Jesús y los extraterrestres

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Por Thomas G. Weinandy

Recientemente, mi buen amigo Fran Maier publicó una columna (aquí), sobre la posible existencia de extraterrestres. Señalaba que la fe cristiana no excluye la existencia de vida inteligente en otros lugares del universo, y que los militares han visto y rastreado OVNIs o FANIs (Fenómenos Atmosféricos No Identificados). Y Fran testificó que él mismo ha visto ovnis. Yo mismo soy escéptico sobre la existencia de seres inteligentes extraterrestres. Curiosamente, aunque muchos han sido testigos de sus «vehículos», nadie creíble, que yo sepa, ha visto realmente un ser extraterrestre.

Lo que me preocupa no es tanto la existencia de vida inteligente extraterrestre, sino más bien -si es que existen- las implicaciones de su existencia en relación con Jesús. Como cristianos, cuando hablamos de la posibilidad de vida inteligente en otros lugares del universo, debemos tener en cuenta a Jesús. ¿Por qué?

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En primer lugar, los seres humanos fueron creados a imagen y semejanza de Dios, y por tanto a imagen y semejanza del Hijo, pues Él es la imagen perfecta de su Padre. Ser creados a imagen y semejanza del Hijo no sólo significa que los seres humanos poseemos inteligencia -la capacidad de conocer la verdad y de querer y amar lo que es bueno-, sino también que nuestros cuerpos deben llevar la imagen de Dios. En efecto, la totalidad de nosotros, como seres humanos, es portadora de la imagen de Dios.

La belleza del cuerpo humano atestigua la verdad de que también comparte la semejanza con Dios. De nuevo, si existe vida extraterrestre, no sólo su inteligencia daría testimonio de su semejanza divina, sino también su cuerpo material. Esto es difícil de imaginar. Siempre que en la literatura (sobre todo en el cine) se representa vida inteligente no humana, el cuerpo del alienígena está desfigurado. Las orejas puntiagudas de Spock pueden poner de manifiesto que no es un ser humano, pero no hacen nada por realzar su belleza; de hecho, hacen que Spock parezca raro y poco atractivo. Spock puede ser más inteligente que un ser humano, pero es menos bello.

En segundo lugar, a causa del pecado, no sólo la humanidad fue estropeada, sino también toda la creación. El cosmos entero gime ahora en comunión con toda la humanidad (Romanos 8:22-23). Dado que los extraterrestres son miembros del cosmos, ellos también tendrían que verse afectados por el pecado de la humanidad. Lo absurdo de tal conclusión argumenta en contra de la existencia de vida extraterrestre inteligente.

Además, esta conclusión manifiesta igualmente la absoluta centralidad de la vida humana en el conjunto del orden creado. Aunque algunos puedan argumentar que es el colmo de la arrogancia plantear la supremacía exclusiva de la vida humana, esa afirmación expresa la dignidad que Dios nos otorgó cuando nos creó a su imagen y semejanza.

En tercer lugar, y lo que es más importante, la existencia de extraterrestres inteligentes sería contraria al plan eterno revelado por Dios para toda la creación, para los seres humanos y, sobre todo, para el propio Jesús. Dios no sólo creó todo a través de su Hijo, sino que también creó todo para él – «ya sean tronos o dominios o principados o autoridades [o extraterrestres].  Él es antes que todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten». (Colosenses 1:16)

Este «permanecer juntos» no se asocia simplemente con el Hijo del Padre como tal, sino específicamente con su estado encarnado. Es Jesús, como Hijo encarnado, quien «reconcilia todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de la cruz». (Colosenses 1:15-20)

Todo el cosmos fue creado para el Hijo de Dios encarnado, Jesús. Es como hombre que el Hijo de Dios reina supremo. Para él, como hombre, reinar sobre los alienígenas no humanos desafía la lógica, que sólo se demuestra verdadera si los seres humanos sólo existen dentro del orden cósmico creado.

Esto se profesa más plenamente en el himno de Éfeso. Dios debe ser bendecido porque «nos ha bendecido en Cristo», pues «nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo». Asimismo, «nos destinó a ser sus hijos por medio de Jesucristo». Sólo en Cristo son perdonados nuestros pecados mediante su sangre. Lo que Dios ha hecho es darnos a conocer «con toda sabiduría y perspicacia el misterio de su voluntad, según el designio que estableció en Cristo como plan para la plenitud de los tiempos, a fin de unir en él todas las cosas, las que están en los cielos y las que están en la tierra.» (Efesios 1:3-10)

Desde toda la eternidad, Dios eligió a la humanidad, y a todo el orden cósmico, para ser resumidos, levantados en Cristo, el Hijo encarnado del Padre. Al final de los tiempos, somos subsumidos en la gloriosa humanidad resucitada del Hijo. Los extraterrestres inteligentes no tienen cabida en el esquema eterno de Dios: todo su interés se centra en los seres humanos y en la humanidad de su divino Hijo encarnado.

