Empezamos la Semana Santa y ayer, al final de la Misa de Ramos en la plaza, nueva aparición pública del Papa Francisco. Nos dicen, hay imágenes, que se detuvo a rezar ante la tumba del Apóstol Pedro y ante el monumento a Benedicto XV antes de regresar a Santa Marta. Bergoglio también saludó a algunos miembros de la Curia y entregó un pequeño regalo a una niña, en un encuentro preparado. La plaza de San Pedro estaba con una discreta asistencia, nuestra imagen de hoy, quizás incluso menor que en otros años por estas fechas sin ser jubileo. Ya nos hemos olvidado del ver una plaza de San Pedro llena, han pasado años. La breve aparición, por lo que podemos ver, muy forzada, indica la debilidad enorme del Papa Francisco y sus grandes dificultades, unidas a todas las demás, para poder incluso pronunciar una breve frase. Todo muy preparado para dar una imagen de normalidad que en ningún caso lo es.
Tras su alta hospitalaria el 23 de marzo, los médicos recomendaron una convalecencia protegida en el segundo piso de la residencia donde vive. Sin oxígeno de nuevo, en silla de ruedas acompañado por su enfermero de confianza Massimiliano Strappetti y un secretario. Deseó a los fieles una “feliz Semana Santa”. Se detiene para saludar a la Hermana Petrini, a Emilce Cuda. Se siente mejor y no parece tener intención de seguir la estricta prescripción médica que impondría dos meses de convalecencia en aislamiento en Santa Marta. Si bien no celebrará ni presidirá ninguno de los ritos de la Semana Santa, no estará ausente y de algún modo, a menudo de manera improvisada como la de hoy, participará en las celebraciones del período más sagrado de todo el calendario litúrgico. A estas alturas no sería de extrañar que el próximo domingo, Domingo de Pascua, además de impartir la tradicional bendición Urbi et Orbi desde la logia exterior de la Basílica de San Pedro, decidiera estar presente en la Misa de Pascua que, según sabemos y como escribimos hace unos días, será celebrada por el cardenal decano Giovanni Battista Re.
Al cardenal elector George Alencherry, le quedan cinco días, nació en una familia católica en Kerala (India) el 19 de abril de 1945. En 1961 ingresó en el seminario menor archidiocesano de Parel, también en Changanacherry. Completó sus estudios filosóficos y teológicos en el Seminario Pontificio de San José en Aluva. En París se doctoró en teología bíblica en la Sorbona y se especializó en catequesis en el Instituto Católico. El 11 de noviembre de 1996, Juan Pablo II lo nombró primer obispo de la nueva diócesis sirio-malabar de Thuckalay. Tras la muerte del Cardenal Varkey Vithayathil, el 24 de mayo de 2011, fue elegido canónicamente Arzobispo Mayor de Ernakulam-Angamaly en el Sínodo de Obispos de la Iglesia Sirio-Malabar. El indio Mar George Alencherry fue el cuarto arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly en recibir la púrpura. Participó en el cónclave de marzo de 2013 que eligió al Papa Francisco. Fue creado y proclamado Cardenal por Benedicto XVI en el Consistorio del 18 de febrero de 2012.
El lector Carlos Osoro Sierra, Arzobispo Emérito de Madrid (España), nació en Castañeda, diócesis de Santander, el 16 de mayo de 1945, le queda un mes de elector, tiene estudios de magisterio, pedagogía y matemáticas, ordenado sacerdote el 29 de julio de 1973. El 27 de diciembre de 1996 Juan Pablo II lo nombró obispo de Orense, el 7 de enero de 2002 fue promovido a arzobispo de Oviedo y el 8 de enero de 2009 fue trasladado por Benedicto XVI a la sede metropolitana de Valencia y el Papa Francisco lo nombró arzobispo de Madrid el 28 de agosto de 2014. Creado Cardenal por el Papa Francisco en el Consistorio del 19 de noviembre de 2016.
El Dicasterio para el Clero publicó ayer un decreto con nuevas normas sobre la disciplina de las intenciones de la Misa, aprobado por el papa Francisco el 13 de abril. El documento reitera que «según la costumbre aprobada por la Iglesia, es lícito que todo sacerdote que celebra la Misa reciba la ofrenda dada para que pueda aplicar la Misa según una intención específica». El decreto especifica que «la aplicación colectiva de múltiples ofrendas para una sola misa sólo se permite si los oferentes, previamente y explícitamente informados, han consentido libremente», y que «la voluntad de los oferentes nunca puede presumirse ni inferirse del silencio». Además, se recomienda “ofrecer la posibilidad de celebrar diariamente Misas de única intención” y se reitera que “es gravemente ilícita la aceptación de ofrendas con ocasión de una simple celebración de la palabra o de un simple recuerdo durante la Misa”. Llama a no degradar la tradición eclesial, recordando que «la Misa no es un premio para los perfectos, sino un remedio generoso y un alimento para los débiles».
