Hoy constatamos, una vez más, que las noticias relacionadas con el Vaticano y el Papa Francisco no se paran en Navidad y poco tienen que ver con las festividades que estamos celebrando. Tenemos la sensación de que el pontificado más político que podemos recordar está terminando con los andares típicos de mondo político. No se pueden entrar de lleno en las modas del momento y pensar que nada negativo puede salpicar. Creemos que algunos se sienten fuera del mundo y que les está permitido opinar sobre todo sin que nadie pueda opinar sobre el opinador y sus opiniones.
Vemos cómo no queda ya otro recurso que el ataque a todo lo que se mueve. Entendemos que en el Vaticano se está viviendo una situación de asedio que nadie puede o quiere controlar. Es una casa en ruinas en la que cada día se cae un pedazo inesperado. El bajo nivel de lo que va quedando no tienen otro argumento que el insulto irracional a todo el que informa sobre la realidad. Pretender vendernos que estamos en el mejor de los mundos, en el mejor de los tiempos, en primaveras multicolores es entrar en el mundo de la locura que conduce al abismo.
Entre las noticias de hoy tenemos la de un humilde párroco al que han cortado el gas de su iglesia porque no puede pagarlo. Siempre queda la solución del cardenal electricista pero bula solo tienen algunos. La Iglesia en Europa, sobre todo pero no solo, se muere y se queda sin fieles. Las puertas de los seminarios y noviciados se caen a pedazos después de decenios cerradas. La familia sufre la peor crisis de su historia sin que a nadie dentro de la iglesia parezca importar. Por todo esto, suena a chiste, propio de un iluminado, las últimas palabras de subdirector editorial, ni más ni menos, será por nombres, del Dicasterio para la comunicación cerrando el 2019: “La resistencia interna y los ataques continúan. Francisco no teme a un cisma, dijo en el vuelo de regreso desde África «. «Hoy tenemos muchas escuelas de rigidez dentro de la Iglesia, que no son cismas sino formas cristianas pseudo-cismáticas, que terminarán mal «, «porque detrás de esta actitud rígida no hay santidad del Evangelio «. Sin embargo, uno debe «ser manso con las personas que están tentadas a realizar estos ataques», porque «están pasando por un problema» y deben estar acompañados «con suavidad». «Temen que la Iglesia de hoy ya no sea católica, ponen palabras que nunca se dijeron en boca del pontífice: pero “ningún dogma ha cambiado, solo hay un paso adelante en hospitalidad y misericordia, las devociones no han sido canceladas , solo existe la invitación a vivirlas con el corazón. Con la exhortación a caminar juntos como pueblo, para que el desarrollo de la doctrina esté siempre unido a la verdadera Tradición. Hay una pregunta: ¿podrán los cristianos ser misericordiosos los unos con los otros? «.
Ni una palabra, ni por asomo, de autocrítica con la que está cayendo, hemos vivido un 2019 que roza la perfección y que nos lanza a un 2020 en que tocaremos las nubes. El que no ve esto es un pobre enfermo digno de misericordia que terminará muy mal. Y el que no lo crea que reviente.
El caso McCarrik sigue llenando páginas de información. Los datos precisos de distribución generosa de donaciones en Vaticano siguen contando con el silencio pontificio, este sí que es sagrado, ni una palabra. Lo peor es que los paralelismos con otros casos, como el emérito de Wheeling- Charleston y de Marcial Maciel, hacen pesar que esto no es un hecho aislado sino una praxis muy arraigada en el Vaticano. Es un método repugnante que está diseñado para corromper, para ofrecer generosamente grandes sumas de dinero a miembros de la jerarquía, sin ninguna justificación precisa, operaciones ocultas de las cuales solo sabemos algo por las investigaciones de los periodistas. El que está forma de proceder forme parte de la normalidad de la Iglesia no hace sino desprestigiarla y hacer creer que estamos ante una pandilla de delincuentes sin escrúpulos. El silencio no ayuda nada a mejorar las cosas sino que las complica y agiganta salpicando a tantos católicos de buena fe. A estas alturas ya teníamos que tener claro el destino de las cantidades institucionales entregadas por McCarrik y a los receptores suspendidos cautelarmente.
Las mujeres y el Vaticano casan mal. El mensual escrito por mujeres ha pasado por momentos de dimisiones en masa y de reajustes que parece que no dan resultado. Lo mismo que ya no se encuentran personas de un cierto prestigio para cargos de relevancia en el mundo financiero del Vaticano parece que tampoco quedan mujeres dóciles dispuestas a firmar lo que sea. Los tiempos de obediencia ciega religiosa se han terminado.
El cardenal Zen sigue con su enfado y no está dispuesto a callar. No creemos que la situación en China sea una excepción sino una prueba más del caos en que vivimos. Un cisma es lo peor que puede pasar en la Iglesia y pensar que un papa puede ser indiferente es aterrador. Zen va más allá y nos dice que el Papa Francisco está empujando a un cisma. Triste resultado de quien tiene como principal ministerio velar por la unidad en la Iglesia.
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