Es lunes, empezamos una semana decisiva, intentamos ofrecer con un poco de orden la avalancha de noticias que inundan los medios. El domingo ha sido un día de muchos fieles desde que Santa María la Mayor abrió sus puertas a las 7 de la mañana. No es un dato menor que la multitud de jóvenes presentes estaban en la Plaza de San Pedro lo estaban con motivo del Jubileo de los Adolescentes organizado desde hacía meses y que debía ver la canonización de Carlo Acutis. Parroquias, escuelas y otras instituciones han acogido a cientos de miles de niños que han dormido en gimnasios e instalaciones sobre colchonetas y sacos de dormir, su jubileo se cambió por un funeral.
La imagen de Trump y Zelenski, cara a cara, sin nadie alrededor, conversando en San Pedro antes del funeral del Papa ya es histórica: «Al verla, se puede imaginar que hubo un diálogo justo e igualitario entre ambos; se puede ver que están hablando entre sí». Una psicóloga lo analiza: «La postura de los cuerpos nos hace pensar que esta vez hubo un diálogo constructivo. Los dos se miran a los ojos, están uno frente al otro, y realmente parecen inclinarse el uno hacia el otro. En la imagen que vi, Zelenski habla y Trump escucha atentamente con las manos juntas». Esta reunión cara a cara, es calificada de “muy productiva” por la Casa Blanca y duró unos diez minutos. Otra imagen que ha dado la vuelta el mundo es que parece que Trump excluyó a Emmanuel Macron del encuentro en la Basílica de San Pedro. El vídeo está causando revuelo porque en un principio se habían dispuesto tres sillas para la reunión, y en el último momento se retiró una, fue propio presidente estadounidense quien “expulsó” al presidente francés. ¿Fue un gesto calculado o una exclusión inesperada?
Entre las cuestiones que el Colegio Cardenalicio debe resolver, antes del Cónclave: La Constitución Apostólica en el número 33 establece que 120 es el número máximo de cardenales electores. El número actual es 133. ¿La solución, otro rescripto (firmado “F”) que deroga el límite de 120 electores, nunca publicado?, veamos si esto también surge. La capacidad de la Domus Sanctae Marthae, entendiendo por tal si hay espacio suficiente para todos los cardenales electores, también porque todo el segundo piso (que estaba ocupado por el Papa Francisco) está inutilizable, con el añadido de que la habitación del Papa fallecido está sellada. Y la participación del cardenal Angelo Becciu en el Cónclave.
«El recién elegido Papa Francisco dijo el 13 de marzo de 2013: «El deber del Cónclave era dar un Obispo a Roma». «Si el cardenal Becciu no participa en el Cónclave para votar, estaría incumpliendo gravemente sus deberes».En este punto, la pregunta que ha estado circulando durante más de cuatro años vuelve a cobrar importancia: ¿cómo proceder en el caso del cardenal Becciu? ¿Se le excluye del electorado porque el acto de gobierno del papa Francisco fue plenamente legítimo? ¿O puede el Colegio Cardenalicio, en sus reuniones previas al Cónclave, tomar su propia decisión y reincorporarlo a su colegialidad plenamente?. Luis Badilla y Robert Calvaresi: «Becciu tiene el deber de participar en la elección del Sucesor de Pedro y Obispo de Roma. Sus prerrogativas (derechos) fueron suspendidas, pero no sus deberes. Si no participa, estaría incumpliendo gravemente su principal deber como cardenal, título que siempre ha conservado». Giovanni Maria Vian: «Esperando la tormenta de Becciu. Hoy el colegio cardenalicio celebrará las segundas vísperas. Entonces comienza la batalla por el futuro del alto prelado sardo. Las congregaciones se intensifican cada vez más: «No saben cómo salir de esto, es un problema grave».
