Este 6 de junio, el arzobispo emérito de México llega a los 80 años y con eso, el fin de su derecho a votar y ser votado en un próximo cónclave.
Norberto Rivera Carrera (1942) arzobispo Primado de México en junio de 1995, recibió el capelo de manos de Juan Pablo II en febrero de 1998 que lo convirtió en el tercer cardenal capitalino desde Miguel Darío Miranda. Al suceder a Ernesto Corripio Ahumada, el nacido en Tepehuanes, Durango, heredó el pesado cargo de un territorio con más de 10 millones de católicos. Su primera instrucción pastoral advirtió sobre los peligros de la Nueva Era y durante casi 18 años de gobierno pastoral emprendió obras importantes de restauración de templos y monumentos como las torres de Catedral y el mantenimiento de sus retablos; la reconstrucción y remodelación de la antigua Basílica de Guadalupe, hoy templo expiatorio de Cristo Rey; la modernización de la Universidad Pontificia; la creación de dos seminarios, el Redemptoris Mater del Camino Neocatecumenal y el Hispano de Santa María de Guadalupe; la consolidación de las zonas de pastoral y la multiplicación de obispos auxiliares, algunos de ellos promovidos al pastoreo de otras diócesis del país.
Su vocación por los medios de comunicación llevó a la creación de órganos informativos como Desde la Fe y la agencia SIAME. Rescató tradiciones que volvieron a las calles como la procesión de Corpus, la Noche Santa, las procesiones de Navidad y el rezo del santo rosario en lugares multitudinarios. En ocasión del Año de la Fe, en enero de 2013, el Primado de México decretó el inicio de la gran misión juvenil para ir por los sectores más alejados de la Iglesia y atender, de forma más dedicada, a los jóvenes capitalinos.
El cardenal Norberto Rivera Carrera afrontó, por otro lado, los ataques de los grupos radicales de izquierda que lo agredieron como aquel del 7 de octubre de 2007 cuando, al salir de Catedral él y su madre fueron interceptados por un grupo ligado al PRD que se lanzó contra el vehículo del purpurado pateándolo, escupiéndolo e intentando romper los cristales de la unidad. La cadena de agresiones registra, de igual manera, la irrupción violenta en Catedral en noviembre de 2006 obligando al cierre del recinto, un hecho inédito que no se había dado desde la persecución religiosa de los años 20 del pasado siglo.
Algunos hechos notables para la Iglesia Universal fueron la celebración del VI Encuentro Mundial de las Familias en 2009 y la presentación del compendio de Doctrina Social Cristiana, además de organizar las dos visitas del Papa Juan Pablo II: en enero de 1999, en ocasión de la presentación de la Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in America y el encuentro multitudinario del Papa en el autódromo Hermanos Rodríguez, y en 2002 para la canonización de san Juan Diego y la beatificación de los mártires cajonos de Oaxaca. En 2012, el Primado de México fue distinguido por el Papa Benedicto XVI para ser concelebrante en la misa por los pueblos de Latinoamérica donde se anunció la visita del pontífice a México y Cuba realizada en marzo de 2012.
Después del cónclave de 2005, Norberto Rivera expresó sus sentimientos al haber participado en la elección del Papa Benedicto XVI: “Su servidor ha tenido el privilegio de vivir experiencias inenarrables en este último mes. Después de haber sufrido la muerte de nuestro queridísimo Santo Padre Juan Pablo II, después de sentir profundamente la orfandad y el vacío por la muerte del Papa que tan cercano estuvo a México y al Arzobispo de México, ese vacío y esa orfandad de alguna manera fueron llenados por la presencia viva del Espíritu Santo que se hizo palpable en el Colegio Cardenalicio y que nos llevó a elegir al mejor hombre, al hombre indicado, como sucesor de San Pedro, como Obispo de Roma, como Sumo Pontífice que dará unidad y cohesión a la Iglesia fundada por Jesús. Benedicto décimosexto es ahora nuestro Papa, elegido por el Espíritu Santo y por nosotros para apacentar el rebaño de Cristo y para dar esperanza a nuestro mundo”. Fue la segunda experiencia en un cónclave que, después de la renuncia del ahora Papa emérito, participó en el que eligió al Papa Francisco en 2013.
