Jaime Lucas Ortega y Alamino era un Cardenal y Arzobispo de La Habana.
Puede que el cónclave en el que fue elegido el Papa Francisco fuera tan breve debido, entre otras cosas, al impacto que tuvieron las palabras que pronunció Jorge Bergoglio en las congregaciones generales preparatorias de los cardenales. El cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana, con el permiso del Papa, reveló los apuntes de esa intervención, que como él mismo explicó, “me pareció magistral, esclarecedora, comprometedora y cierta”.
La anécdota con el Papa Francisco
En dicha intervención, el cardenal Bergoglio consideraba que el próximo Papa debía ser “un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de ‘la dulce y confortadora alegría de la evangelizar’”.
El arzobispo de La Habana reveló que, tras su intervención en la congregación general de cardenales, le preguntó al cardenal si tenía un texto escrito, pues deseaba conservarlo, lo cual este negó. A la mañana siguiente, “con delicadeza extrema” Bergoglio le entregó el texto de la “intervención escrita de su puño y letra, tal y como él la recordaba”.
El protagonista de esta historia con el entonces cardenal Bergoglio, Jaime Lucas Ortega y Alamino, nació en Jagüey Grande en 1936. Su padre fue trabajador de la fábrica de azúcar cerca de la aldea donde nació, y posteriormente, tendero. Obtuvo un diploma en artes y ciencias en 1955 y después de un año en la universidad, entró en el seminario diocesano de San Alberto Magno, dirigido por los Padres de la Misión Extranjera de Quebec.
La formación de Jaime Lucas Ortega y Alamino
Después de cuatro años de estudio de humanidades y filosofía, el obispo lo envió a estudiar teología al seminario de la Misión Extranjera en Quebec, Canadá. Regresó a Cuba y fue ordenado sacerdote el 2 de agosto de 1964, en la Catedral de Matanzas. Su ministerio como Vicario Coadjutor de Cárdenas fue interrumpida en 1966, cuando fue detenido y encarcelado. Al salir de la cárcel en 1967 fue nombrado párroco.
Al igual que todos los párrocos en Cuba durante este período, cuando los sacerdotes eran pocos y distantes entre sí, estuvo a cargo de varias parroquias e iglesias. En 1969 fue nombrado párroco de la Catedral de Matanzas, responsable de la parroquia de Pueblo Nuevo en la ciudad y otras dos iglesias fuera de ella.
El 4 de diciembre de 1978, Juan Pablo II lo nombró Obispo de Pinar del Río. Tres años de trabajo pastoral en una diócesis profundamente religiosa, con un laicado muy comprometido y participativo dejaron una marca inolvidable en el alma del obispo que fue promovido a la Arquidiócesis de La Habana como arzobispo el 20 de noviembre de 1981.
El 27 de diciembre tomó posesión de esta nueva Sede. La principal preocupación del Arzobispo han sido siempre las vocaciones al sacerdocio. En el curso de su misión episcopal, monseñor Ortega ordenó 22 sacerdotes cubanos, un número modesto pero significativo en un país donde siempre la acción pastoral de la Iglesia se ha visto obstaculizada.
Creado Cardenal en 1994
Gracias a sus homilías, el boletín mensual y otros discursos y mensajes, se dio a conocer a la gente de su arquidiócesis que escuchaban sus opiniones y siguió a su guía a pesar de que la Iglesia en Cuba no tiene acceso a los medios de comunicación.
Fue creado y proclamado Cardenal por Juan Pablo II en el consistorio del 26 de noviembre de 1994, con el título de “Ss. Priscila e Aquila”. En la Curia es miembro de la Congregación para el Clero y de la Pontificia Comisión para América Latina.
El cardenal Ortega y Alamino falleció el pasado 26 de julio de 2019 a la edad de 82 años, a consecuencia de un cáncer de hígado.