Es decir, que el obispo no espera necesariamente tener todos esos objetivos alcanzados para la primavera del 2023, cuando está previsto que termine oficialmente el proceso. Le bastaría con conseguir la licitud de la bendición de parejas del mismo sexo, y que las mujeres tengan una mayor participación litúrgica, oficiando, al menos, bautizos y bodas. Lo demás llegará por añadidura.
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