Santos «bilocados»

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Arquimedios Guadalajara / ¿Puede una persona estar en dos lugares al mismo tiempo? ¿No es esto algo absurdo para la razón? Santo Tomás de Aquino, gran filósofo y teólogo, enseña que la presencia de un mismo cuerpo en dos lugares diferentes al mismo tiempo es contradictoria porque la materia ocupa unas dimensiones específicas y no las puede ocupar en diferentes lugares simultáneamente.

La filosofía da una aproximación a esta realidad que manifiestan algunos santos en su afán de hacer el mayor bien posible en poco tiempo. El Padre Miguel Ángel Fuentes, argentino, nos dice que la bilocación puede ser de dos maneras: o puramente en espíritu o bien en cuerpo y alma, es decir la persona completa.

Cuando se realiza únicamente en espíritu y va acompañada de aparición, la presencia de la persona es física en el punto de partida, y es puramente representativa en donde tiene lugar la aparición. Cuando la bilocación se hace en cuerpo y alma, la presencia de la persona es física allí donde el cuerpo y el alma se presentan y aparecen de una manera visible, y es representativa en el sitio que la persona abandona.

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Uno de los santos más famosos que ha recibido esta gracia es san Martín de Porres. La caridad llevaba a este santo a multiplicar su presencia. Fray Bernardino Medina cuenta que un comerciante amigo, estando gravemente enfermo en México, se acordó de fray Martín, queriéndolo tener consigo en la última hora. En efecto, quedó curado por la intercesión del religioso. En el convento, en Lima, dieron constancia de que Martín no había salido jamás en ese día. Así, muchos casos de este tipo han quedado documentados.

Otro ejemplo admirable de bilocación lo vivió san José de Cupertino, quien asistió a la muerte de su madre en su pueblo natal sin abandonar el convento de Asís donde residía. Estando ella a punto de expirar gritó con gran acento de dolor: “¡Oh fray José, hijo mío, ya no te veré más!” Al instante apareció una gran luz que iluminó la habitación, y la moribunda, viendo a su hijo, gritó de nuevo llena de júbilo: “¡Oh fray José, hijo mío!”. Al mismo tiempo el bienaventurado se encontraba en Asís; salía llorando de su celda, encaminándose a la Iglesia a orar.

Otros santos de los que se tiene constancia que han recibido este particular don han sido el Papa San Clemente, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, Santa Ludwina, San Francisco Javier, San Alfonso de Ligorio, San Juan Bosco y, recientemente, San Pío de Pietrelcina.

ENSEÑANZAS

  1. Dios puede permitir, en su gran poder y misericordia, alterar las leyes de naturaleza produciendo algún prodigio. Para Él nada hay imposible.
  2. La caridad es expansiva, no tiene límites. Rebasa incluso los límites de la razón cuando se busca el mayor bien posible.
  3. La fe siempre respeta la razón y las leyes científicas; sin embargo, resulta más reveladora que estas porque se mueve en una dimensión sobrenatural que, sin embargo, es entendible y admirable.
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