La plaza de San Pedro y la basílica vuelven el culto, la autodestrucción de la iglesia, cónclave en marcha, los testamentos de Benedicto XVI.

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En este momento, la cola para rezar ante los restos mortales del Papa Benedicto XVI da la vuelta a todo el hemiciclo del Bernini. Los que entran y salen se entrecruzan y empiezan los preparativos para el funeral de jueves.  Iniciamos  las comparaciones, pero es evidente que asistimos a  un verdadero milagro. Juan Pablo II murió en activo, y su enfermedad y muerte dieron la vuelta al mundo, Benedicto XVI lleva 10 años retirado. La secularización externa y la apostasía interna en estos últimos 20 años ha sido de antología. El pontificado del Papa Francisco ya no mueve a nadie, asistimos a audiencias, una tras otra, con vacíos clamorosos. Hoy la plaza vuelve a recobrar vida y vida muy joven, no vemos la cola llena de ancianos nostálgicos, sino a jóvenes para los que Benedicto XVI era, es y seguirá siendo una referencia en su vida cristiana.

El poder espiritual siempre es misterioso, no se mueve por las técnicas humanas. El mismo Maquiavelo lo entendió en su ‘principe’ y no se atrevía a opinar. Todos los grandes dictadores que en el mundo han sido, todos los imperios han terminado cayendo de una forma o de otra. La complicada convivencia entre el poder temporal y espiritual en el papado ha hecho correr ríos de tinta y de sangre. Hoy estamos ante un papa que nunca deseo el poder temporal, es más , renuncio a él, con una libertad que este mundo no entiende. Estamos ante un papa que creía profundamente en el poder de la Verdad, que amaba la Verdad, que ha muerto amando la Verdad en sus labios. Esto se ve, y arrastra, no son palabras vacías y sin sentido, son palabras vividas.

Empezamos a contar con muchas reacciones tras la desaparición del primer «papa emérito» de la historia y sucede en los que muchos consideran la crisis más grave que ha vivido la Iglesia de Cristo en dos milenios de vida.  «Una vez que asumieron las palancas de mando de la institución, el clero traidor, rebelde y revolucionario inició su obra destructiva, a todos los niveles, doctrinal, litúrgico y pastoral, en la fuerza del engaño perpetrado contra los fieles y el bajo clero, que hizo creer que querían implementar solo una actualización del lenguaje y las herramientas operativas (liturgia y ritos) a la sensibilidad moderna, mientras se procedía al desmantelamiento progresivo.

Si bien continuaron presentándose como seguidores de Cristo, en realidad estaban operando a favor de su enemigo, el diablo, creando una imagen falsa de la Iglesia y una imagen falsa de Cristo, detrás de la cual se escondía su verdadera intención, la sustitución del Reino Social de Cristo con el reino de Satanás».  «El derribo de la doctrina bimilenaria se llevó a cabo presentándola como rígida, divisoria, desprovista de misericordia: dogmas, mandamientos y preceptos fueron retratados con picardía como piedras arrojadas a pobres seres indefensos… Jesús habría venido a proclamar amor, en versión hippy, New Age, para no traer la división entre el bien y el mal, para separar el buen trigo de la mala hierba».

Nos sorprende que un medio con ‘Republica’ , tan amado por el Papa Francisco, se descuelga con «Malos humores para el funeral de bajo perfil del pontífice emérito. Pero eso es solo el comienzo.»  «Un ajuste de cuentas entre «bergoglianos» y «no bergoglianos». Establecer definitivamente el equilibrio de poder dentro de la Iglesia. Pero también para preparar cualquier futuro Cónclave. La muerte del Papa Emérito Benedicto XVI no es solo una cuestión litúrgica. Se está convirtiendo en una confrontación política. En cuyo centro se encuentran el Pontífice reinante y sobre todo sus seguidores. En los últimos años, además, ha quedado bastante claro que más de un desacuerdo interno había acompañado el pontificado de Francisco. La presencia silenciosa y nunca opuesta de Ratzinger a su sucesor fue una suerte de paraguas protector respecto a una potencial escalada. Ahora, sin embargo, el escudo de Benedicto XVI ya no está. Y en los silenciosos pasillos de la Santa Sede algo se movió de inmediato».

«Las representaciones diplomáticas en el Vaticano así lo entendieron. Quienes han recibido informalmente un mensaje muy concreto: el funeral de Ratzinger se realizará el 5 de enero, pero no se prevén invitaciones oficiales a los Estados acreditados ante el Sagrado Trono. De momento las únicas delegaciones que podrán estar presentes según el estricto protocolo de la ceremonia serán la italiana y la alemana».  Según los «no Bergogliani», el objetivo es limitar su solemnidad y su capacidad de agregación. Al final se llegó a la fecha del 5 de enero por las protestas de muchos cardenales y obispos que habrían tenido una imposibilidad objetiva de llegar a Roma desde los cinco continentes». «Nadie piensa que Francisco esté a punto de hacer el mismo gesto que Benedicto XVI, pero nadie lo descarta. Además, el mismo Pontífice dio la impresión de moverse con la intención de modificar la geografía del Cónclave que deberá elegir a su sucesor». «El Cónclave no está convocado, pero parece estar en marcha».

Empezamos con otra polémica sobre el testamento de Benedicto XVI fechado en 2006, casi al inicio de su pontificado. ¿Estamos ante el único testamento?, ¿es un primer testamento?, ¿es una primera parte?, ¿hay algo más?. Muchas preguntas en el aire que dejan dudas sobre quién tanto ha escrito y ha tenido mucho tiempo para hacerlo. Otro dato que nos da la impresión de que se quiere terminar cuento antes con los cariños que estamos viendo y que Benedicto XVI pase a ser un pasado lejano y no un presente vivo.  El legado más estrictamente espiritual también se publicará en el libro «Nada más que la verdad», escrito por  Gänswein, con Saverio Gaeta, que saldrá a principios de enero, el texto fue revisado por el propio Benedicto y parece que quería que fuese publicado después de su muerte. También existe un ‘testamento material’ en manos de Don Georg.

Ilustramos hoy con las manos del Papa Benedicto XVI, que tanto han escrito y tanto nos ha dejado escrito para las generaciones venideras. Lleva un anillo con la medalla de San Benito. Ya está en San Pedro, ya vuelve a estar rodeado del cariño de los fieles, ya no mandaba nada, ya no era nadie; a los ojos del mundo un pobre anciano, a los ojos de sus enemigos, un fracasado; pero diez años después de su renuncia sigue atrayendo. Sus últimas palabras:  «¡Señor, te amo!».

«…en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».

Buena lectura.

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