Rivera Carrera llegó a los 75 años en junio de 2017 y, con ello, la aceptación de la renuncia en diciembre. Su intervención en actividades pública ha sido más bien discreta, no exenta de dificultades como la del 21 de octubre de 2018 cuando un tiroteo, en el que presuntamente el motivo fue el robo, se dio en su casa donde perdió la vida el policía bancario José Javier Hernández Nava o haber padecido el covid-19 que casi le arrebata la vida en 2021. Sin embargo, el arzobispo emérito ha recuperado sus actividades viéndose en pleno estado de salud al llegar a los 80 años este 6 de junio.
Con eso, sólo dos purpurados mexicanos quedan en el círculo para elegir al próximo Papa: el arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, de 73 años, a quien le fue conferida la dignidad cardenalicia el 24 de noviembre de 2007 gracias al Papa Benedicto XVI, siendo el segundo en recibirla después del cardenal Adolfo Antonio Suárez Rivera fallecido en 2008.
En febrero de 2012, tomó posesión del arzobispado de Guadalajara convirtiéndose en su quinto cardenal e inaugurando, en ese momento, su ministerio con cargos importantes y relevantes para la Iglesia mexicana y universal, uno de ellos, por ejemplo, en octubre de 2012, al inicio del Año de la Fe, al ser nombrado presidente delegado para la XIII Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos siendo vicario pontificio en la coordinación de los trabajos sinodales, lo que permitió al arzobispo una cercanía sin igual con el Papa Benedicto XVI.
Al reconfigurarse el colegio de cardenales este 2022, Robles Ortega ha mostrado el vigor y músculo de la Iglesia tapatía cuando este fin de semana, durante la festividad de Pentecostés, ordenó en tres días a 70 presbíteros, un récord histórico que hace de esa zona del país, la capital del catolicismo mexicano.
El otro, Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, tiene 72 años. Con un perfil de escritorio y burocrático, Aguiar ha sido secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano para el trienio 2004-2006 y presidente de los obispos de México por dos trienios 2007-2009 y 2009-2012; el 31 de marzo de 2009 tomó el Arzobispado de Tlalnepantla por voluntad del papa Benedicto XVI; a su vez, los obispos de Latinoamérica le confiaron el cargo de presidente del CELAM para el período 2011-2015.
Llegó al arzobispado de México en 2018 sucediendo a Norberto Rivera Carrera; al contrario de lo que sucede en otras arquidiócesis, en cuatro años Aguiar ha puesto en punto crítico la pastoral, dinamismo y fe arquidiocesanas al punto de vivir artificialmente, decadente en vocaciones y fragmentada en cuanto a la unidad presbiteral. Aguiar ha preferido la ausencia a la presencia. Su gobierno pastoral ha representado la situación más crítica que ha vivido la arquidiócesis de México en los últimos 50 años.
Igualmente, un hecho inédito es el número de cardenales eméritos sin derecho a voto. Norberto Rivera se suma a Juan Sandoval Íñiguez de 89 años quien tiene 10 años en la condición de emérito cuando en 2012 cedió el báculo pastoral de Guadalajara a José Francisco Robles Ortega. Sandoval fue elevado a la dignidad cardenalicia en 1994.
Otro emérito es el cardenal Alberto Suárez Inda de 83 años. Designado al arzobispado de Morelia en 1995, fue agregado al Colegio de cardenales en 2015 como deferencia del Papa Francisco a una sede que nunca había tenido un cardenal. La renuncia por causas de edad le fue aceptada en 2016, a los 77 años.
Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, la designación como cardenal en 2020 apuntaría hacia el reconocimiento del trabajo pastoral de un obispo que por 17 años sirvió a esa diócesis del sureste mexicano y de la cual fue relevado fue relevado a los 77 años.
De esta manera, la presencia mexicana en el colegio cardenalicio tiene más bien una participación discreta. El próximo consistorio de creación de estos purpurados no tiene a ningún arzobispo u obispo del segundo país con el mayor número católicos en el mundo, a pesar de la reciente muerte del cardenal Javier Lozano Barragán en abril pasado y quien sirvió a la Santa Sede desde 1996, deceso especialmente sentido por el Papa Francisco. Los tiempos no son maduros aun para la creación de un nuevo cardenal mexicano elector que influya en las decisiones del próximo cónclave.