Una vez más, la Santa Sede interviene en cuestiones delicadas de formas que parecen anacrónicas y distantes de la realidad concreta que se vive en las comunidades. En Europa, por ejemplo, asistimos a un descenso progresivo de las peticiones de celebración de Santas Misas, tanto por los difuntos como por los vivos, son muchos los sacerdotes que no cuentan con la intención de la misa de forma ordinaria. En muchos casos la gente ni siquiera es consciente de que se puede celebrar una misa por sus intenciones. “Si el Papa dice que el infierno está vacío, ¿qué sentido tiene celebrar misas por los difuntos?” ¿Cómo podemos culparlo? Para los sacerdotes diocesanos, el salario vinculado al sostenimiento del clero es a menudo insuficiente. Lo mismo ocurre con las personas religiosas, que deben depender del apoyo financiero de sus comunidades. Los costos que hay que afrontar, unidos a las solicitudes de ayuda que muchos sacerdotes reciben diariamente, superan ampliamente las posibilidades que ofrecen las formas de apoyo actuales. Puede que algunos sacerdotes busquen en ellas una manera de “ganar dinero”, pero es una minoría. El riesgo es que, en el intento de contener algunos casos extremos, terminemos fomentando el laicado contra la gran mayoría de los sacerdotes, que cada día desempeñan su ministerio con dedicación, en medio de mil dificultades y con cada vez menos recursos disponibles.
A consecuencia del espolio pontificio en la Basílica de San Pedro, recordamos que no es, ni mucho menos, el primer Papa que renuncia a la tradicional sotana y solideo blanco. Los menos jóvenes, que no sólo han conocido un pontificado marcado por la enfermedad, recuerdan cómo Juan Pablo II fue un Papa deportista en sus primeros años . Entre sus grandes pasiones estaba el esquí, que practicó en su juventud en los montes Tatra, al sur de Cracovia. En los años 60, durante sus estancias en Roma con motivo del Concilio Vaticano II, Wojtyla conoció el Terminillo, la montaña de los romanos. Una vez elegido Papa, el polaco no renunció a la nieve y su viaje más famoso sigue siendo el de 1984 a un refugio en Adamello en compañía del entonces presidente de la República Italiana, Sandro Pertini. Ambos filtraron la noticia vía Ansa y las imágenes de un Papa con botas de esquí rojas, un mono azul , gafas de sol y un gorro de lana siguen siendo históricas. Continuó esquiando de incógnito en el Gran Sasso hasta 1994, debido a una fractura de fémur derecho. Juan Pablo II también fue fotografiado por Roberta Hidalgo y otros tres colegas en traje de baño y gorro de baño mientras nadaba en la piscina construida para él en la residencia papal de Castel Gandolfo. Informado de la existencia de las imágenes, Wojtyła dio su consentimiento para su publicación, pero el asunto se convirtió en una historia de espionaje con participación del P2.
Pío IX, el último Papa rey, eliminó la sotana blanca. Lo hizo en el otoño de 1848, frente a los movimientos revolucionarios que conducirían al nacimiento de la República Romana. Pío IX se dio cuenta de que Roma ya no era segura para él y al amanecer del 24 de noviembre de 1848 se quitó el hábito blanco pero también «el camauro y las babuchas rojas de marroquín con cruces bordadas en la parte superior» y salió del Quirinal vistiendo una sencilla sotana negra de sacerdote . Abandonó la Ciudad Eterna en el carruaje de la condesa Teresa Giraud Spaur, se detuvo en Albano Laziale y luego reanudó su huida hacia Gaeta donde fue acogido por el rey de las Dos Sicilias, Fernando II. El profesor Alberto Melloni explicó que Pío IX solía salir del Quirinal para ir a tomar un café en la Piazza Venezia, vestido como un simple sacerdote. Seguro que hay otros casos históricos de espoliación pontificia, en estos tiempos en los que todos llevamos una cámara en el bolsillo son más complicados de ocultar. El caso del espolio del Papa Francisco se produce en el interior de la Basílica, no para esquiar, o tomar un baño, ni mucho menos, para salir corriendo ante sus enemigos, en esto si puede que sea único.
«Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis».
Buena lectura.
