Avvenire destaca las palabras de Sosa

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El órgano de los obispos italianos convierten las palabras de Sosa en un debate

Las declaraciones de Arturo Sosa, superior de los jesuitas, negando que el diablo sea un ente personal y relegándolo a ‘símbolo’ del mal, han puesto en un brete a los ‘oficialistas’.
No es que un jesuita disidente de la doctrina sea noticia; es ya casi lo esperable, incluso si se trata de su ‘general’. Más aún en un pontificado encabezado por un jesuita y que ha rehabilitado prácticamente en bloque a todos los teólogos disidentes disciplinados por sus dos predecesores.
No, el problema no es tanto que las palabras de Sosa contradigan el Depósito de la Revelación, sino que vayan contra las declaraciones reiteradas en tantas ocasiones por Su Santidad en sentido contrario. ¿Qué puede hacer en un caso así, digamos, el órgano oficial de una conferencia episcopal? Dar por buenas las palabras de Sosa es contradecir al Santo Padre del modo más directo y obvio; por otra parte, censurarlas tiene sus propios riesgos: Francisco y ‘su’ superior en la orden se llevan a partir un piñón, por no hablar de que acentuar el punto doctrinal es poner un énfasis en la doctrina que el propio pontífice considera insano, hacer de la Verdad un ídolo.
Ese organismo invertebrado que es Avvenire, el órgano de la Conferencia Episcopal Italiana, ha tirado por la calle de en medio, un ni contigo ni sin ti, presentando la cuestión como una ‘polémica’, materia de sano debate. El diablo, ¿símbolo o persona? La última polémica, es el titular de Avvenire sobre el asunto. Por lo visto, se trata de una ‘quaestio disputata’ para los obispos italianos.
Por lo demás, Avvenire intenta ser lo más aséptico posible, recogiendo las palabras de Sosa y la contundente respuesta de la Asociación Internacional de Exorcistas, con un significativo añadido: quién sabe lo que de verdad dijo Sosa en la entrevista con Tempi. Ya saben, un poco como cuando el propio Sosa quiso relativizar las palabras de Nuestro Señor recordándonos que en la época de Jesús no existían grabadoras, por lo visto una categoría probatoria que el jesuita necesita para estar seguro de la Escritura. Desgraciadamente para Avvenire, hoy sí existen.