Cuestionar hasta la Eternidad

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Por David G. Bonagura, Jr.

Cuando tenía 24 años, me pidieron a último momento que supliera como maestro en una clase de educación religiosa en otra parroquia. No me dieron un tema ni un programa, así que me rompí la cabeza buscando algo atractivo para esta clase de sexto grado. Entonces, ¡eureka!: enseñé sobre el Infierno.

Los estudiantes parecían ser como el típico grupo de educación religiosa: alejados de la Iglesia y desinteresados. Sin embargo, apenas mencioné el Infierno, se alzaron orejas y manos. Habían oído hablar del Infierno y lo conocían como un lugar de castigo –pero nada más. Ese pequeño dato fue suficiente para atraerlos. ¿Quién, después de todo, no se siente intrigado por la idea de un castigo eterno, fuego perpetuo y el mal? Hay una razón por la que el Infierno de Dante es más popular que su Purgatorio y su Paraíso. Lo del Infierno impacta en las entrañas e inflama la imaginación.

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En nuestro breve tiempo juntos, los estudiantes hicieron decenas de preguntas, lo que abrió la puerta a otros temas: Dios y su plan de salvación, el Cielo, los Diez Mandamientos, el pecado, Jesús, la Misa. El ir y venir entre ellos y yo hizo que la clase fuera mucho más interesante que el método típico de clases de educación religiosa: por ejemplo, leer el libro de texto en voz alta y luego colorear algo.

Estos estudiantes no eran únicos: a lo largo de los años me han bombardeado con preguntas sobre todo lo relacionado con la fe católica, de parte de personas de todas las edades. Y hacen bien en preguntar: la fe católica explora los misterios más profundos de Dios, de la eternidad, de la existencia humana. Buscar a Dios exige hacer preguntas. Cada respuesta lleva a otra pregunta, y cada respuesta, por brillante que sea, es, parafraseando a Santo Tomás de Aquino, apenas paja comparada con la realidad infinita que nuestras palabras finitas no pueden captar.

Hoy, con multitudes de católicos sin catequizar, alejados de la Iglesia e inundados de mensajes antirreligiosos, las preguntas sobre la fe tienen un cierto tinte particular. Primero, a menudo comienzan con: “¿Cómo sabemos que…?” Esta formulación no sugiere incredulidad ni hostilidad, sino desconcierto –y miedo. Es como si quisieran creer pero, como Tomás en el Domingo de Pascua, desean una garantía empírica. Esta negativa a confiar –sea en Dios o en los demás– es la plaga de la Modernidad, que ha destruido la fe en Dios y la fe en la razón. La Modernidad prometió libertad individual; en su lugar trajo parálisis y depresión.

Segundo, muchas preguntas están moldeadas por una cosmovisión secular hostil al cristianismo. En la mayoría de los casos, los católicos no se dan cuenta de esto, pero el mundo ejerce una influencia mucho más fuerte que la Iglesia en la forma en que la mayoría percibe la fe. Compárese: “¿Por qué la Iglesia se opone al matrimonio gay?” con “¿Cuáles son las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio?” La primera implica que la Iglesia es una opresora cruel y que el matrimonio gay es algo bueno –implicaciones que no surgirían desde una cosmovisión católica. Podríamos multiplicar los ejemplos, especialmente sobre enseñanzas morales: “¿Por qué la Iglesia se opone al aborto? ¿A la anticoncepción artificial? ¿A la FIV? ¿A la clonación humana? ¿A la investigación con células madre embrionarias?”

Existen otros tipos de preguntas que muestran al mundo secular poniendo a la Iglesia en el banquillo: “¿Por qué los católicos creen que su religión es mejor que las demás?” “¿Por qué Dios permite que los inocentes sufran?” “¿Por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes?” No es de extrañar que los católicos mencionen no creer en las enseñanzas de la Iglesia como la principal razón para alejarse. Con el mundo secular marcando la pauta, la Iglesia no puede responder fácilmente a estas suposiciones tan arraigadas.

Responder estas preguntas, entonces, requiere más que una respuesta verbal. Requiere proporcionar un contexto, para que las respuestas tengan sentido. Las enseñanzas de la Iglesia sobre la sexualidad, por mencionar un ejemplo destacado, solo pueden entenderse a la luz del plan de Dios para la Creación: los seres humanos participan del amor de Dios mediante el amor conyugal, que está impreso en la naturaleza física del hombre y la mujer. Sin este contexto, las enseñanzas de la Iglesia pueden parecer reglas abstractas en lugar de manifestaciones de la revelación divina.

Proporcionar contexto también genera una oportunidad: los que preguntan pueden elevarse, salir de la bruma secular en la que habitan sin saberlo, para ver vestigios de la grandeza de Dios. Puede llevar años, pero el evangelizador reza para que los que preguntan logren unir las piezas y vean lo razonable del diseño de Dios para el mundo y para los seres humanos. Desde ahí, pueden dar el corto paso del conocimiento a la fe viva, que involucra tanto la cabeza como el corazón.

Presento este enfoque de contexto seguido de respuesta, perfeccionado durante años ante adolescentes y adultos, en mi nuevo libro 100 Tough Questions for Catholics: Common Obstacles to Faith Today. Proporciona respuestas directas y concisas a todas las preguntas “candentes” que hoy inquietan a los católicos. Las preguntas están organizadas en 14 capítulos temáticos, en un arco que refleja el plan de Dios: Dios, la Creación, el ser humano, el bien y el mal, fe y ciencia (y la IA), Jesucristo, la Biblia, el catolicismo y otras religiones, el pecado, la moral (incluido un capítulo completo sobre moral sexual), los sacramentos, la oración, cómo vivir la fe y la vida eterna.

Mi esperanza es que este enfoque de contexto seguido de respuesta no solo logre responder con éxito las preguntas individuales que tienen los católicos, sino que también los lleve a comprender –y adoptar– una cosmovisión católica que es esencial para vivir fielmente, pero difícil de adquirir cuando el mundo secular domina el relato.

El capítulo final concluye con una entrada –o regreso– a la Iglesia que nos lleva a Jesucristo, quien es la respuesta final a toda pregunta.

Acerca del autor

David G. Bonagura, Jr. es autor, más recientemente, de 100 Tough Questions for Catholics: Common Obstacles to Faith Today, y traductor de Jerome’s Tears: Letters to Friends in Mourning. Profesor adjunto en el Seminario de St. Joseph y en Catholic International University, es editor de religión en The University Bookman, una revista de libros fundada en 1960 por Russell Kirk. Su sitio web personal está disponible aquí.

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