Del mismo modo, Dios Hijo no se aferró egoístamente a su divinidad, sino que se humilló a sí mismo, asumiendo la forma de siervo y, al hacerlo, fue obediente hasta la muerte de cruz. «Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le concedió el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.» (Filipenses 2:9-11).

Todo el himno se centra en la obra salvífica que realizó como hombre. A causa de la obra humana de salvación del Hijo encarnado, el Padre le concedió el mayor de todos los nombres, Señor.

En todo el cosmos, en el cielo, en la tierra y bajo la tierra, toda rodilla debe doblarse y toda lengua debe proclamar que Jesús resucitado, el Hijo encarnado, es el Señor. Jesús reina cósmicamente como hombre. No es Señor de los alienígenas no humanos, porque no existen.

Así pues, aunque pueda ser divertido fantasear durante el período canicular del verano sobre la existencia de extraterrestres, tal ensoñación, si se considera real, puede causar estragos en el Evangelio, en particular en la primacía de Jesús como Señor cósmico encarnado de todo.

Acerca del autor:

Thomas G. Weinandy, OFM, un escritor prolífico y uno de los teólogos vivientes más prominentes, sirve como miembro de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano. Su último libro el tercer volumen de Jesus Becoming Jesus: A Theological Interpretation of the Gospel of John: The Book of Glory and the Passion and Resurrection Narratives.

Comentarios
12 comentarios en “Jesús y los extraterrestres
  1. Los ahora llamados extraterrestres no pueden ser otros que los ángeles y los demonios de siempre.

    «Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que estas eran hermosas, y tomaron como mujeres a todas las que quisieron….En aquellos días –y aún después– cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y ellas tuvieron hijos, había en la tierra gigantes: estos fueron los héroes famosos de la antigüedad» (Gén 6, 1-2.4).

    La imagen que se ha creado de los ángeles, como seres exclusivamente espirituales, es incompatible con las Escrituras. Además de lo anterior, en Lucas dice que los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección «ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y, al ser hijos de la resurrección, son hijos de Dios» (Lc 20, 35-36). Puesto que el espíritu nunca muere, y lo que resucita es el cuerpo, se reconoce ahí, implícitamente, que los ángeles tienen que tener un cuerpo inmortal; de lo contrario, el alma humana ya sería semejante a ellos antes de la resurrección de la carne. Aunque los ángeles (y los demonios) puedan manifestarse en espíritu, al igual que han hecho algunas almas, también deben tener, al menos algunos de ellos, una naturaleza corporea semejante a la humana antes de perder la inmortalidad. Por algo dice también la Escritura: «¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor» (Sal. 8, 5-6).

  2. Tal como dice la Escritura en los últimos tiempos aparecerán milagros y fenómenos para extraviar incluso a los santos elegidos. Los extraterrestres existen, son los angeles y los demonios. Estos últimos los demonios se disfrazan de marcianitos para que la gente les rinda culto como substitutivo del Dios Verdadero, engañar es su oficio. Muy recomendable repasar el fenomeno de los grabados en los cultivos de Reino Unido llamado Crop Circles. En mi blog tengo un estudio. http://www.silverigarrell2.blogspot.com

  3. ¿Acaso no son esos los ángeles y los demonios de siempre?

    «Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que estas eran hermosas, y tomaron como mujeres a todas las que quisieron….En aquellos días –y aún después– cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y ellas tuvieron hijos, había en la tierra gigantes: estos fueron los héroes famosos de la antigüedad» (Gén 6, 1-2.4).

    La imagen que se ha creado de los ángeles, como seres exclusivamente espirituales, es incompatible con las Escrituras. Además de lo anterior, en Lucas dice que los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección «ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y, al ser hijos de la resurrección, son hijos de Dios» (Lc 20, 35-36). Puesto que el espíritu nunca muere, y lo que resucita es el cuerpo, se reconoce ahí, implícitamente, que los ángeles tienen que tener un cuerpo inmortal; de lo contrario, el alma humana ya sería semejante a ellos antes de la resurrección de la carne. Aunque los ángeles (y los demonios) puedan manifestarse en espíritu, al igual que han hecho algunas almas, también deben tener, al menos algunos de ellos, una naturaleza corporea semejante a la humana antes de perder la inmortalidad. Por algo dice también la Escritura: «¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor» (Sal. 8, 5-6).

