
El pasado día 28 recogía así ABC unas declaraciones de Alfonso Guerra:
«Venezuela está sufriendo una dictadura, además incompetente» porque a diferencia de algunas dictaduras «eficaces» en el terreno económico, la de Venezuela «no sirve para nada», Guerra ha comparado al actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, con el dictador chileno, Augusto Pinochet, y ha dicho: «Al menos en Chile la economía no se cayó». «Venezuela está sufriendo una dictadura, además incompetente, porque todo el mundo sabe que las dictaduras liquidan la libertad de los pueblos pero, al menos, tienen eficacia en el terreno económico»[1]
Tiene mucha razón. Pero parece que esa caída de la economía venezolana fuera algo que lamentablemente ha llovido del cielo: “la economía se cayó”. Pero no, Chávez y Maduro la han tirado al suelo intencionalmente. Con leyes y decisiones injustas, malvadas, nefastas. Con el robo institucional desde el Estado. Todo ello durante años y por motivaciones políticas.
Venezuela es una dictadura socialista. Con medidas socialistas en economía han destruido su economía y han llevado al país al hambre, la miseria, la enfermedad, la muerte y el éxodo masivo.
Chavez y Maduro creyeron que la economía socialista funciona. Buscaron ganar votos expropiando, dando subsidios, fijando precios, despreciando a quienes crean riqueza.
Estas son algunas de las expropiaciones y confiscaciones llevadas a cabo:
Banco de Venezuela (filial del español Santander), Cantv (telecomunicaciones), La Electricidad de Caracas, empresas cementeras, Sidor (siderúrgica), la mina de oro “Las Cristinas” y las plantas procesadoras de arroz de la empresa estadounidense Cargill, entre otras.
Y las que eran propiedad de venezolanos, a las que nunca se les pagó, como por ejemplo Sidetur, Agroisleña o el Sambil (un megacentro comercial en Caracas), así como miles de hectáreas de tierras de productores agrícolas, lo que en la práctica constituyeron confiscaciones. Este fue, por cierto, el punto de inflexión de la debacle del sector agroindustrial venezolano y de la severa carestía de alimentos que la población sufre desde hace años.[2]
Otra medida nefasta fue la ley orgánica de precios y ganancias justas
El sistema de precios en el país ha desaparecido y esa ley lo único que ha promovido ha sido el desabastecimiento, el cierre de empresas, y la ruina de los pequeños y medianos comercios. Cuando pones precios máximos, la oferta desaparece. ¿Quién querría producir a base de ir quemando sus ahorros? Y en caso de hacerlo, ¿cuánto tiempo podría aguantar?
La escasez en Venezuela ha generado una enorme crisis humanitaria. Esta situación se da en productos con precios regulados como alimentos (leche, diversos tipos de carne, pollo, café, arroz, aceite, harina pre-cocida, mantequilla, entre otros), productos de primera necesidad (papel higiénico, aseo personal), medicinas (para tratar el cáncer entre otros), etc.
Cuando la economía se destruye, los empresarios quiebran, o se van. Y al final se acaban yendo todos.
En 2018, Roberto Orta, presidente de la Cámara Inmobiliaria Metropolitana, afirmaba que las viviendas en Venezuela cuestan entre 70% y 80% menos que hace cinco años. ¿Se imaginan esto en España?
Las pensiones públicas venezolanas llevan retrocediendo en su poder adquisitivo desde el inicio de la crisis, pues los aumentos de las pensiones siempre han sido inferiores a la inflación. En 2016 se pierde 40 % de poder adquisitivo[3]. No sé cuánto habrán perdido en 2017 y 2018 con la tremenda inflación que sufre el país.
Intervenir los precios en el mercado es radicalmente injusto. Es ir contra la dignidad y la libertad de las personas. Roberto Cachanosky, economista argentino y columnista en diarios de ese país, explicaba así como el mercado somos todos.
El mercado no es un lugar físico en que un señor gordo, con una cadena de oro colgando de su bolsillo y un gran habano maneja toda la economía. Eso es para las historietas… El mercado no es un lugar físico, es un proceso. Un proceso para descubrir cómo asignar eficientemente los escasos recursos productivos para satisfacer la mayor cantidad de necesidades de la gente.
[Es necesario] saber cómo valora la gente cada bien de la economía y en ese momento, porque la gente va cambiando el valor que le otorga a los bienes a medida que va consumiendo… El valor que le otorgan a los bienes depende de las circunstancias.
Esto es lo que ocurre con la economía todos los días… Cuando una persona compra un bien o se abstiene de comprarlo está diciendo cómo valora ese bien. El conjunto de las valoraciones, decisiones de comprar o no comprar, que no es otra cosa que decidir si valoro más el dinero que tengo o el bien que podría comprar, es el que determina los precios del mercado y está en la habilidad del empresario descubrir dónde hay una necesidad insatisfecha para el consumidor… [El consumidor] decide qué se produce, en qué calidades se produce, cuánto se produce, a qué precios se vende.
…ese proceso lo hace la gente común. Millones de personas que van fijando los precios al comprar o dejar de comprar… Eso es el mercado.[4]
Por esto, todos los doctores de la Escuela de Salamanca miraban la regulación del precio por parte del Estado con la mayor desaprobación. Por ejemplo, Martín de Azpilcueta, se opone a la regulación del precio, porque era innecesaria cuando había abundancia y dañina cuando había escasez.
El mercado son las personas y su libertad en ejercicio. Chavez y Maduro hace años que lo hicieron añicos. Por eso han hecho añicos a los venezolanos.
Miguel Ángel Sanz
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[1] https://www.abc.es/espana/abci-alfonso-guerra-compara-dictaduro-maduro-pinochet-menos-chile-economia-no-cayo-201901281355_noticia.html
[2] https://alnavio.com/noticia/14139/actualidad/7-medidas-economicas-de-hugo-chavez-que-destruyeron-a-venezuela.html
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_en_Venezuela
[4] Roberto Cacahnosky, ¿Qué creerá Kicillof que es el mercado?, La Nación, 28 de noviembre de 2014
http://www.lanacion.com.ar/1747407-que-creera-kicillof-que-es-el-mercado
