El día de hoy se podría utilizar para los manuales de estrategia de despiste. Lo de ucrania y las ultimas afirmaciones del Papa Francisco no solo no cesa, se incrementa y en el Vaticano han llamado a Rambo, no es broma. Las palabras pronunciadas en sí mismo no son ningún problema. Es un texto que pronunciado en una situación normal habría pasado desapercibido. El problema es que tenemos una guerra en Ucrania y cualquier gobernante, mucho más si se postula como mediador, debe de ser consciente de que todo lo que diga o haga puede ser utilizado por las partes en conflicto.
La situación internacional es muy delicada, el Papa Francisco suponemos que es muy consciente de que es así, suponemos que le han explicado que hay que ser mucho más que prudentes y medir los dichos y hechos, no ha sido así y estamos en medio de una guerra mediática que está desgastando el poco prestigio que le va quedando a la diplomacia del Vaticano. La misión Zuppi es una cortina de humo que no ha dado ningún resultado, Parolin y sus chicos, serán muy Parolin pero son profesionales del tema y los otros no. Es lo que se llama meterse en camisas de once varas, y los hay con ganas de probar todas las camisas y de todas las varas, y además no se cansan.
Ayer, en el canal Kanal 24, Mykhailo Podolyak, asesor de Zelensky: El Papa Francisco «anula la reputación de la Santa Sede» y «elimina cualquier misión de mediación que el Vaticano pueda llevar a cabo»: «no tiene sentido hablar de un mediador llamado Papa», «está claro que ocupa una posición prorrusa «. Si alguna vez tuvo alguna posibilidad de éxito, la misión diplomática del Vaticano entre rusos y ucranianos parece haber llegado a su fin: el Papa Francisco «no tiene ningún papel de mediación, es prorruso, no es creíble». Son palabras que no dejan lugar a la interpretación.
La mano derecha del presidente Zelensky no ha dejado títere con cabeza: «El Vaticano no puede tener ninguna función de mediación, porque sería una función que engañaría a Ucrania o a la justicia». En la larga conversación también se hace referencia a «las inversiones de la Federación Rusa en el banco del Vaticano, el IOR, lo que nos faltaba: «Hay que mirar las inversiones que Rusia está haciendo en el Banco del Vaticano. Porque es una posición tan extraña en un país llamado el Vaticano. Necesitamos analizar esto con un poco más de detalle”. «No tiene sentido hablar de un mediador llamado Papa Francisco si adopta una posición prorrusa que es completamente obvia para todos».
Los comunicados de prensa de la nunciatura apostólica y de la Oficina de Prensa de la Santa Sede no fueron suficientes en Kiev, precisando que el Papa, con el mensaje en vídeo dirigido a los jóvenes católicos rusos reunidos en San Petersburgo, no pretenden exaltar el imperialismo ruso. Como tampoco fue suficiente el intento del Papa Francisco de esclarecer las cosas en su viaje a Mongolia, cuando la referencia al legado de los zares y del imperio había quedado reducida a un discurso exclusivamente cultural y no político. Incluso el propio Papa Francisco había admitido que aquel pasaje de su discurso a los católicos rusos no había sido muy feliz.
Hemos visto estos días la dura reacción del arzobispo mayor de Kiev-Halyč, Svjatoslav Ševčuk, que había protestado públicamente por las palabras papales pidiendo una aclaración pública de la Santa Sede. La cosa se puso tan tensa en la «conversación franca» los obispos no ocultaron su decepción por las posiciones adoptadas. El mismo Francisco estaba enfadado por «el hecho de que ustedes dudaran con quién está el Papa fue particularmente doloroso para el pueblo ucraniano».
El Papa Francisco definió lo de Zuppi como la «misión de paz que le encomendé». La maquinaria diplomática de la Secretaría de Estado está intentando hacer retroceder lo antes posible el incidente generado por las palabras de Francisco sobre la «gran Rusia». El mismo Zuppi rebaja las cosas: «La misión de paz del Papa Francisco no es una mera mediación. La misión de paz no busca la mediación en sentido estricto, quiere aliviar el sufrimiento del pueblo». En su intervención en el Sínodo de la Iglesia greco-católica, renovó la cercanía de la Iglesia al pueblo y a los obispos ucranianos, como lo reiteraron ayer el Santo Padre y el cardenal Parolin: «El sufrimiento es grande. Y el compartir debe ser igualmente grande».
En el intento de acallar las cosas no falta entrevista de Zuppi, de encargo, en el periódico de los obispos para predicar: «la cercanía de la Iglesia italiana a los cristianos que viven la tragedia de la guerra y que dan testimonio del Evangelio en medio de las bombas». «La realización de la paz no puede tener el precio de la justicia. No. Porque significaría sentar las bases de un futuro conflicto. Justicia no es un término abstracto, sino que está dentro de la historia y el derecho internacional. Entonces creo también que la paz debe ser segura».
