El crimen de los jesuitas de la Tarahumara causa profunda indignación. La jerarquía eclesiástica y política han condenado los asesinatos, reaccionando, de igual forma, a la mención del Papa Francisco en la audiencia general del miércoles 22 de enero en la que caló simple, pero dura frase ¡Cuántos asesinatos en México!
El secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca, expresó la “cercanía y el profundo dolor” de los obispos ante los índices de homicidios, desapariciones y hechos violentos que han desbordado en este sexenio cuta gota que derramó el vaso fue el asesinato de El Gallo y el Morita, los padres Javier Campo Morales y Joaquín César Mora Salazar.
El videomensaje, que tiene por fondo un sagrario donde se reserva a la Eucaristía y lo que parece ser la imagen en brazos extendidos en el momento del martirio del jesuita beato Miguel Agustín Pro, inicia con las palabras del Papa Francisco de la audiencia general y en el que Castro Castro llama a las autoridades a estar “a la altura de las circunstancias” para dar respuestas efectivas ante los índices de violencia que se han “instalado en nuestras comunidades, desfigurando a la persona humana y destruyendo la cultura de paz”.
Castro Castro llamó a las autoridades de los tres órdenes de gobierno a dar respuestas efectivas para garantizar la paz y seguridad, espetándoles:
México está salpicando sangre de tantos muertos y desaparecidos, entre ellos 27 sacerdotes, incluidos los padres jesuitas que han sido asesinados por el crimen organizado, identificándose así con los miles de víctimas de nuestro pueblo que han tenido este fin junto con las decenas de miles de desaparecidos a quienes sus familias siguen buscando. Habríamos de sumar las muchas extorsiones y la total impunidad imperante en todo el país. Esta situación es ya insoportable y nos reclama y exige a todos dar frutos de paz.
Al mismo tiempo, el secretario general de la CEM recordó a los hacedores del crimen que ellos mismos pertenecen al pueblo agobiado por el dolor: “Les conminamos a que dejen de matar a sus propios hermanos y de violentar la paz social. Recuperen el temor de Dios y hagamos prevalecer su ley que nos dice: No matarás”.
Les llamó a sacar la “sensibilidad” ante el dolor del prójimo y les exigió poner fin a las atrocidades en nombre de Dios diciendo: Les suplicamos, les rogamos, les exigimos, en nombre de Dios, ¡Basta de tanta maldad y odio! Todos queremos la paz.
El mensaje completo del secretario de la CEM puede verse aquí:
¡Cuántos asesinatos en México! Es la expresión de consternación que el papa Francisco nos dirige desde lo más profundo de su corazón para consolarnos, para orar como padre y pastor con nosotros, sufrir a nuestro lado y caminar cercano con nosotros, desde el dolor y sufrimiento, que ha generado tanta violencia, sí cuánta violencia.
Los obispos, como pastores, queremos expresar, de igual modo, toda nuestra cercanía y el profundo dolor que cargamos en nuestro corazón. Ahora, como nunca, el dolor de la cruz se vuelve más intenso por tanta sangre inocente derramada a lo largo y a lo ancho del país.
Los índices de violencia y sus estructuras de muerte se han desbordado he instalado en nuestras comunidades, desfigurando a la persona humana y destruyendo la cultura de paz, una cultura de paz que nos hace hermanos.
Al lado de nuestro pueblo esperamos una respuesta a la altura de las circunstancias por parte de las autoridades civiles, en todos los niveles. Es responsabilidad de quienes gobiernan procurar la justicia y favorecer la paz y la concordia en la convivencia social. Esta realidad de violencia nos golpea, nuestro México está salpicando sangre de tantos muertos y desaparecidos, entre ellos 27 sacerdotes, incluidos los padres jesuitas que han sido asesinados por el crimen organizado, identificándose así con los miles de víctimas de nuestro pueblo que han tenido este fin junto con las decenas de miles de desaparecidos a quienes sus familias siguen buscando. Habríamos de sumar las muchas extorsiones y la total impunidad imperante en todo el país. Esta situación es ya insoportable y nos reclama y exige a todos dar frutos de paz.
La Conferencia del Episcopado Mexicano hace un llamamiento también a quienes son causantes de todos y cada uno de los episodios atroces de muerte y destrucción contra sus propios hermanos. Les recordamos que somos parte del mismo pueblo. Les conminamos a que dejen de matar a sus propios hermanos y de violentar la paz social. Recuperen el temor de Dios y hagamos prevalecer su ley que nos dice: No matarás. En el nombre de Dios, sensibilícense ante los lamentos de sus hermanos que son hijos de Dios, cuyas lágrimas de sufrimiento impotencia y rabia contenida, claman hasta el cielo.
Les suplicamos, les rogamos, les exigimos, en nombre de Dios, ¡Basta de tanta maldad y odio! Todos queremos la paz.