El tiempo se agota, estamos en los novendiali, nueve días de oración, y luego los cardenales tendrán que decidir la fecha del Cónclave. ¿Con o sin Becciu? Ese es el problema. Hay dos cartas mecanografiadas, selladas únicamente con una «F», que el cardenal Pietro Parolin supuestamente mostró al propio Becciu el jueves pasado y que le impedirían entrar en la Capilla Sixtina: una data de 2023, la otra es de marzo de este año, cuando el Papa ya estaba en el Gemelli. Pero dos cartas escritas a máquina, con solo las iniciales del Papa. Becciu dice que: «De todos modos, no las he visto, Parolin solo me habló de ellas» pero no tendrían ningún valor según el derecho canónico: «En el Vaticano no hay ningún decreto firmado por Francisco que impida a Becciu entrar en el Cónclave y si no existe un documento escrito y publicado en las Acta Apostolicae Sedis es como si la decisión no se hubiera tomado nunca» Becciu no fue excomulgado, no fue reducido al estado laico y no fue despojado del título de cardenal. Incluso después de la renuncia a los derechos vinculados al cardenalato solicitada por el Papa Francisco en 2020, el cardenal nunca ha sido excluido formalmente del Colegio Cardenalicio. Es todavía cardenal de la Santa Iglesia Romana y, teniendo menos de 80 años, está plenamente incluido entre los electores papales.
La polémica está servida, no acabamos, y para poder enterrar al Papa Francisco en el lugar deseado, se demolió una puerta histórica, nuestra imagen de hoy, del antes y la actual. Las críticas no se ha hecho esperar: “Un abuso artístico al más puro estilo Bergoglio que pretende incluso borrar la historia y el arte para ser celebrado incluso después de su muerte”. El proyecto del nuevo sepulcro, anónimo y realizado sin ningún respeto por el patrimonio artístico y cultural, ha sido definido por muchos como “estéticamente feo” y absolutamente disonante respecto al prestigioso contexto arquitectónico de Santa Maria. Un párroco romano muy sorprendido: “Estamos acostumbrados a quejarnos de las rígidas normas del patrimonio cultural que nos atan en nuestras parroquias, pero después de ver lo que se ha permitido aquí, nunca más me quejaré”.
Se multiplican los signos de una Curia romana profundamente marcada por años de tensiones, malos sentimientos y decisiones contradictorias . El pontificado del Papa Francisco ha terminado minando la confianza incluso de sus colaboradores más cercanos. En estos años a relación de confianza que debe existir entre el Romano Pontífice y la “máquina” de la Curia Romana se ha quebrado. Se han producido una serie de escenas embarazosas que han comprometido no sólo el trabajo de la «Secretaría del Papa», sino también la credibilidad de la propia Iglesia ante los ojos de la gente, con palabras y posiciones que han cambiado día a día. Los colaboradores del Papa, si bien no fueron directamente eliminados –como ocurrió en varios casos–, fueron contradichos públicamente, hasta el punto de negar la veracidad de sus declaraciones. Este clima ha generado episodios inéditos, algunos de una gravedad inaudita, como la grabación de la conversación telefónica con el Papa por parte del cardenal Becciu. Y no fueron sólo aquellos que de repente se encontraron en la lista de “enemigos” los que tomaron precauciones: muchos otros comenzaron a moverse con creciente miedo, en un intento de evitar el mismo destino.
Un episodio emblemático, que quedó grabado en la memoria reciente, se refiere a la gestión de las bendiciones para las parejas homosexuales. En 2021, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe —dirigido entonces por el cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer, con monseñor Giacomo Morandi como secretario— publicó un Responsum que negaba la posibilidad de impartir tales bendiciones, aclarando que «Dios no puede bendecir el pecado ». Ese documento, cabe recordar, fue aprobado personalmente por el papa Francisco. Sin embargo, sólo unos años después, con el nuevo prefecto Víctor Manuel Fernández, otro texto, Fiducia Supplicans , sostenía exactamente lo contrario, abriendo la posibilidad de bendiciones “pastorales” para las parejas homosexuales. La sorpresa fue enorme, no sólo por el contenido, sino también por el modo en que fue comunicado: por primera vez en la historia reciente de la Curia, el prefecto publicó la hoja de audiencia en la que el Papa aprobó formalmente el nuevo documento. Un gesto inédito, que revelaba implícitamente un clima de desconfianza generalizada: era necesario «dejar constancia» de la aprobación papal para evitar cualquier posible desmentido o incomodidad ulterior. Mucha gente entraba a Santa Marta con la clara conciencia de que podían “llevar al Papa de aquí para allá” según sus deseos.
