No se trata de posicionarse con o contra el cardenal Walter Kasper en la cuestión de los divorciados vueltos a casar. La cuestión es: ¿Contra qué está Kasper? Su Eminencia propone un “cambio de paradigma” (son palabras de él) en varias cuestiones, por lo que reconoce estar contra el paradigma actual de la Iglesia Católica. El teólogo Alemán osa asemejarse a Jesús en el sermón de la Montaña: “Se os dijo… Pero yo os digo…”.
1. Kasper está contra el Catecismo de la Iglesia Católica que dice:
“Para responder a esta invitación [a recibir la Comunión], debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. San Pablo exhorta a un examen de conciencia: «Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo» (1 Co 11,27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar” (1385).
Dice Kasper: “Algunos sostienen que precisamente la no participación a la comunión es un signo de la sacralidad del sacramento”. “Algunos” no, Eminencia, el Catecismo de la Iglesia Católica. Sea claro y diga contra qué está: contra el Catecismo.
Para el cardenal, el que está en situación de pecado mortal público, y pide la comunión sin confesarse ni enmendarse, es una “persona que sufre y pide ayuda”. Kasper cree que la Iglesia, cuando le niega la comunión, hace “una instrumentalización de la persona que sufre y pide ayuda” porque “hacemos de ella un signo y una advertencia para los otros”. Es decir, que la Iglesia Católica, cuando niega la comunión a los divorciados vueltos a casar, los está usando como un objeto para dar lecciones de moral.
Me pregunto: ¿no está usando el cardenal Kasper a los divorciados vueltos a casar como un objeto para dar lecciones de su nueva concepción del pecado, del matrimonio, de la confesión y de la comunión, un objeto arrojado contra la Iglesia Católica, para castigarla por lo mala y retrógrada que es al no concederles la comunión? ¿A Kasper le importa el niño que “sufre y pide ayuda” porque sus padres se han divorciado? ¿A Kasper le importa la esposa que “sufre y pide ayuda” porque su esposo se ha divorciado y se ha ido con otra?
Cuando el divorciado vuelto a casar “sufre y pide ayuda”, la Iglesia Católica le responde como a un adulto, diciéndole la verdad, esa que nos ayudará haciéndonos libres: “Hiciste una promesa ante Dios de respetar a tu cónyuge hasta que la muerte os separe. Has ofendido gravemente a Dios al permanecer infiel a ese compromiso. Si no te sientes con fuerzas para hacer un cambio de vida, al menos reza, acude a Misa, haz penitencia, pero no puedes recibir la Comunión porque no estás en comunión con Cristo ni con su Iglesia. Sería mentirte, mentir a Dios y mentir a la Iglesia”. Los cristianos humildes dan las gracias cuando se les dice la verdad, y transitan con espíritu de penitencia este camino de acercamiento a Dios. Reconocen que el error no está en la Iglesia, sino en su propia conducta.
2. Kasper está contra Jesucristo, que dice: “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
Estas son las cinco condiciones del cardenal para poder dar la comunión a un divorciado vuelto a casar: “1. si se arrepiente de su fracaso en el primer matrimonio, 2. si ha aclarado las obligaciones del primer matrimonio y si ha excluido de manera definitiva volver atrás, 3. si no puede abandonar sin otras culpas los compromisos asumidos con el nuevo matrimonio civil, 4. si se esfuerza en vivir al máximo de sus posibilidades el segundo matrimonio a partir de la fe y educar a sus hijos en la fe, 5. si desea los sacramentos como fuente de fuerza en su situación”.
Es decir, Kasper dice que Dios puede bendecir con el sacramento de la reconciliación y con el de la comunión un “matrimonio” que ha separado lo que Él ha unido. Kasper dice lo contrario de Jesucristo.
3. Respondo a Kasper con aglunas preguntas:
“Cuando los hijos de los divorciados vueltos a casar no ven a sus padres acercarse a los sacramentos, normalmente tampoco ellos encuentran el camino hacia la confesión y la comunión”. ¿De qué estudio sociológico saca ese “normalmente”? ¿No será al contrario, que si los padres comulgan a pesar de estar divorciados y vueltos a casar, los hijos no “encontrarán el camino” para entender en qué consiste el pecado, la confesión, la comunión y el matrimonio?
“¿No tendremos en cuenta que perderemos también a la próxima generación y, tal vez, también a la siguiente?” ¿El fin de la Iglesia Católica es conservar el cristianismo sociológico? ¿Lo que importa es el número? ¿El fin justifica los medios? ¿No ha sido la laxitud de muchos obispos/sacerdotes/consagrados lo que ha hecho perder a la Iglesia Católica muchísimos fieles? ¿No son los obispos/sacerdotes/consagrados más fieles al Magisterio los que tienen mayor número de católicos en sus diócesis?
“¿Nuestra praxis consumada, no demuestra ser contraproducente?” No. Lo que es contraproducente es el progresismo. Y si no que se lo digan a nuestros hermanos separados liberales, de qué les ha valido el relajamiento de las costumbres.