I. Introducción
En mi estricta opinión personal, sacar a pasear a un pontífice bien vestido durante unos minutos, haciendo pequeños saludos y diciendo una frase breve, no significa en absoluto que sea capaz y competente para seguir desempeñando la monarquía dual como jefe de Estado y jefe de la Iglesia o Papa.
El Papa Francisco, de 88 años, sufrió una neumonía grave en 2025 que lo tuvo 38 días hospitalizado, con dos momentos críticos en los que estuvo al borde de la muerte.
Actualmente, está muy limitado: casi no puede hablar en misa, se desplaza en silla de ruedas, no sostiene la hostia ni la copa.
Estas limitaciones indican que su mente y cuerpo ya no le permiten ser Papa —líder espiritual de 1.400 millones de católicos y jefe del Vaticano— ni ahora ni en el futuro, dado que sufre una degradación progresiva e irreversible por senescencia y complicaciones de enfermedades asociadas a la edad.
Se puede comparar su estado con la demencia, el ictus cerebral y la hipoxia cerebral (causada por la neumonía), grabado por la senescencia, analizando su dependencia física, capacidad general y estado mental para determinar si puede seguir al mando.
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II. Comparación: hipoxia del Papa, ictus, demencia y senescencia
A. Situaciones
1. Hipoxia cerebral del Papa
El Papa sufrió hipoxia cerebral: sus pulmones, dañados por la neumonía, no enviaron suficiente oxígeno al cerebro durante semanas, como una planta sin agua.
Sus cercanos afirman que estuvo cerca de la muerte dos veces, lo que implica una hipoxia máxima.
2. Ictus cerebral
Un ictus es como un infarto cerebral: una arteria se obstruye o rompe, dañando una zona del cerebro en minutos.
3. Demencia
La demencia es un deterioro lento, como una niebla que cubre la mente con el tiempo, afectando recuerdos y habilidades.
4. Senescencia
La senescencia es el envejecimiento biológico, un deterioro progresivo, irreversible y creciente con la edad de todos los sistemas del cuerpo.
Reduce la capacidad funcional, causa fatiga, menor resistencia a enfermedades y prolonga las convalecencias, ya que el desgaste natural se acumula sin posibilidad de revertirse, afectando órganos y energía.
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B. Cómo afectan
1. Hipoxia
La neumonía dejó al Papa con poco oxígeno en sangre, como si respirara a medias.
Durante 38 días, con dos crisis graves, su cerebro se debilitó, como una bombilla que parpadea.
Ahora no habla ni se mueve, lo que sugiere un daño severo.
2. Ictus
Una arteria bloqueada o rota provoca la muerte rápida de una zona cerebral.
Si afecta el habla, la persona queda muda; si afecta el movimiento, no camina.
Es como un rayo que quema un cable.
3. Demencia
La mente se desgasta lentamente, a veces durante años (como en el Alzheimer).
La persona pierde recuerdos, se confunde y, al final, no puede hacer nada sola.
Es como una casa que se derrumba ladrillo a ladrillo.
4. Senescencia
El envejecimiento afecta todos los sistemas del cuerpo de forma progresiva e irreversible, reduciendo la capacidad de recuperación y agravando los efectos de otras enfermedades.
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C. Semejanzas
1. Problemas mentales
Los cuatro procesos pueden causar olvidos, lentitud mental o confusión.
Por ejemplo, el Papa podría olvidar una oración, como alguien con ictus que no recuerda un nombre o con demencia que no sabe dónde está.
2. Problemas físicos
Pueden limitar el habla o el movimiento.
El Papa no habla ni sostiene la hostia, similar a un paciente con ictus que no mueve un brazo o con demencia que no se levanta.
3. Pruebas diagnósticas
Los médicos usan pruebas como el MoCA (evalúa memoria) o el MMSE (evalúa orientación) para los tres casos, ya que miden el estado mental.
Por ejemplo, el Papa podría fallar al dibujar un reloj, como ocurre en ictus o demencia.
4. Impacto en la capacidad
Si son graves, impiden liderar o trabajar.
El Papa necesita pensar para escribir documentos importantes, al igual que un paciente con ictus o demencia necesita habilidades para vivir solo.
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D. Diferencias
1. Velocidad
La hipoxia fue prolongada (38 días), el ictus es súbito (minutos), la demencia es gradual (años) y la senescencia es un proceso continuo.
2. Zona afectada
La hipoxia daña el cerebro de forma difusa, el ictus afecta una región específica (como el habla), la demencia compromete varias áreas (especialmente la memoria) y la senescencia afecta todo el organismo.
3. Causa
La hipoxia proviene de los pulmones, el ictus de arterias, la demencia de placas o envejecimiento y la senescencia de la edad.
