Y hace bastante tiempo que se acuño el término «Homoherejía» para referirse al cúmulo de sin propósitos que estamos soportando. Como toda herejía se cae por sus contradicciones.
La raíz la podemos poner en el ya famoso » Quien soy yo para juzgar». La santidad es un camino que se ofrece a todos y que para todos es posible. Las personas que se incluyen en las famosas siglas L G T B I + están llamadas como todos y todas a las santidad. Son por tanto miembros de pleno derecho de la iglesia y hijos de Dios como el que más. Eso no significa que se justifiquen sus pecados, como no justifican los de nadie, la Iglesia les ofrece la ayuda espiritual a través de los sacramentos para superarlos, como a todo el mundo.
La Iglesia tiene claro que las personas con inclinación homosexual no pueden ser candidatos a las ordenes sagradas. No parece que esa condición invalide la ordenación caso de producirse pero no los considera candidatos idóneos. El Papa Francisco ha recomendado muy recientemente a los obispos italianos que vigilen «para que no se cuelen».
Recogemos un artículo de Marco Tosatti, interesante como todos los de su blog, que nos da datos escalofriantes de la situación en la que nos encontramos. Con que sólo sea cierta una pequeña parte vamos servidos.
El problema actual se está centrado en el llamado «abuso de menores» o más eufemísticamante «comportamiento inadecuado». En los clásicos el término «minus habens» tenía una acepción muy amplia que nos sirve para comprender la complejidad de la situación que estamos sufriendo . No se puede centrar solamente en la cuestión de abusos, es más, creemos que esos comportamientos son la consecuencia que un abuso increíble de poder dentro de la Iglesia que lleva a «abusar» de quien tiene menos, de los más débiles.
El creerse el centro del mundo y repartir títulos de quien es «iglesia» y quien es «anti iglesia» no corresponde sino a Dios. El decir: «la iglesia soy yo» y quien está contra mi, está en contra de la iglesia, eso si es una enorme herejía. Es un común denominador en estos abusadores seriales que incluso lo justifican con argumentos de tipo espiritual, recordemos a Maciel, a Karadima y a tantos otros. En el fondo es un abuso de la autoridad más sagrada, que es la espiritual, para justificar las acciones más asquerosas.
El Papa Francisco nos alerta sobre la trata de personas, que existe también en Roma. Utilizar a personas » que tienen menos» en edad, en medios económicos, en cultura, es un abuso de autoridad que no tiene cabida, ni de lejos, en el mensaje evangélico. El escándalo a los pequeños no se refiere sólo a los de corta edad sino a todo aquel que es pequeño ante Dios.
Un sacerdote está al servicio de sus fieles y debe besarles los pies, mucho más a los más débiles: enfermos , niños, ancianos. Ese consejo nos dio quien tiene verdadera autoridad. Un obispo debe besar los pies de sus sacerdotes, mucho mas si están enfermos, ancianos o en momentos de dificultad, y no digamos de sus seminaristas, porque son más manipulables y por los que tiene que dar la vida . Un superior, o superiora, religioso a los miembros de su comunidad y no digamos a los más jóvenes o enfermos y ancianos. Por no mencionar la sacralidad absoluta con lo que un sacerdote debe tratar a una religiosa, y al revés, no muy lejana a la de la Eucaristía.
Por desgracia estamos viviendo unos momentos de abuso de autoridad increíbles, peor cuando se viste de humildad y misericordia, donde mejor hacerse el muerto que ser asesinado. Los «abusos» no son la raíz del problema sino su consecuencia. En la escala de mando, cuando existe este abuso de autoridad, se es siempre débil con los fuertes y se calla y evita toda crítica, y fuerte con los débiles, a los que se quiere imponer por obediencia hasta las cosas más absurdas y se pisotean sus derechos más elementales.
Todo esto no es la iglesia de Jesucristo, ni de broma, aunque lo digan en las Honduras.
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El Papa Francisco se acerca a visitar a una anciana romana en su domicilio.
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Buena lectura.
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