Gil Tamayo reivindica la autonomía del laicado: «No te tiene que decir el Obispo a quién votar»

Gil Tamayo reivindica la autonomía del laicado: «No te tiene que decir el Obispo a quién votar»

El Secretario General de la Conferencia Episcopal, Jose María Gil-Tamayo, pronunció una conferencia ayer por la tarde con el título ‘Una Iglesia en salida, apuntes para una nueva etapa evangelizadora en España’. Unos minutos antes de las 20.00, el Portavoz de la CEE entraba en la Parroquia de la Concepción, en la madrileña calle Goya, para pronunciar una conferencia en su Aula Juan Pablo II. Varios escoltas con dos coches oficiales en la puerta delataban la presencia de Jorge Fernández-Díaz, el piadosísimo ministro del interior del ultra-abortista gobierno del Partido Popular. En un encuentro casual entre ambos, Fernández-Díaz saludó con mucha efusividad al Secretario General, que correspondió a la amabilidad del ministro y ambos entablaron un diálogo de poco más de dos minutos. Después Fernández-Díaz y la mujer que le acompañaba recogieron a sus seis escoltas y se marcharon en dos coches oficiales que habían parado en doble fila en la Calle Goya. Poco más tarde de las 8 de la tarde dio comienzo la conferencia. Silverio Nieto, responsable del Servicio Jurídico Civil de la Conferencia Episcopal, y sacerdote de la misma parroquia, presentó al ponente como «uno de mis muchos jefes». Se congratuló de que «un extremeño presente a otro extremeño» para hacer una breve reseña biográfica de Gil-Tamayo, remarcando sus años en Zalamea de la Serena, su pueblo natal, y concluyendo con un laudatorio análisis de sus años como Secretario General de la CEE, tiempo del que destacó tres frases: «Que la Iglesia no esté encerrada», «La Iglesia no es un partido ni una ONG» y «La Iglesia Real es la de los pueblos, la que está con los pobres». Correspondió Gil-Tamayo a Silverio su amable presentación, agradeciendo su servicio a la Iglesia y reconociendo que en la Conferencia Episcopal «poco podría hacerse sin gente, muchos, como Silverio Nieto, extraordinariamente eficaz». Reconoció que «se echa de menos la tarea pastoral cuando se está entre papeles» y manifestó su intención de «abrir el corazón a preocupaciones pastorales a la luz de Evangelii Gaudium» a modo de «testimonio personal». Para Gil-Tamayo, Francisco es «el tercer movimiento de la gran sinfonía de los últimos papas para la Evangelización». Pablo VI con Evangelii Nuntiandi nos descubre que «la Iglesia existe para evangelizar», y que «esa acción ha de ser transversal». Se preguntaba el ponente, quién sabe si pensando en 13Tv y Cope, si «lo que hacemos, iniciativa, medios, etc… si evangelizan o no». Señala que la tarea debe ser la de «llevar el Evangelio a los hombres, sin añoranzas estériles de tiempos pasados». Es el mandato de Cristo al final del Evangelio de San Mateo: «Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.» A continuación Gil-Tamayo alabó a San Juan Pablo II, que «recorrió el mundo evanglizando» y a Benedicto XVI, que hizo la «llamada a la Nueva Evangelización». Cuenta una anécdota del Papa Francisco, en una de sus visitas a la Curia, en la Congregación para la Doctrina de la Fe, preguntó: «¿Aquí tienen una ficha mía?» a lo que el funcionario respondió «No, lo hemos llevado ya a Causas de los Santos». Hablando de anécdotas, contó que el Cardenal Ortega acaba de estar en Madrid, donde le ha entregado el papel manuscrito que ya contó INFOVATICANA en el perfil del Cardenal Ortega: Puede que el cónclave en el que fue elegido el Papa Francisco fuera tan breve debido, entre otras cosas, al impacto que tuvieron las palabras que pronunció Jorge Bergoglio en las congregaciones generales preparatorias de los cardenales. El cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana, con el permiso del Papa, reveló los apuntes de esa intervención, que como él mismo explicó, me pareció magistral, esclarecedora, comprometedora y cierta. En dicha intervención, el cardenal Bergoglio consideraba que el próximo Papa debía ser un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de ‘la dulce y confortadora alegría de la evangelizar’. El arzobispo de La Habana reveló que, tras su intervención en la congregación general de cardenales, le preguntó al cardenal si tenía un texto escrito, pues deseaba conservarlo, lo cual este negó. A la mañana siguiente, con delicadeza extrema Bergoglio le entregó el texto de laintervención escrita de su puño y letra, tal y como él la recordaba. Gil Tamayo leyó el apunte del entonces Cardenal Bergoglio, «el prefacio de Evangelii Gaudium». Señala que la sinfonía de la Iglesia es de continuidad, y no de tesis/antítesis/síntesis. Recuerda Gil-Tamayo, citando Evangelii Gaudium («la partitura de la sinfonía»), que cuando la Iglesia no está en salida se hace autorreferencial y se enferma. «Hay que salir a buscar a los que se han ido, sin olvidar a los que ya están», en dos dimensiones inseparables, las de ser misioneros y discípulos. Señala aquí que hay que trabajar en una comunicación institucional que rompa la diferencia la diferencia entre una Iglesia mediática y la Iglesia real, entre la Iglesia de las páginas de sucesos y «la Iglesia que acompaña a la gente sola y no deriva a nadie». Una Iglesia que haga lío, de calle y no de sacristía, fructifica, concluye: «no como la higuera maldita por Jesús». Tras ironizar sobre el salto de Forcades a la arena política, recuerda que son los laicos los que deben ocupar ese papel en la Iglesia, y no el clero ni la vida religiosa: No te tiene que decir el obispo a qué tienes que votar, no te tiene que decir el obispo como te tienes que ordenar, esto tiene que salir de tu formación, de tus convicciones, de tu coherencia cristiana». Reivindica Gil Tamayo la autonomía del laicado, al que anima al apostolado. Gil Tamayo resume para terminar la conferencia, a modo de síntesis, la acción de la Iglesia en tres dimensiones, la evangelizadora, la celebrativa y la caritativa, y termina prafraseando al Papa Francisco: «Recen por mi».

Ayuda a Infovaticana a seguir informando