Y como la presión mediática con lo de Ucrania no cesa, algo hay que inventar para que hable de otra cosa. Los nervios con el tema en el Vaticano son indescriptibles y pueden anular, no solo al Papa Francisco, sino el papel internacional de la Santa Sede, ya muy dañado, por mucho tiempo. El papa no tiene otra fuerza de negociación que el prestigio y su autoridad moral, no tiene otras armas y se está usando tan mal que está perdiendo su eficacia.
Hay que hablar de algo y recurrimos a la vieja táctica de intentar llenar los titulares de otra cosas y no se nos ocurre otra genialidad que llamar a Rambo. El Papa Francisco se reunió con el actor y director estadounidense Sylvester Stallone, conocido por sus papeles como Rocky y Rambo. Todo muy anunciado en el Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Incluso con un breve video en el que un juvenil Papa Francisco que parece que en su infancia fue un gran admirador del actor: “Crecimos con sus películas”, e incluso ante la invitación de Rambo: «¿Listo para boxear?», se puso a intentarlo. Stallone llegó al Vaticano con su familia, su hermano Frank, su esposa Jennifer Flavin y sus tres hijas Sophia, Sistine y Scarlet a quienes presentó al Papa Francisco: «Tres, como las tres Marías».
Y pasamos a otros temas de hoy. Al Papa Francisco le gusta hablar del diablo. Ya sus antecesores lo tenían muy presente y todos recordamos a San Pablo convencido de que «el humo de Satanás entró en el templo de Dios por alguna grieta». ¿Y cómo no pensar en la corrupción y la pedofilia del clero? “Cuánta inmundicia hay en la Iglesia”, diría muchos años después el entonces cardenal Joseph Ratzinger– ¡y precisamente también entre aquellos que, en el sacerdocio, deberían pertenecerle enteramente! ¡Cuánto orgullo, cuánta autosuficiencia!”.
La negación del diablo está bastante arraigada y extendida en la Iglesia, especialmente por parte de las altas jerarquías eclesiásticas. Francisco lo recuerda con frecuencia“ El diablo entra por los bolsillos . Comienza con el amor al dinero, el hambre de poseer; luego viene la vanidad: ‘Ah, soy rico y estoy orgulloso de ello’; y, en última instancia, orgullo y arrogancia. Ésta es la manera en que el diablo actúa en nosotros. Pero la puerta de entrada son los bolsillos.» Es decir, el dinero, también definido por el Papa como » estiércol del diablo «, la corrupción y los sobornos .
Muy impresionante el artículo sobre el aborto que nos ofrece el blog de Tosati centrado en el refrán, «ojos que no ven, corazón que no siente». «¿Por qué no nos conmueven los veinte millones de muertos, aunque tal vez fueron cuarenta, asesinados en los gulags? Porque los soviéticos, más inteligentes que los nazis, además de más pobres, no hacían fotografías». «No ver algo nos quita el juicio correcto. Por eso están prohibidas las imágenes de abortos. Las élites actuales son malthusianas y nos odian. Si no ve la ecografía del bebé, si no escucha su corazón, ¿cómo puede una mujer dar un verdadero consentimiento informado? El aborto es violentamente antifisiológico. Hay una fisiología del embarazo: concepción, embarazo, nacimiento, bebé, y hay una patología del embarazo: el aborto.
En realidad, cuando una mujer está embarazada ya no puede elegir si ser o no ser madre. Ella ya es madre. Puede elegir si ser madre de un niño vivo o madre de un niño muerto. Si elige ser madre de un niño muerto, la muerte entrará en ella y en la sociedad que financia la muerte de su hijo. El aborto se paga, se fomenta, se aplaude. La película Planned Parentwood, basada en una historia real, cuanta cómo entra un funcionario de Planned Parentwood, por primera vez en su dilatada carrera, en el quirófano, presencia el aborto mientras ve la ecografía. La ecografía es auténtica, no es un efecto especial, en la película editaron una ecografía real, con un niño real que antes de ser asesinado intenta con sus manitas alejar la sonda que lo está matando desmembrándolo para que luego acabe hecho pedazos en el aspirador.
El maldito consentimiento informado que firmas para abortar no contiene la verdad. No dice “Quizás te arrepientas. Y cuando se arrepienta será demasiado tarde, será demasiado tarde, este era su hijo único e irrepetible y en lugar de protegerlo lo mató. El débil consenso no dice nada sobre la depresión postaborto, incluso negada por la élite de la psicología, y el mayor riesgo de esterilidad. ¿Por qué se censura el aborto? ¿Por qué nos bombardean con imágenes de animales desollados o sacrificados? El aborto es un suicidio diferido, una mujer normal da a luz a su hijo, una mujer que se odia a sí misma lo mata. Y llega el arrepentimiento. Paso el tiempo escuchando el dolor del arrepentimiento, estas voces de mujeres, que nadie consuela, porque no se puede consolar. Un anciano ginecólogo francés distribuyó zapatos de bebé en una sala de espera donde esperaban mujeres para abortar: esto provocó que lo condenaran por violencia privada. Sin embargo, la mitad de las mujeres renunciaron al aborto y regresaron a casa con un bebé en el vientre y zapatos para ponérselos.