4. Recuperación
La hipoxia y un ictus leve pueden mejorar con terapia; un ictus grave o la demencia rara vez lo hacen.
La senescencia es irreversible.
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E. Grados de equivalencia
1. Hipoxia del Papa
a. Gravedad
Muy grave. No hablar, no moverse y no sostener la hostia sugieren un cerebro severamente dañado.
b. Ejemplo
En misa, está en silla de ruedas, mudo, sin actuar, como si su mente estuviera a medias.
2. Ictus equivalente
a. Gravedad
Similar a un ictus grave
El Papa está mudo e inmóvil, pero podría entender algo
b. Ejemplo
Un paciente con ictus grave no reacciona; el Papa observa, pero no lidera.
3. Demencia equivalente
a. Gravedad
Similar a una demencia grave
No habla ni actúa solo, aunque podría entender algo más
b. Ejemplo
Una persona con demencia grave está ausente; el Papa está presente, pero igual de limitado.
4. Senescencia
a. Gravedad
Agrava los otros procesos, ya que el envejecimiento reduce la capacidad de recuperación y potencia los efectos adversos de la hipoxia.
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F. Conclusión de la comparación
La hipoxia del Papa es grave, comparable a un ictus grave o una demencia grave.
No hablar ni moverse lo sitúa en un nivel de dependencia total, aunque podría conservar algo de comprensión, a diferencia de casos extremos de ictus o demencia.
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III. Dependencia física del Papa
A. Limitaciones físicas
1. No habla casi nada
En misa, no reza, no lee ni predica.
Es como un maestro sin voz: su intención está, pero no se expresa.
Podría deberse a un daño cerebral en el área del habla, como en un ictus o demencia grave.
2. No se mueve de la silla de ruedas
No camina ni se levanta solo, como un capitán atrapado en su barco, dependiendo de otros para desplazarse.
3. No sostiene la hostia ni la copa
No puede realizar el gesto central de la misa, como un pintor que no agarra el pincel.
Esto ocurre en ictus o demencia cuando los brazos no responden.
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B. Impacto en su monarquía dual
1. Iglesia
Como Papa, debe rezar, predicar y bendecir.
Sin hablar ni sostener la hostia, no celebra misas ni administra sacramentos.
Otros lo hacen por él, pero los fieles extrañan su voz y liderazgo.
2. Vaticano
Como jefe de Estado, debe firmar documentos y dialogar con líderes.
Sin voz ni manos, no negocia ni actúa solo, como un rey que no puede sostener su corona.
3. Ejemplo
En una misa en San Pedro, el Papa está en su silla, callado, con las manos inmóviles.
Un cardenal lee la homilía y alza la hostia por él.
La gente reza, pero siente un vacío: el Papa está presente, pero no guía.
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C. Comparación
1. Hipoxia
Su dependencia (no hablar, no moverse) es grave, como si el cerebro no enviara órdenes al cuerpo, similar a su estado actual.
2. Ictus
En un ictus grave, la persona queda muda e inmóvil, como el Papa.
En uno leve, habla o camina algo, lo que no es su caso.
3. Demencia
En la demencia grave, no se mueve ni habla al final, igual que el Papa.
En una demencia leve, solo hay cansancio, no comparable.
4. Senescencia
El envejecimiento agrava su dependencia, reduciendo la capacidad de recuperación y prolongando los efectos de la hipoxia.
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D. Evaluación médica
1. Escala ADL
La Escala de Actividades Diarias mide la autonomía en tareas como comer, vestirse o caminar.
El Papa está en el nivel más bajo:
a. Posiblemente come con ayuda.
Traga, pero no sostiene utensilios.
b. No se viste, no se baña, no camina ni se levanta solo. Necesita asistencia total.
2. Conclusión médica
Esto equivale a un ictus grave o demencia avanzada, donde se requiere asistencia constante.
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IV. Capacidad general para ser Papa
A. Requisitos del cargo
1. Tareas principales
Ser Papa implica tareas complejas: predicar al mundo (homilías), liderar misas (consagrar la hostia) y gobernar el Vaticano y la Iglesia (firmar leyes, recibir líderes).
B. Pruebas principales
1. MoCA (prueba de memoria y pensamiento)
a. Objetivo
Evalúa si el Papa puede planificar (organizar una reunión de obispos) o recordar (nombres de cardenales).
b. Ejemplo
Le piden memorizar “cruz, biblia, cáliz”.
