En su reciente reporte, el Observatorio de Ciudadanía Católica y Análisis Social realiza un duro diagnóstico sobre la empresa estatal Petróleos Mexicanos, misma que es la bandera de «soberanía energética» del gobierno de López Obrador y Sheinbaum, conocida ufemísticamente, como cuarta transformación, 4T.
Titulado «Pobre PEMEX, Pobre México: El gobierno de la 4T y la administración de la riqueza petrolera de México» expone una situación alarmante: Petróleos Mexicanos (PEMEX), pilar histórico de la economía mexicana, enfrenta una crisis sin precedentes bajo la gestión de la Cuarta Transformación (4T).
Este análisis, fundamentado en datos concretos, señala cómo decisiones ideológicas y administrativas han llevado a la empresa a un punto crítico, afectando no solo su viabilidad, sino también el bienestar de la nación.
PEMEX, históricamente, ha sido una fuente de orgullo y desarrollo para México. Sus ingresos financiaron escuelas, hospitales, carreteras y puertos, permitiendo que los impuestos en el país fueran de los más bajos en América Latina y la OCDE. Sin embargo, el informe destaca que la empresa ha sido sistemáticamente saqueada y mal administrada por diversos gobiernos y la 4T ha acelerado su declive. La combinación de una ideología nacionalista trasnochada, corrupción y decisiones económicas ineficientes ha colocado a PEMEX en su peor momento histórico, con cuatro crisis principales: productiva, operativa, financiera y administrativa.
La crisis productiva es evidente en la caída de la producción de crudo, que pasó de 3.3 millones de barriles diarios en 2003-2005 a tan solo 1.3 millones en la actualidad, según expertos, aunque el gobierno insiste en una cifra inflada de 1.6 millones. El costo de producción se ha disparado a 20 dólares por barril, frente a los 8 dólares de antaño, reduciendo drásticamente las ganancias. La ausencia de nuevos campos petroleros y la falta de inversión en exploración agravan este panorama, como señala el plan de gobierno de Claudia Sheinbaum, que promete elevar la producción a 1.8 millones de barriles diarios sin bases sólidas.
La crisis financiera es igualmente grave. PEMEX es la empresa petrolera más endeudada del mundo, con pasivos que superan los 100 mil millones de dólares, incluyendo 20 mil millones a proveedores y vencimientos de deuda inminentes. Los apoyos gubernamentales, equivalentes a dos veces el costo del Fondo de Protección al Ahorro Bancario, FOBAPROA y del rescate de la banca por la crisis de 1994, han servido para maquillar el desastre, pero no para resolverlo. Esta deuda, combinada con una inversión ineficiente en refinación —que genera pérdidas millonarias diarias—, condena a PEMEX a depender de recursos públicos sin perspectivas de recuperación.
En el ámbito operativo y administrativo, la situación no es menos preocupante. La falta de mantenimiento, equipos obsoletos, nepotismo en contrataciones y una nómina insostenible (114 mil millones de pesos anuales para empleados y 83 mil millones para jubilados) reflejan una gestión ineficaz. La corrupción, agravada por contratos opacos como los de Dos Bocas y el robo de combustible (10 mil 393 tomas clandestinas en 2024), vinculados incluso al crimen organizado, profundiza el problema.
La reforma constitucional de 2014, impulsada por la 4T, revirtió los avances de la reforma de 2013, que buscaba modernizar a PEMEX como una empresa productiva competitiva. Al devolverle el monopolio estatal y limitar la participación privada, se cerraron puertas a socios financieros y tecnológicos, abriendo espacios para la corrupción en contratos «a modo», similares a los del Tren Maya o el AIFA.
La respuesta apunta a un modelo populista que prioriza el control estatal sobre la eficiencia, sacrificando el bien común. La ruina de PEMEX impacta a todos los mexicanos, trasladándose al erario público mediante impuestos o deuda, mientras se descuidan sectores clave como educación, salud e infraestructura.
En conclusión, el reporte del Observatorio Ciudadanía Católica y Análisis Social es un llamado urgente a la acción. La mala gestión de PEMEX no solo es un fracaso económico, sino un agravio ético que demanda consecuencias. México merece una administración transparente y competente que rescate a PEMEX y priorice el desarrollo justo para todos.
El reporte completo puede leerse a continuación:
Ciudadania Catolica y Analisis Social 17-1
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