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Specola 2100, ¿Hacia un conflicto nuclear?, la apostasía masiva alemana, el revolutum flamenco, ¿Quien soy yo para juzgar?

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Como quien no quiere la cosa,  hoy hemos llegado a nuestra Specola 2.100, al menos eso dice el contador interno de Infovaticana. Una ocasión que nos permite volver a dar las gracias a nuestros lectores en esta aventura diaria de contar lo que está sucediendo en el Vaticano y sus alrededores. Reconocemos que son tiempos apasionantes, quizás dolorosos en muchos aspectos, qué tiempos no lo son, pero son los nuestros, en los que Dios ha querido que vivamos y, por lo tanto, contamos con su gracia para sobrellevarlos con dignidad sobrenatural. No pretendemos pensar por los demás, pero sí facilitar el material necesario para que podamos pensar con datos en la mano. La ignorancia oscurece el pensamiento humano, peor si es voluntaria,  y nos conduce a las ideologías y sus deformaciones interesadas que tanto daño están haciendo.

Si hoy nos tenemos que elegir un tema, este sería la llamada del Papa Francisco sobre las armas nucleares: «Es una locura pensar en armas nucleares». Ya nos hemos habituado, ya no es noticia, que la plaza está vacía, les podemos asegurar que no y problema en encontrar acomodo en las primeras filas, incluso en el sagrado de la Basílica, incluso empezada la audiencia. Los últimos acontecimientos en la guerra en Ucrania, la decisión de Putin de convocar un referéndum en Donbass y Lugansk,  la movilización en Rusia de 300.000 reservistas retirados, las más que previsibles faltas de energía en este invierno, indican una escalada que va elevando peldaños y no precisamente en la mejor dirección.  «Me gustaría señalar la terrible situación de la atormentada Ucrania. El cardenal Krajewski fue allí por cuarta vez. Me llamó ayer. Él está allí para ayudar en el área de Odessa y me contó sobre el dolor de esta gente, la maldad y las monstruosidades, los cadáveres torturados que encuentran. Unámonos a este pueblo noble y mártir”.

“Debe reconocerse que Kazajstán ha tomado decisiones muy positivas, como decir ‘no’ a las armas nucleares y a las buenas políticas energéticas y medioambientales. En eso fue valiente, en un momento en que esta trágica guerra lleva a algunos a pensar en las armas nucleares, ¡y eso es una locura!, este país ha dicho no a las armas nucleares». No ha faltado el elogio al gobierno kazajo que, “después de haberse liberado del yugo del régimen ateo, propone ahora un camino de civilización que une política y religión, sin confundirlas ni separarlas, condenando claramente el fundamentalismo y el extremismo”.

La situación empeora por momentos y se habla demasiado de armas nucleares, existir existen,  y no dudamos que entran dentro de las posibilidades de esta espiral de locura. Ignoramos si el Papa Francisco cuenta con información privilegiada  o es una simple intuición. Todo se está complicando y el frío, al que los rusos están muy habituados, siempre ha sido un aliado necesario en todas sus guerras. El invierno está a las puertas y falta de energía puede ser el detonante de una convulsión social que nadie desea, pero que intuimos será muy complicado detener.

El arzobispo católico de Moscú, Mons. Paolo Pezzi comentó las palabras del presidente Putin sobre su operación en Ucrania: «Rusia de esta manera corre el riesgo de aislarse, por supuesto», “Pero no me parece que ese sea el principal problema hoy. Me parece que el principal problema es encontrar una salida que no haga que nadie se sienta derrotado. Pero precisamente esa es la mayor dificultad  porque esto es posible, es decir, salir de una situación de crisis sin ninguna derrota, sólo con el sacrificio de uno mismo. Parece objetivamente difícil que alguien esté dispuesto a dar el primer paso. Por eso, es necesario seguir insistiendo en pasos creativos, como dice Francisco, para emprender nuevos caminos por un camino de paz”.

Walter Brandmüller es un cardenal que no tiene nada que perder y que mantiene una increíble lucidez propia de quién se ha dedicado a la investigación y es un maestro de la historia. Hoy tenemos un artículo sobre el camino sinodal alemán. Él es alemán e historiador y no duda en calificar las recientes decisiones tomadas del 8 al 10 de septiembre en Frankfurt como «apostasía masiva». Una minoría de obispos había rechazado, con la votación del 8 de septiembre, un documento heterodoxo sobre la sexualidad, pero luego la dirección de la asamblea, compuesta por obispos y laicos, decidió utilizar de nuevo el documento rechazado y poner en aprietos a estos obispos disidentes al prohibir el voto secreto. La consecuencia fue el derrumbe de la oposición en el segundo día, seguido de la aprobación.

