La virtud más que reconocida de los telescopios es acercar mundos lejanos a pocos metros. Esta specola está siempre observando y ya hace algún tiempo se notaba mucho nerviosismo en la plaza de Santa Marta y el camino entre el tribunal y el cuerpo de mando de la gendarmeria vaticana era demasiado transitado. Algunos finos oídos pudieron sentir voces alzadas desde la tranquilidad de los jardines, que correspondían a nombres muy concretos y conocidos, y procedían de los diminutos despachos del fondo de la gendarmería, el sancta sanctorum. La situación de Capella era insostenible y algo había que hacer. El Papa Francisco les había dicho: «solucionarlo vosotros», pero como de costumbre no había dado indicaciones precisas, el paso del tiempo y algún bochorno por como se está gestionando la cosa, ha provocado el interés papal por que sucedía. Otro caso Barros y este en casa ni pensarlo. Monseñor Capella estaba «hospedado»en la comunidad de los penitencieros pero no incomunicado, ni aislado ,ni encarcelado. Nuestra opinión es que estaban esperando a que la cosa se olvidase y el interesado se comprometiese a llevar una vida discreta. Pero el interesado se movía con gran libertad incluso pisando el peligroso territorio italiano en donde no puede ser protegido. Y desde Estado Unidos y Canada han dado un toque serio y se han tenido que activar. Las acusaciones y las pruebas que ordenaban la detención inmediata de Monseñor Capella en estos dos países eran contundentes y gravísimas. Los pactos lateranenses establecen que en el Vaticano no habrá cárcel y si esto fuera necesario se descontará la condena en cárceles italianas. Al carecer el Estado Vaticano de un verdadero sistema judicial y policial independiente y con mínimas garantías, todo se reduce a gestionar las cosas de forma de parezcan normales, pero nunca lo son. Por poner un ejemplo que está alcance de todos, se puede leer con detenimiento la sentencia Watileaks, con unas mínimas garantías procesales, no hay ni materia que merezca ser juzgada. Pero el miedo es el miedo y los sistemas se intentan proteger de los que no se someten con todas sus armas.
Empezamos en teoría un juicio, se declararan secretas las sesiones, se alargaran sin sentido, se controlará quien defiende y quien acusa que ya están de acuerdo, y sino que le pregunten a Cipriani y Tulli recientemente condenados por los mismos, y han trazado un plan que intentaran cumplir y que no tiene otro objetivo que demostrar ante la opinión pública mundial que hacemos algo. Al Papa Francisco y al siguiente, que seguro le toca, le intentarán convencer de lo bien y maravilloso que funciona el mejor país del mundo. En esas estamos. Empezamos una opereta que no tendrá un buen final. Algunos piensan que decir estás cosas puede hacer un mal a la Iglesia y nada más lejano de nuestra intención. Lo que ha hecho ya un daño irreversible es como se ha tratado este caso desde el inicio. En Estados Unidos y Canada, que han vivido situaciones dolorosísimas con la pedofilia, están dejando en muy mal lugar a los obispos locales después de tantos sufrimientos y reglamentos para acabar con esta lacra. Donde quedan las famosas proclamas cuando los que tenemos que dar ejemplo de una verdadera tolerancia cero en cosas tan asquerosas e impropias e incompatibles de la condición sacerdotal hacemos lo contrario que decimos y prometemos. En este caso, lo lógico sería que fuera juzgado donde se ha cometido el delito, no hablamos de alguien que no es capaz de entender la gravedad de sus comportamientos, y que no le faltara la ayuda espiritual que la situación requiere como a todo cristiano que se encuentre en dificultad. Estos juegos malabares no están dejando en buen lugar a nadie y tenemos la sensación de que más insiste en el camino equivocado será mucho peor.
La Santa Sede, que no el Estado Vaticano, tiene un puesto de Observador en Naciones Unidas y ahora se cumplen 54 años. El Vaticano no reúne condiciones no ya para ser miembro sino tan siquiera para observar humildemente. Pensemos un poco porqué. Cosas como el caso Capella no ayudan nada de nada.
Cocopalmeiro, con más de ochenta años, deja los textos legislativos en manos de su tercero, cambio programado y con aparcamiento del segundo, seguro que amadísimo del Papa Francisco.
No somos muy propensos a creer en las profecías, pero existir existen y por algo será. Vuelven las famosas de San Malaquías. Con estos líos es un consuelo la lectura del Apocalipsis que parece ser también un libro inspirado.
Siguen la reflexiones de los cinco años de pontificado y la Regia de Caserta se prepara para una película sobre el tiempo que vivimos de los dos papas.
Buena lectura.
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Y Capozzi otro protegido De Francisco. Ruego a Specola nos informe sobre su paradero y porqué no es juzgado y reducido al estado laical por sus bacanales drogatas gays, en su apartamento de lujo, máxime cuando a punto estuvo de ser promovido a obispo gay.