En las noticias de hoy aparece como el centro de la visita del Papa Francisco a Bulgaria a un campo de prófugos. Si no fuera porque estas personas, cada una de ellas, merece todo nuestro respeto la noticia la podríamos considerar una fake, una falsa en toda la profundidad del término. El llamado campo, que nos trae a la memoria las imágenes de los enormes campos de refugiados, se reduce a un albergue de 50 personas. Cuando menos la noticia es engañosa. Bulgaria es un país de emigración con casi dos millones de búlgaros, de una población actual de siete millones, que han abandonado su país. Esto no parece importante. Los búlgaros solo son importantes si viene en patera de manos de negreros y entonces empezamos con el discurso de los puentes y los muros. Los ortodoxos búlgaros no se fían y no se ajuntan.
El problema fundamental de lo que está sucediendo es que al católico medio, y no digamos si es argentino, las cosas del Papa Francisco le ponen de mal humos y prefiere no saberlas. El Papa Francisco se reduce a un nombre en el canon de la Misa y en algunos casos ni eso. Asistimos a una situación de tan bajo nivel humano e intelectual, y no digamos espiritual, que hace que el sentido común del pueblo de Dios se avergüence y se aleje de los que se presentan como sus legítimos pastores. Cada vez son menos los que prefieren cerrar los ojos y no ver, ni oír, y seguir ciegamente las consignas sin sentido.
Las posiciones políticas del Papa Francisco son las suyas, y las de Vaticano también, y no quiere decir que sean las mejores ni que por ser católicos las tengamos que seguir. A un católico le puede gustar Salvini o no gustar, puede ser europeista o contrario a la unión con todas sus fuerzas, le puede parecer que el planeta se calienta o que se enfría, puede ser muy arco iris o traerle sin cuidado el asunto. Ahora estamos en las eleciones europeas y parece que la posición del Papa Francisco está con los postulados de la Unión Europea en cuento realidad política. Es curioso que esta posición entra en contradicción con la situación política del estado Vaticano en que el Papa Francisco reina como único monarca absoluto. El Vaticano es un país extra comunitario. No pertenece a la Unión Europea ni lo desea. En los sacros palacios no quieren someterse a las duras leyes, sobre todo financieras, de la comunidad. Lo que no quiere para sí lo desea para los demás. Lo que es considerado un mal en la propia casa es considerado el mayor de los bienes en la ajena. Cosas del discernimiento y de los discernidores que no dejan de sorprendernos y tienen sus caprichos y sus discernadas.
En Europa la Iglesia Católica está desapareciendo y esto no parece preocupar a nadie. Se cierran conventos, monasterios y parroquias por toda su geografía en un proceso que se acelera por la ausencia de vocaciones y el envejecimiento de las existentes. Aprovechando que el Amazonas pasa por Alemania nos están intentado vender un cambio total en la Iglesia Católica. Este nuevo tiempo de las luces viene de manos de aquellos que han arruinado, y están encantados de haberlo hecho, a la Iglesia en sus propios países y nos quieren extender su fracaso urbi et orbi. Mars, el cardenal, que se está quedando sin bodas católicas, ve un resquicio de luz que pueda mejorar sus estadísticas en la bendición de parejas de todo tipo, Juana y su hermana o Juano y su hermano. Estamos al límite de considerar matrimonio a las parejas, fieles y estabilísimas, con los animales de compañía. Solo nos queda discernir un poco más pero en camino estamos de tan sabios discernimientos. Siguiendo a tan ilustres discernidores emprendemos el camino seguro del precipicio sea en Alemania, en Bélgica o en el Amazonas.
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La situación en Venezuela y la posible mediación vaticana no se dan por terminadas y pueden tener nuevos capítulos.
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«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre…»
Buena lectura.
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