Brandmüller afirma que las decisiones de los obispos alemanes:  «contradicen diametralmente la enseñanza de la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica». Se pregunta si habrán olvidado los juramentos hechos en el momento de la ordenación sacerdotal y luego de la consagración episcopal. Las recientes decisiones de la asamblea alemana revelan para él «una comprensión de la Iglesia, de la doctrina de la fe y de la moral, que está lejos del auténtico anuncio de la fe de la Iglesia». El camino sinodal alemán parece pensar que puede adaptarse al espíritu de su tiempo, olvidando la revelación de Dios. No duda en calificarlo como:  «la rebelión del hombre contra su Creador, como la toma fatal del fruto del árbol prohibido, que en el curso de la historia humana se ha repetido una y otra vez, en formas siempre nuevas, y nos ha llevado a ríos de sangre y lágrimas”.

Ve un paralelo con las luchas de los siglos IV y V d.C., “cuando la mayoría de los obispos orientales de la herejía arriana negaron la divinidad de Jesús, mientras que San Atanasio, perseguido por ellos, fue expulsado varias veces de su sede episcopal o tuvo que huir”. Advierte a los obispos y laicos alemanes de las consecuencias de la herejía cuando añade: «Pronto los ejércitos del profeta de La Meca cayeron sobre estas iglesias, dejándolas en humo y en ruinas…». Brandmüller lleva tiempo alertando de que todo esto  podría conducir a una «Iglesia nacional» con «casi ninguna conexión con Roma» y que esto habría sido «ciertamente el camino más seguro hacia un declive». Esta votación manifestó el hecho de que el 82,2% de los miembros laicos del Sínodo contradecían diametralmente la enseñanza de la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica, peor aún, el 61,1% de los obispos votantes también lo hicieron.

Los obispos flamencos siguen flamencos y bendecirán las uniones de parejas homosexuales. La liturgia «fue publicada sin haber sido presentada previamente en el Vaticano» y así creen que  contribuirán «a una Iglesia hospitalaria que no excluye a nadie, que responde concretamente y que da cuerpo al deseo de prestar una atención explícita a la situación de los homosexuales, de sus padres y de la familia». Lo justifican porque  las parejas homosexuales «a menudo piden durante las reuniones pastorales un momento de oración para pedir a Dios que bendiga y perpetúe este compromiso de amor y fidelidad». En este revolutum que están montando pretenden que «debe quedar clara la diferencia con lo que la Iglesia entiende por matrimonio sacramental, es decir, una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer». Sencillamente, las parejas homosexuales “expresan ante Dios que quieren estar el uno para el otro en todas las circunstancias de la vida y oran por la fuerza para ser fieles el uno al otro. Incluso esta relación, aunque no sea una boda por la iglesia, puede ser una fuente de paz y felicidad compartida para las personas involucradas”.

Roberto de Mattei glosa el famoso «¿Quien soy yo para juzgar?»  «No manifiestan la actitud subjetiva de misericordia que todo católico debe tener en el caso concreto hacia un pecador, sino la negativa a expresar con claridad el propio juicio sobre un pecado objetivo».  «No es de extrañar que esta frase fuera interpretada en todo el mundo como un cambio, o una atenuación, de la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad. Presumiblemente, esa no fue la intención del Papa, impulsado a esas declaraciones por el afán político de complacer a sus interlocutores, pero el resultado fue desastroso».  «El Papa Francisco no quiere “calificar” de antidemocrática a la dictadura comunista china, pero su tarea es precisamente la de calificar, juzgar, definir, distinguir lo verdadero de lo falso, lo correcto de lo injusto». «Los criterios de juicio, para el Papa como para todo católico, no son políticos, sociológicos o filosóficos, sino sobrenaturales».

Citando a Dom Guéranger afirma con fuerza que el católico no debe limitarse a una lectura humana y naturalista de los acontecimientos históricos, porque estamos llamados por Dios a un destino sobrenatural. La razón, sin fe, es incapaz de comprender este destino: “La revelación sobrenatural no era necesaria en sí misma: el hombre no tenía derecho a ella; pero Dios la dio y la promulgó; pues entonces la naturaleza sola ya no es suficiente para explicar al hombre”. “Cualquier sistema histórico que prescinda del orden sobrenatural en la exposición e interpretación de los hechos, es un falso sistema que no explica nada y que deja la historia de la humanidad en permanente caos y contradicción”.

«¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?»

Buena lectura.

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