  4. ¿Es que acaso no creemos en los ángeles y en los demonios?

    «Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que estas eran hermosas, y tomaron como mujeres a todas las que quisieron….En aquellos días –y aún después– cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y ellas tuvieron hijos, había en la tierra gigantes: estos fueron los héroes famosos de la antigüedad» (Gén 6, 1-2.4).

    La imagen que se ha creado de los ángeles, como seres exclusivamente espirituales, es incompatible con las Escrituras. Además de lo anterior, en Lucas dice que los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección «ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y, al ser hijos de la resurrección, son hijos de Dios» (Lc. 20, 35-36). Puesto que el espíritu nunca muere, y lo que resucita es el cuerpo, se reconoce ahí, implícitamente, que los ángeles tienen que tener un cuerpo inmortal; de lo contrario, el alma humana ya sería semejante a ellos antes de la resurrección de la carne. Aunque los ángeles (y los demonios) puedan manifestarse en espíritu, al igual que han hecho algunas almas, también deben tener, al menos algunos de ellos, una naturaleza corporea semejante a la humana antes de perder la inmortalidad. Por algo dice también la Escritura: «¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor» (Sal. 8, 5-6).

  5. Si fueran inteligentes no vendrían acá, se mantendrían lejos de los humanos.

    Ya en serio, es tan vasto el universo que estamos a distancia de millones de años luz de cualquier planeta habitable, lo que hace imposible el encuentro con supuestos extraterrestres.
    Deberían haber salido de su planeta hace millones de años, sin esperanza de regresar ni de comunicarse, dirigiéndose a un planeta primitivo que en ese momento no tenía vida humana.
    Ver «objetos voladores no identificados» no significa necesariamente que sean extraterrestres, además de que si se identifican como extraterrestres dejan de ser «no identificados».

  6. Aunque me sale en el formato de comentarios que ésta es respuesta al comentarista anterior, no es esa mi intención.
    Simplemente quería expresar que el único extraterrestre conocido es el mismo Cristo pues ÉL mismo dijo: «Mi Reino no es de este mundo». Y si leyeran las afirmaciones de algunos santos y exorcistas, comprobarían que esos otros extraterrestres son demonios. Por sus frutos los conoceremos, y las supuestas abducciones no producen nada bueno, solo terror y traumas…El Nuevo Orden Mundial esta preparando su show de alienígenas con el único fin de aterrorizar y confundir…

  7. Pero el Hijo de Dios ha podido encarnarse simultáneamente en otros cuerpos. Santo Tomás de Aquino lo admite como posibilidad teológica. Y el pecado original podría afectar solo a nuestra humanidad, de modo que las condiciones de salvación de otras especies fueran diferentes. Y en cuanto a la belleza del cuerpo humano, no se puede negar otros tipos de belleza corporal. Por ejemplo los gatos me parecen siempre hermosos. Aparte que la semejanza a Dios del cuerpo humano Santo Tomás la apunta con rasgos más esenciales: especialmente el hecho de ser el hombre un bípedo y tener así la posibilidad de mirar hacia el cielo. Para terminar, la cuestión extraterrestre es parangonable a los coros angélicos, que al decir de Santo Tomás son otras tantas especies inteligentes creadas por Dios, aunque incorporeas. Y también está Jn 10,15: «tengo otras ovejas que no son de este redil»…

  8. En el sistema solar hay zonas habitadas por humanos, pero llegaron de la Tierra. Han existido civilizaciones antes de Noé y quizás también después que viajaron al cosmos. Por lo tanto, no hay problemas teológicos, todos son adámicos, y es más, esperan el anuncio y la redención de Jesús, esperan el Evangelio. Así lo dice y demuestra el libro reciente: «San Juan Evangelista «vio y creyó» (Jn 20,8) ,,,y nosotros también», en Amazon. En las Pléyades esperan el Mesías.

      1. Infórmese mejor. Vea las anomalías de Marte, vea el satélite o luna Japetus… Piensa el ignorante que todos son de su condición.

      2. Especulación sí, pero no absurda. La teología necesita plantearse todos los escenarios posibles para asegurar la validez de sus principios, como cualquier otra disciplina de conocimiento. Así lo hacía Santo Tomás y toda la escolástica de manera metódica, dando como conclusión un pensamiento agudo y contrastado. Por otra parte, la cuestión de la vida extraterrestre no es un asunto baladí para la biología y la astrofísica actuales, ni tampoco para la filosofía y el pensamiento cristiano, toda vez que permite indagar en qué consiste lo singular del ser humano más allá del hecho de nuestra probable soledad numérica dentro del cosmos.

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