Anunciado y consumado el relevo en catedral de la arquidiócesis de México. Y con esto el fin del intenso ciclo del último Dean, Ricardo Valenzuela Pérez. Una significativa imagen se dio el 1 de noviembre cuando el arzobispo Aguiar entrega el cargo a José Antonio Carballo, mientras Valenzuela, detrás, sirve en lo que es su pasión: la pulcritud de la liturgia en un retiro que ahora le lleva a la vida parroquial en una comunidad que deberá conducir y también restaurar.
Fue en agosto cuando Carlos Aguiar, metió mano a los estatutos del cabildo metropolitano en una movida que pretende intervenir a ese grupo colegiado que es acompañado por el vicario general, el obispo auxiliar Salvador González Morales. Sin posibilidad de reelección, aun cuando era su derecho y facultad del Cabildo, Aguiar impuso a uno de los suyos para penetrar en un terreno que no le era fácil: el indómito Cabildo.
Valenzuela Pérez no la tuvo fácil. En 2014, el Jueves Santo en el marco de la misa crismal, el cardenal Norberto Rivera Carrera presentó oficialmente a cinco nuevos canónigos: Hugo Valdemar Romero, José de Jesús Aguilar, Julián López Amozurrutia, Ricardo Valenzuela y Francisco René Espinosa. El 30 de julio de 2019, “Pancho” Espinosa fue relevado como Dean. A través de un comunicado, el arzobispo Aguiar agradeció la disposición de Ricardo Valenzuela a quien encomendó poner “conocimiento y experiencia para continuar los buenos trabajos que se han realizado en materia de liturgia, cultura, turismo, resguardo y mantenimiento del inmueble y pastoral socio-caritativa, y poder plantear respuestas adecuadas a los desafíos que presenta un recinto como la Catedral Metropolitana”. Y Valenzuela tomó en serio la encomienda, pero nadie sabía lo que venía: la crisis de la pandemia que puso al reciento en serios aprietos económicos. Pero también las dificultades vendrían desde adentro sobre todo por el control de los recursos desde el ineficaz y opaco Centro de Servicios de Aguiar.
Valenzuela enfrentó a todos y de todo. Lidió con autoridades federales, las reunió y concilió intereses para lograr aportaciones millonarias para las cuatro fases de la restauración de catedral. Descubrió enormes boquetes financieros, fruto de la rapiña, la opacidad y las transas que propios y extraños hicieron del recinto, los posibles desfalcos y el robo hormiga de recursos materiales. Lidió con autoridades militares, desde pretendidas “ocupaciones” hasta difíciles situaciones de seguridad como el presunto atentado de un sujeto que pudo haberlo agredido con arma blanca en el día de la Inmaculada de 2023 Hoy, quien visite el edificio podrá darse cuenta del drástico cambio del edificio. Del lúgubre recinto donde había prostitución, narcomenudeo y otros delitos consumados, como la agresión mortal contra el padre José Miguel Machorro el 15 de mayo de 2017, se aprecia una restauración que costó sangre, sudor y lágrimas. De esto, un video publicado en redes de Catedral metropolitana puede verse aquí. y hasta de singulares descubrimientos que, gracias al canónigo, pudieron permanecer en su lugar y no en museos ajenos a la Catedral. Ahora Carballo debe ocupar unos zapatos difíciles de llenar y principalmente mantener en la autonomía e independencia financiera las arcas catedralicias antes que entregarlas a la vorágine de avaricia y de sospechosos negocios que están diezmando a la arquidiócesis de México.
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Para nadie es desconocido el particular círculo de clérigos privilegiados que rodea al arzobispo Aguiar. Uno de ellos, el padre Álvaro Lozano Platonoff quien es vicario de pastoral de la arquidiócesis de México, cargo no menor puesto que es, en los hechos, el hombre que encabeza los trabajos más esenciales del futuro de la Iglesia en México, su camino e identidad. Será, entre otros, quien anime a esta cada vez más alicaída Iglesia para convencerla del próximo sínodo basado en los cinco ejes de renovación pastoral.
En mayo pasado, el Papa Francisco recibió al arzobispo Aguiar en un escenario que provocó sorpresa a no pocos en la arquidiócesis de México. Para “presumir” los “logros” pastorales al lado del purpurado estaba Lozano Platonoff quien, por dedazo, participó Encuentro Internacional de Párrocos por el Sínodo.
Pero Lozano podría ser esa moneda de doble cara. Hace algunos meses, llegó a la redacción de este blog serios señalamientos de conductas inadecuadas e del consentido del arzobispo Aguiar. Considerando que las pruebas deberían ser estudiadas, la documentación fue entregada a la nunciatura apostólica y a las autoridades superiores de Lozano sin que, al momento, haya una respuesta que clarifique, es decir, estime como fehacientes o desestimen tales aseveraciones en las que estaría implicado no sólo el abuso de poder clerical, también la posible inmoralidad del sacerdote. Al no tener respuesta alguna, dichas probanzas llegaron ya hasta la Congregación del Clero en Roma donde fueron puestas en manos de los oficiales como se ve en el acuse de recibo. Quizá, con esta información en poder de autoridades vaticanas, en la arquidiócesis de México, la actividad procesal canónica se active al respecto. Porque no es menor lo que el presbítero tiene en sus manos. Lozano presumió su encuentro con el Papa en redes sociales con sus típicos desplantes demasiado zalameros a fin de proyectarse en búsqueda, según algunos, de una mitra que adorne su rizada cabellera.