Del 4 al 6 de febrero, Washington, DC fue sede de la Cumbre Internacional de Libertad Religiosa (IRF). A través de diversos paneles con especialistas de todo el mundo analizaron los retos y desafíos de las comunidades religiosas y los límites, avances y retrocesos en las libertades fundamentales de culto y de religión.
Auspiciada por la Fundación Nacional para la Democracia, oradores internaciones de primer nivel por sus encargos políticos o lucha en la defensa de la libertad religiosa, entre ellos el vicepresidente de los Estados Unidos, también destacaron las necesidades de las sociedades democráticas para garantizar el derecho de pensamiento, conciencia y de religión, considerados como valores para la participación libre y sin restricciones.
A lo largo de las diferentes mesas de debates, algunos expositores mostraron lo que parece impensable en un mundo que se dice tolerante y abierto: persecuciones, especialmente contra grupos cristianos o contra personas por el hecho de practicar su fe. Incitación al odio por hacer públicas las enseñanzas cristianas, represión contra activistas quienes rezan fuera de abortorios o bien desprecio y acoso por el hecho de ser cristianos.
La situación Latinoamericana fue analizada en el panel “Fe, derechos y resiliencia, navegando en la libertad religiosa en Latinoamérica” en el que intercambiaron ideas Felix Maradiaga de Fundación para la Libertad de Nicaragua, Marcela Szymanski de Ayuda a la Iglesia Necesitada Internacional, Kristina Arriaga de Intrinsic Communications y el padre Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial.
Este panel abarcó la situación de la fe en la región, especialmente cuando la situación de la Iglesia en Nicaragua es de franca represión al borde de hacerla marginal y hasta clandestina. Por México, Omar Sotelo expuso el reciente reporte de sacerdotes asesinados publicado en diciembre pasado y que causó estupor, especialmente entre representantes de organismos internacionales a nivel continental.
Advertir de esta realidad en México sobre la violencia contra sacerdotes y lugares de culto levantó la inquietud especialmente cuando hay un discurso que dice proteger y tutelar la libertad religiosa en México, pero en los hechos hay un fenómeno distinto, el crimen y de los grupos de poder que, aún identificándose como religiosos, tienen a su favor el uso de la violencia como el único recurso para callar y someter el trabajo pastoral de sacerdotes, algunos fallecidos en circunstancias violentas, y que tratan de encubrirse con otras causas que no son las reales. La participación del Centro Católico Multimedial en la Cumbre de Libertad Religiosa en Washington abrió un nuevo cauce para advertir que el fenómeno de la violencia en México toca, de muchas maneras, la fe y la libertad de creer con un cometido específico: desestabilizar.
No se trata de una persecución como se podría entender “por odio”, sino del peligro que la fe representa cuando esta, por la Palabra y su mensaje, es canal de paz y de denuncia al optar por quienes ya no tienen confianza en sus instituciones y por miles traicionados por las instituciones oficiales, olvidados por quienes tienen la responsabilidad de proteger y de servir. Por eso, muchos sacerdotes y agentes de pastoral, han sido asesinados. Asì, la Cumbre sobre la Libertad Religiosa en Washington es necesaria, para advertir al mundo de esta nueva forma de persecución y mostrar que la Igiesia bajo violencia también es lugar de quienes, por su opción, son hacedores de paz: “Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios”.