Uno de los hombres que, más que nadie, sufrió en silencio las decisiones del Papa Francisco es Parolin. Durante la hospitalización del Papa Francisco recibió a Giorgia Meloni, mientras que Parolin, había sido recibido sólo en compañía del sustituto. Parece que fue el propio cardenal Parolin quien pidió que un testigo estuviera presente en la visita. Una petición prudente, que nace de la experiencia traumática vivida por otras personalidades de la Curia romana. ¿Quién hubiera garantizado esas «F» colocadas por el Papa en los documentos que le fueron entregados si hubieran estado solo él y el diplomático en la sala?
Lo sucedido en los últimos años demuestra cómo incluso figuras centrales del pontificado, elegidas personalmente por el Papa Francisco han sentido la necesidad de protegerse en cada etapa delicada. La lealtad a su cargo nunca les ha permitido distanciarse abiertamente de las decisiones del Papa, pero no han ocultado una creciente intolerancia. Estam0s ante un Colegio Cardenalicio dividido, preocupado y en parte desconfiado, incluso entre aquellos que, en público o en las aulas, siguen alabando el pontificado, hay una clara conciencia de la necesidad de un cambio de dirección: menos pronunciamientos, un retorno a la doctrina y a la catequesis, la reconstrucción de las relaciones de confianza entre la Curia y el Sucesor de Pedro, y la promoción de una fe arraigada en la Iglesia, no en la persona del Papa.
¿Fue el papa Francisco conservador o innovador? ¿Se puede decir que fue un papa de izquierdas? Las posiciones del Papa Francisco sobre ciertas cuestiones actuales, por ejemplo la defensa de los ‘migrantes’ le han valido la definición de Papa «progresista» o «de izquierda». Esto no es sólo una simplificación sino un gran malentendido y deberían enmarcarse más bien en una perspectiva de fe y en su interpretación de la teología. Para entender el pensamiento político del Papa Francisco no tiene mucho sentido intentar ubicarlo en la derecha o en la izquierda (categorías que, por lo demás, en la Argentina donde creció Bergoglio tenían un significado muy diferente al que tienen hoy en Europa). En 2010, la expresión “opción por los pobres”, utilizada posteriormente con frecuencia por el Papa Francisco durante su pontificado, tenía ya una larga historia tras de sí en el contexto de la Iglesia sudamericana. Surgió por primera vez en los documentos de la Conferencia de Medellín, Colombia, celebrada en 1968 y promovida por el Consejo Episcopal Latinoamericano. Los obispos afirmaron que la Iglesia debe “hacer suya la causa de los pobres”, inaugurando un lenguaje que influirá fuertemente en la teología de América Latina.
La reinterpretación que hace Francisco de los valores católicos en clave progresista no representa otra cosa que «su» razón de Estado, un medio eficaz y, sobre todo, de moda, para preservar el poder del Estado Vaticano alejándose de los principios tradicionales y sustituyéndolos por valores ciertamente más «de moda». Es necesario, saber distinguir la espiritualidad de la temporalidad y de la política, el Papa Francisco, con su progresismo, no ha hecho otra cosa que implementar su propia dirección política, como Jefe del Estado Vaticano ha defendido su razón de Estado.
Ha surgido un vídeo inédito del Papa Francisco, filmado poco antes de su última hospitalización: «Queridos niños y niñas, una de las cosas más importantes de la vida es escuchar, aprender a escuchar. Cuando alguien les habla, esperen a que termine para entenderlo bien y luego, si lo oigo decir algo, lo importante es escuchar». El video de aproximadamente un minuto grabado el 8 de enero con un teléfono muestra al Papa Francisco sentado en su habitación en Santa Marta.
El 79,6% de los italianos, es decir cuatro de cada cinco, cree que tras la muerte del Papa Francisco el nuevo Pontífice debería ser, después de tantos años, italiano . Un 7,9% de los italianos se posiciona como partidario de un Papa africano , que sería el primer Pontífice negro en la historia de la Iglesia católica.
El Papa Francisco no encontró en su mejor momento las finanzas del Vaticano , pero estos años no han solucionado los problemas e incluso los han empeorado. Las prometidas transparencias en la gestión no terminan de llegar y las donaciones han caído. El Vaticano aún tiene que sanear sus cuentas: los gastos aumentan, los ingresos disminuyen y se registra un déficit crónico de más de 70 millones al año. Las cifras en realidad no son oficiales, porque desde 2022 no existe un presupuesto consolidado. El nuevo pontífice tendrá que trabajar en un plan de recortes de gastos , incluso a costa de reducir el número de empleados, con todas las garantías necesarias. La esperanza es que las donaciones aumenten , dado que gran parte del sustento de la Curia Romana depende de ellas. En 2009 superaron los 82 millones de euros, en 2023 nos quedamos en 48,4 millones, se han reducido a la mitad. Otro problema que hay que afrontar es el fondo de pensiones de los empleados del Vaticano, que estaría seriamente en riesgo. Hablamos de un agujero de más de 500 millones , pero podría llegarse a un déficit prospectivo de mil millones.
