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El exilio del padre Samir Khalil Samir

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Dos jesuitas. Uno de ellos es, probablemente, uno de los máximos expertos cristianos en el islam; el otro es el Papa. Cuando el segundo ha afirmado que tanto en el Corán como en el Evangelio hay inherente una idea de conquista, el primero lo ha corregido: «No. Es una interpretación inexacta. La diferencia es, en síntesis, ésta: el Evangelio propone, el islam impone con la fuerza. Y esta diferencia es importante». Y ha añadido: «Desinformar no es cristiano. Ciertas afirmaciones llegan de quien, evidentemente, no ha comprendido el Evangelio, o no conoce todo el Corán, o no tiene buenos consejeros. Para abordar estos temas es necesario ser serios y tener competencia concreta. No basta una entrevista».

Mira qué casualidad, el Pontificio Instituto Oriental, en Roma, le ha notificado que ya no le necesitan. El padre Samir Khalil Samir ha vuelto al Cairo definitivamente. Dentro de unos meses cumplirá ochenta años (nació en enero de 1938). Tiene un currículum impresionante: creó en Beirut el instituto de investigación llamado CEDRAC (Centro de Documentación y de Investigaciones Árabe-Cristianas), que recoge la herencia árabe-cristiana de Oriente Próximo. Ha enseñado en el Centre Sèvres (Facultad jesuita de Teología y Filosofía) de París y en el Maqasid Institute de Beirut. Ha enseñado durante doce años en el PISAI (Pontificio Instituto de Estudios Arabes e Islámicos de Roma), cinco en el Instituto Ecuménico de Bari, tres en la Universidad  Católica de Milán y otros tres en la Universidad de Turín, además de en distintas universidades de Italia durante breves periodos de tiempo. Hasta hace unos meses era también profesor en el Pontificio Instituto Oriental de Roma. Pero cuando propuso un programa de cursos para el nuevo año académico le respondieron que ya había otra persona que los haría en su lugar. Comprendió que, por algún motivo, ya no le necesitaban y ha decidido dedicarse a proyectos que maduraba desde hacía tiempo y que había pospuesto porque había tareas más urgentes.

¿Tal vez su claridad respecto a la cuestión del islam y del diálogo molestaba a alguien en la Iglesia de hoy? Podría ser: no olvidemos que el Pontificio Instituto Oriental está dirigido por jesuitas y que la nueva ruta, en los jesuitas como en la Iglesia, no tolera ninguna posición distinta a la dominante y oficial.

La primera gran tarea del padre Samir, en esta nueva etapa de su vida, es recoger y ordenar los frutos de años y años de trabajo: sesenta y cuatro libros, más de dos mil artículos, a menudo escritos en diversos idiomas. Por lo tanto, es necesario reunirlos, verificarlos y organizar cómo recoger esta mole de material sobre la cristiandad en Oriente Próximo en una serie de volúmenes. Además hay que traducir los artículos, escritos en inglés, francés y árabe. La idea del padre Samir, originariamente, era la de quedarse en Beirut, ciudad en la que está la sede, en la Universidad San José, de su criatura, el Cedrac, institución que recoge más de treinta y cinco mil volúmenes. Pero en Beirut ha habido problemas y entonces el padre Samir ha elegido, de acuerdo con los jesuitas egipcios, situar en El Cairo el centro de su actividad y de la nueva etapa de su existencia de estudioso y protagonista de la vida de la Iglesia.

La segunda tarea a la que quiere dedicar el padre Samir sus energías, en su nueva vida egipcia, es el ecumenismo. En Egipto hay nueve millones de cristianos coptos, una comunidad que desde siempre ha testimoniado con la sangre su fidelidad a Cristo. El padre Samir desea crear un Centro de Investigación Ecuménica con la colaboración no sólo de la Iglesia Copta ortodoxa, sino también de la Facultad Evangélica del Cairo y de las otras presencias cristianas y católicas. Un proyecto que se revelará muy valioso en esta nueva y difícil etapa de relaciones interreligiosas con un islam a menudo agresivo e intolerante.

(Traducción de Helena Faccia Serrano para InfoVaticana. Puede adquirir el libro del Padre Samir Khalil)

Comentarios
2 comentarios en “El exilio del padre Samir Khalil Samir
  1. ¿No sabrá el Papa Francisco que vamos a rendir cuentas hasta de una palabra ociosa? ¿No se dará cuenta que está haciendo mucho daño a la Iglesia? Porque eso es mucho más grave que una palabra ociosa.

  2. Los católicos siempre hemos sido perseguidos. La novedad, la gran novedad, es que ahora Roma se ha sumado a los perseguidores y hasta con especial saña. La rigidez ha pasado a ser el mayor pecado, el único pecado.

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