«El Hijo del hombre es señor del sábado.»
Buena lectura.
Esta polémica ucraniana de Bergoglio sobre la Madre Rusia a jóvenes rusos me parecen querellas de patio de colegio.
Lo mismo pasó con la otra polemica de patio de colegio, el discurso de Ratisbona o conferencia de Benedicto XVI el 12 de septiembre de 2006 en la Universidad de Ratisbona (Alemania), en donde fuera profesor de teología, con el título «Fe, razón y la universidad: recuerdos y reflexiones»,
En ella se realizó el contraste entre dos tipos de proselitismos:
1. el proselitismo de la conversión por la razón del cristianismo, pues considera que razón y fe van a la par al venir de Dios
2. el proselitismo de la conversión por la violencia efectuada por el Islam, porque Dios está por encima de todo
La parte polémica fue una afirmación del emperador Manuel sobre la violencia del Islam:
Dijo Benedicto XVI:
«Recordé todo esto recientemente cuando leí la parte, publicada por el profesor Theodore Khoury (Münster), del diálogo que el docto emperador bizantino Manuel II Paleólogo, tal vez en los cuarteles de invierno del año 1391 en Ankara, mantuvo con un persa culto sobre el cristianismo y el islam, y sobre la verdad de ambos.
Probablemente fue el mismo emperador quien anotó ese diálogo durante el asedio de Constantinopla entre 1394 y 1402. Así se explica que sus razonamientos se recojan con mucho más detalle que las respuestas de su interlocutor persa.
El diálogo abarca todo el ámbito de las estructuras de la fe contenidas en la Biblia y en el Corán, y se detiene sobre todo en la imagen de Dios y del hombre, pero también, cada vez más y necesariamente, en la relación entre las «tres Leyes», como se decía, o «tres órdenes de vida»: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento y Corán.
No quiero hablar ahora de ello en este discurso; sólo quisiera aludir a un aspecto —más bien marginal en la estructura de todo el diálogo— que, en el contexto del tema «fe y razón», me ha fascinado y que servirá como punto de partida para mis reflexiones sobre esta materia.
En el séptimo coloquio (διάλεξις, controversia), editado por el profesor Khoury, el emperador toca el tema de la yihad, la guerra santa.
Seguramente el emperador sabía que en la sura 2, 256 está escrito:
«Ninguna constricción en las cosas de fe».
Según dice una parte de los expertos, es probablemente una de las suras del período inicial, en el que Mahoma mismo aún no tenía poder y estaba amenazado.
Pero, naturalmente, el emperador conocía también las disposiciones, desarrolladas sucesivamente y fijadas en el Corán, acerca de la guerra santa.
Sin detenerse en detalles, como la diferencia de trato entre los que poseen el «Libro» y los «incrédulos», con una brusquedad que nos sorprende, brusquedad que para nosotros resulta inaceptable, se dirige a su interlocutor llanamente con la pregunta central sobre la relación entre religión y violencia en general, diciendo:
— ¡Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba!
[Diálogo objeto de polémica]
El emperador, después de pronunciarse de un modo tan duro, explica luego minuciosamente las razones por las cuales la difusión de la fe mediante la violencia es algo insensato.
La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma.
– Dios no se complace con la sangre —dice—; no actuar según la razón (συν λόγω) es contrario a la naturaleza de Dios. La fe es fruto del alma, no del cuerpo. Por tanto, quien quiere llevar a otra persona a la fe necesita la capacidad de hablar bien y de razonar correctamente, y no recurrir a la violencia ni a las amenazas… Para convencer a un alma racional no hay que recurrir al propio brazo ni a instrumentos contundentes ni a ningún otro medio con el que se pueda amenazar de muerte a una persona.
En esta argumentación contra la conversión mediante la violencia, la afirmación decisiva es: no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios.
El editor, Theodore Khoury, comenta:
Para el emperador, como bizantino educado en la filosofía griega, esta afirmación es evidente. En cambio, para la doctrina musulmana, Dios es absolutamente trascendente. Su voluntad no está vinculada a ninguna de nuestras categorías, ni siquiera a la de la racionabilidad.
En este contexto, Khoury cita una obra del conocido islamista francés R. Arnaldez, quien observa que Ibn Hazm llega a decir que Dios no estaría vinculado ni siquiera por su propia palabra y que nada le obligaría a revelarnos la verdad: si él quisiera, el hombre debería practicar incluso la idolatría.