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Irlanda ya no es católica, la calidad y el número de las vocaciones, en Palermo desaparece la mafia, la vida empieza a ganar.

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Hoy es un día que podemos llamar de continuidad. No tenemos  temas nuevos y se reflexiona sobre los viejos. La iglesia Irlandesa ha estado más que ausente en el debate sobre el aborto y la vida. Es increíble ver como países que han tenido un catolicismo  con una gran fuerza dentro y fuera de sus fronteras los vemos diluirse sin remedio. Europa se descristianiza a pasos agigantados, vivimos las consecuencias de un proceso que empieza en los años conciliares y que está culminado con la desaparición del cristianismo como hoy lo conocemos en la parte del mundo que era la referencia.

Hasta hace poco tiempo se oía defender el reducido número de vocaciones con la tan repetida máxima que es mejor calidad que cantidad. Se daba a entender que cuando eran muchas las vocaciones eran malas y cuando son pocas son buenas. Esto es tan simple como el principio de ricos = malos y pobres = buenos. La realidad es que cuando hay muchos es mas fácil el poder hacer una buena selección y cuando son pocos es imposible. En estos momentos se vive una cierta competencia en la miseria y los obispos y rectores intentan sumar lo que se pone por delante para que lo números nos sean tan desastrosos. La manga ancha, o mejor la manga inexistente, hace que todo sea bueno para el convento y se abren las puertas a los que sea ante el miedo al vacío. Las consecuencias son que pocos y con problemas. Si además unimos que los que van buscando una buena formación escapan de estos seminarios rebajados y se refugian en los pocos lugares que se vive un mínimo de fidelidad a la iglesia unimos un problema más. Las vocaciones siempre han surgido en torno a sacerdotes y religiosos con vidas entregadas al evangelio y que atraían a jóvenes que  los querían seguir. Los candidatos no son personalidades amorfas  de los que se puede hacer un diseño de cura del futuro programado desde arriba. Saben lo que quieren y lo que no como mucha claridad.

La polémica causada por la afirmación del Papa Francisco de impedir la entrada en los seminarios y noviciados de personas homoxesuales o sospechosas sigue coleando. La normativa de la iglesia es clara, muy clara, el problema es que se han quitado todo tipo de prevenciones porque es necesario mantener unos números. Si destruimos la esencia del sacerdocio con juegos como la intercomunión, el sacerdocio femenino y demás historias, no podemos pretender que vengan muchos a los seminarios. Para ser agentes sociales hay otros cauces en la sociedad sin necesidad de tantas complicaciones.

En China seguimos con la destrucción de símbolos religiosos mientras las discretas negociaciones siguen su ritmo. El pueblo de Dios no parece interesar mucho en China ni en otros lugares.

El alcalde de Palermo da la bienvenida al Papa Francisco y en el comunicado oficial ya tenemos dos versiones. En una de ellas aparece citada la lucha anti mafia y en la definitiva se ha hecho desaparecer alegando un error de redacción. En Sicilia siguen llegando inmigrantes y ayer fueros 1.400. Si esto no es una invasión programada se le parece mucho. Llegan de manos de organizaciones alemanas que los recogen en el mediterráneo y los depositan en las costas Italianas.

Algo se está moviendo en la defensa de la vida y hasta el presidente de estado unidos empieza a quitar ayudas a clínicas abortistas. Son hechos que empiezan a extenderse y se ve el fruto de tantos años de lucha por la vida. Hace años se decía que los últimos que se habían sumado al hábito de fumar eran las mujeres y los curas, costumbre hoy demonizada en la mayoría de ámbitos sociales. Hoy la iglesia Católica ha rebajado sus condenas a este tipo de prácticas cuando cada vez más ámbitos sociales las ven como una brutalidad. Esperemos que sea el principio del fin de una triste historia que nunca tendría que haber existido y que degrada la naturaleza humana a límites peores que los de cualquier especie animal que esto nunca lo haría. Los aires están cambiando y para bien, esperemos que los tiempos sean cortos porque nos estamos jugando vidas inocentes cada hora que pasa.

El evangelio de hoy termina con la promesa «sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». No dudamos que es así y en EL ponemos nuestra esperanza.

Buena lectura.

 

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