El Papa Francisco, en la exhortación apostólica Querida Amazonia, no entró en el tema de los «sacerdotes casados» ni de los «viri probati». «Spiazzare», uno de los verbos más utilizados por los comentaristas después de la lectura completa del documento del Santo Padre y que encaja perfectamente. ¿Qué pasó de octubre a febrero? Entre el Sínodo pan-amazónico, donde se discutieron varias innovaciones y la publicación del texto papal, la posición pública del papa emérito es el hecho más importante. De hecho, una revolución «bergogliana» habría negado los argumentos de su predecesor que aunque no es un dogma, se califica como una «gracia de Dios». Si se hubiera reformado el celibato, habríamos tenido dos posiciones muy diferentes. ¿Un papa y un antipapa? No tanto quizás, pero sí algo muy difícil de manejar en los medios.
El Vaticano especificó de inmediato, tan pronto como se dio la noticia de la inminente publicación del libro de Benedico XVI y Sarah de cómo el pensamiento de Papa Francisco sobre el celibato siempre había coincidido con el de Benedicto XVI. Excepciones, sí, pero solo para algunos casos específicos, como para algunas «islas del Pacífico». Luego se publicó una entrevista de libro con el Papa Francisco de Don Luigi Maria Epicoco. Una obra en la que también se subraya que el Papa Francisco tiene la misma visión sobre la ordenación sacerdotal de San Juan Pablo II. La conocida «hermenéutica de la continuidad».
Pero entonces, ¿por qué muchos, casi todos, dijeron que estaban seguros de que el Papa Francisco estaba a punto de cambiar las reglas básicas del sacerdocio? El Papa puede haber cambiado de idea en estos meses tanto por razones externas al debate de estos meses como por el propio debate. Cuando se anunció ‘desde el fondo de nuestros corazones’, los progresistas comenzaron a apresurarse, como siempre. El emérito había vuelto a «romper el silencio», alterando los planes de «guardianes de la revolución». Sucede cada vez que Benedicto XVI abandona la dimensión privada. En Querida Amazonia, la exhortación post-sinodal del Papa Francisco, no hay excepción a la ordenación sacerdotal: el celibato no ha sido tocado. Tal vez se deba a las lagrimas de Benedicto XVI por la batalla interna que estamos viviendo en la Iglesia.
La apelación final del cardenal George Pell contra la condena por abusos sexuales a menores se resolverá en el Tribunal Supremo de Australia los días 11 y 12 de marzo. Es la última vía para que el que fuera encargado de las finanzas del Vaticano, y hombre de confianza del Papa Francisco, y declarado culpable por un jurado en diciembre de 2018 pueda salir de la cárcel.
«Lo sabías y no actuaste». Las víctimas de abusos por parte de sacerdotes y religiosos del Instituto Provolo de Verona, con un centro también en América del Sur, específicamente en Mendoza, Argentina, dedicado a niños sordos y mudos, recurren al Papa Francisco en términos inequívocos. Estarán la próxima semana en Roma y Ginebra para informar de que sufrieron casos de violencia y violaciones de los derechos humanos y pedir una reunión pública con el Papa exactamente un año después de la cumbre que se celebró en el Vaticano el año pasado sobre el tema de la pedofilia en la Iglesia.
Los obispos africanos no son escuchados cuando hablan de la inmigración que tanto del afecta. Los países y familias africanos invierten grandes sumas de dinero en la formación de profesionales para ayuda a mejorar las condiciones de vida de las personas. Lamentablemente, muchos de ellos abandonan sus países inmediatamente después de su especialización con la esperanza de encontrar mejores condiciones de trabajo y remuneración. Los obispos piden que los países africanos tomen medidas urgentes para mejorar las condiciones de vida y trabajo en el continente para evitar la «fuga de cerebros» para que las personas no abandonen el país absorbidos por las sociedades desarrolladas. Interesante artículo del Blog de Tosatti en el que recoge muchas intervenciones de obispos africanos cargadas de sentido común.
El jesuita estadounidense y astrónomo y director histórico del Observatorio Vaticano George Coyne murió el 11 de febrero, a la edad de ochenta y siete años. Fue apodado «el astrónomo del Papa» por estar casi 30 años, de 1978 a 2006, hasta a los 73 años, al mando de la Specola del Vaticano, estableciendo el récord de duración como director de la prestigiosa institución encomendada por los Papas a la Compañía de Jesús. Trabajó estrechamente con Juan Pablo II y en su largo mandato modernizó el papel de la Specola, por su consejo, durante el pontificado de Juan Pablo II, se rehabilitó por parte de la Santa Sede a Galileo Galilei.
«Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer…»
Buena lectura.
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