Otro día pleno de información que desborda el trabajo de nuestra pequeña escuadra. El 16 de octubre se han celebrado los 40 años del inicio de pontificado de Juan Pablo II, tan cercano y tan lejano. Uno de los más largos de la historia de la Iglesia y estamos seguros que pasará como un hito en tiempos de descomposición. No podemos caer en la tentación, ni de lejos, del todo bueno o todo malo. La grandeza y santidad personal de Juan Pablo II y su magisterio marcan el paso de milenio. Son muy pocos los papas que serán recordados en los siglos venideros y Juan Pablo II será uno de ellos. El tiempo pasa para todos y para los sacerdotes que ya empiezan a peinar canas el ‘concilio’ – el Concilio Vaticano II – es tan histórico como el primero o el de Nicea. El último concilio no quiso tocar temás dogmáticos y por tanto ni de lejos cambiar la doctrina secular de la Iglesia Católica sino que pretende, al menos eso nos vendieron, el aggiornamento, la puesta al día, de la doctrina de siempre. Hoy parece que se quiere interpretar como una refundación de la Iglesia rompiendo con uno de sus fundamentos que es la tradición vivida por el pueblo de Dios durante casi dos mil años. El profesor Roberto De Mattei nos ofrece su visión de los santos verdaderos y falsos de nuestro tiempo. El Papa Francisco plantea todo su pontificado como un llevar a delante el ‘concilio’. Expresión tan indefinida como la rigidez, el discernimiento o el diálogo. Son palabras bonitas y de moda que no nos llevan a ninguna conclusión.
Entre los cambios radicales que nos quieren introducir es en contemplar las nueva realidades del matrimonio. El matrimonio existe desde que el mundo es mundo y nosotros tenemos un sacramento que viene a santificar una realidad natural preexistente. Inventarse algo en este punto corre el riesgo, más bien la certeza , de pasar a la historia como una verdadera locura. Nos suponemos que en el documento final del sonidillo se dejaran vaguedades suficientes para dejar rendijas abiertas que na harán sino incrementar la confusión.
Las palabras se las lleva el viento y son las obras las que certifican su autenticidad. A Jesucristo le seguían no solo porque hablaba bien sino porque sus obras se correspondían con sus palabras y eso le daba autoridad. Se nos predica la transparencia, la tolerancia cero y mil mandangas más. Para una vez que un tribunal francés llama a comparecer al prefecto de la Doctrina de la Fe, el cardenal Ladaira, se alega inmediatamente la inmunidad diplomática y al mismo tiempo el Papa Francisco pide a los seminaristas lombardos que si ven escándalos que los comuniquen inmediatamente al obispo. Visto lo visto en Tegucigalpa, por citar solo uno de los casos recientes, está la cosa como para fiarse. O mucho cambian las cosas, o lo que se impone es el más absoluto silencio. Después de tantos años de tolerancias episcopales, de grandes felicitaciones papales a encubridores en serie como Wuerl , de continuidad entusiasta de todo el club ‘macarrista’, de las calumnias tan documentadas de Edgar, de las gestiones de Arana en Chile, de…el obispo es el menos indicado para confidencias de ningún tipo y menos sobre temas tan resbaladizos. El senado Francés se plantea una comisión nacional de investigación sobre abusos en la Iglesia Católica, la que faltaba.
Los obispos Chinos, los patriotas asistentes al sínodo, han invitado al Papa Francisco a visitar China continental. En el Vaticano no ha gustado nada el especial sobre la capilla Sixtina del conocido documentalista Alberto de Angela. En Venecia tenemos 50 capellanes de hospitales contratados para la atención pastoral. La iglesia Italiana mira para otro lado en las cosas de abusos a pesar de los centenares de casos que inundan los tribunales civiles. El cisma imperial Ruso sigue siendo noticia por ir en contra del querer público y publicado de Papa Francisco. La prensa progre abandona a Bergoglio al que había defendido como gran timonel de la humanidad.
Terminamos con Teresa, nuestra santa mística de Avila:
«A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.»
«La mies es abundante y los obreros pocos.»
Buena lectura
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En Venecia NO hay 50 capellanes de hospital “indagados por cosas de dineros”, SINO contratados. Simplemente. Que cumplen su misión y son muy apreciados, según dice el artículo.
Tiene toda la razón, las prisas no son buenas consejeras. Muchas gracias.