Antes recordaba dos; ahora, sin hablar, podría no responder o hacerlo brevemente.
c. Estado
Puede entender algo, pero no lidera solo.
d. Comparación
Similar a un ictus grave (pensamiento limitado) o demencia grave (confusión). El Papa podría estar algo mejor, pero no mucho.
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2. MMSE (prueba de orientación)
a. Objetivo
Evalúa si sabe dónde está (en el Vaticano) o habla claro (rezar).
b. Ejemplo
Preguntan “¿Qué día es?”.
Antes dudaba poco; ahora, mudo, no responde o dice algo breve.
c. Estado
Quizás sabe cosas, pero no las expresa.
d. Comparación
Igual a un ictus grave (mudo) o demencia grave (confuso).
Podría entender más, pero no se evidencia.
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3. ADL (autonomía)
a. Objetivo
Evalúa si realiza tareas solo (alzar la hostia).
b. Ejemplo
Antes comía solo; ahora no sostiene nada.
c. Estado
No actúa sin ayuda.
d. Comparación
Como un ictus grave (inmóvil) o demencia grave (dependiente).
Igual de limitado.
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C. Capacidad general
1. Requisitos específicos
El Papa debe:
a. Hablar
No puede, está mudo
No da homilías ni escribe solo.
b. Liderar misas
No sostiene la hostia ni se mueve.
Otros celebran por él.
c. Gobernar
No firma ni negocia solo.
Asiente, pero otros deciden.
2. Ejemplo
En una reunión, el Papa está callado en su silla.
Un asistente lee un discurso, otro firma un documento.
Puede observar, pero no lidera.
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D. Comparación
1. Hipoxia
No cumple los requisitos mínimos.
Su estado es grave, como el actual.
2. Ictus
Un ictus grave también falla en todo.
Uno leve permite hablar, no como el Papa.
3. Demencia
La demencia grave es equiparable.
Una leve no es tan limitante.
4. Senescencia
Agrava su incapacidad, al reducir la resiliencia y potenciar los efectos de la hipoxia.
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E. Conclusión
No alcanza los mínimos para ser Papa activo.
Como en un ictus grave o demencia grave, no lidera sin ayuda total.
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V. Capacidad mental para ser Papa
A. Requisitos mentales
1. Tareas principales
El Papa necesita una mente clara para decidir (elegir obispos), inspirar (hablar al mundo) y gobernar (negociar paz).
2. Estado actual
Su hipoxia, con no hablar ni moverse, sugiere un cerebro gravemente afectado.
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B. Capacidad mental
1. Iglesia
Debe predicar, rezar y decidir.
Sin hablar, no da homilías ni elige obispos solo.
Otros actúan por él, como en un ictus o demencia grave.
2. Vaticano
Debe negociar y firmar.
Sin voz ni manos, no dialoga con líderes ni firma.
Depende de otros, como en casos graves.
3. Ánimo
Si está triste, no motiva, similar a un ictus o demencia grave.
4. Ejemplo
En una misa en San Pedro, el Papa está en su silla, mudo, sin mover las manos ni sostener la hostia.
Un cardenal reza y alza la hostia por él.
Los fieles lo ven, pero sienten silencio: el Papa está presente, pero no guía, como alguien con ictus grave o demencia grave que solo observa.
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VI. Conclusión final
El Papa Francisco, tras una neumonía que privó de oxígeno a su cerebro, está en un estado crítico: no habla, no se mueve, no sostiene la hostia.
Su hipoxia grave es comparable a un ictus grave o una demencia grave: depende totalmente de otros, no habla ni lidera.
Físicamente, es como un rey sin fuerzas.
Mentalmente, su mente está a medias, quizás comprende algo, pero no guía la Iglesia ni el Vaticano.
La senescencia agrava este proceso degenerativo, irreversible por la edad y las enfermedades, que se intensifican y se refuerzan mutuamente.
No cumple los requisitos para ser Papa activo: no reza, no consagra, no negocia.
Aunque sea querido por algunos fieles, su cuerpo y mente no pueden más.
Debería ceder sus funciones, como en una sede impedida (CIC 335), equivalente a una vacante por incapacidad total, convocando un cónclave para elegir un nuevo Papa.
Es como un paciente con ictus grave o demencia grave: presente, pero sin liderar.
Nada mal la explicación del espolio de Francisco y la comparación con casos anteriores.
Como bien dice, hay hoy en día demasiadas cámaras, y hay también demasiada «excitación», comentarios, afirmaciones, negaciones, murmuraciones… todo se «sabe» y se «ve» en el instante mismo de suceder. Eso no ayuda para nada a la reflexión, la meditación, la oración…
Dios quiera que al menos esta Semana sí sea de silencio, reflexión y oración.