Michael Haynes en Lifesitenews: «El cardenal Gerhard Müller advirtió del peligro de un nuevo Papa que sería “un hereje” al basar sus valores en los “medios de comunicación”. Un Papa «debe ser ortodoxo, ni liberal ni conservador, la cuestión no es entre conservadores y liberales, sino entre la ortodoxia y la herejía». «Los cardenales tienen la responsabilidad de elegir a un hombre que sea capaz de unificar a la Iglesia en la verdad revelada». Un nuevo Papa debe evitar buscar “el aplauso del mundo secular que ve a la Iglesia como una organización humanitaria que realiza trabajo social”. «Espero que en el Colegio Cardenalicio haya una reflexión más profunda sobre la condición y la situación de la fe y de la Iglesia en este mundo postcristiano o anticristiano que es el mundo occidental». Los cardenales no deben buscar un candidato en línea con el Papa anterior, sino un hombre en línea con San Pedro y con la tarea que Cristo le confió.
La Capilla Sixtina estará cerrada al público a partir hoy, lunes 28 de abril, «por necesidades del Cónclave». Se suspenden todas las visitas a los Jardines Vaticanos y a la Necrópolis de la Vía Triumphalis. Los cardenales, en vista del cónclave más concurrido jamás celebrado, residirán en la Casa Santa Marta. El Papa Francisco ha creado 108 cardenales, a los que se añaden los 22 indicados por Benedicto XVI y los cinco designados por Juan Pablo II. Las habitaciones de Francisco que fueron selladas y no estarán disponibles y son 14, casi un piso entero de Santa Marta.
¿Qué pasaría si un día el Espíritu Santo inspirara la elección de un Papa que, sin grandes proclamaciones, simplemente restableciera el orden, la sacralidad y la verdad? Un Pontífice que no se avergüenza del armiño, de los zapatos rojos, de la cruz de oro en el pecho. Un hombre que elige un nombre papal como si dijera: No estoy inventando nada, estoy custodiando. Ya no es sólo “Obispo de Roma”, sino Romano Pontífice, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Vicario de Cristo. Y mientras el mundo puja por una Iglesia fluida, él restablece el latín en la liturgia, celebra la Missa Romana según el usus antiquior, dando voz a la eternidad de las palabras: Introibo ad altare Dei. Ad Deum qui laetificat juventutem meam.
Un hombre que se arrodilla solo ante la Santa Hostia, como un mendigo de Gracia. Que inste a los sacerdotes a volver a la sotana, no por nostalgia folclórica, sino para testimoniar al mundo que pertenecen a Cristo, para siempre. Un Papa que no tema la santa intransigencia de quien sabe que el pecado no se acaricia, se combate. Un sucesor de San Pedro que anuncia y denuncia. Que Él subraye con incansable precisión evangélica que existe la puerta estrecha y que quien busca atajos pierde el alma. Un Papa odiado ferozmente por los incrédulos y amado tiernamente por los cristianos auténticos. Un Papa que recuerda con voz firme que la absolución exige el arrepentimiento y el firme propósito de no volver a pecar; que la Comunión no es un derecho que se pueda reivindicar, sino un don que exige conversión; que los sacramentos no son sellos de aprobación moral, sino heridas abiertas por Dios mismo para curar al hombre.
Sería un Papa justo, ideal para un mundo que tiene sed de lo sagrado, que necesita algo que eleve el alma hacia el Creador y la salve, más que cualquier otra cosa estudiada en un escritorio. Un Papa que suspende sin piedad y destituye a todos aquellos que difunden herejías y escándalos. Un Papa justo que ama verdaderamente, y por eso corrige. Estará cubierto de insultos, pero quien ama la Verdad, quien todavía cree que salvar el alma es la única verdadera urgencia del hombre, la reconocerá y volverá a respirar, porque no hay misericordia sin verdad, ni ternura sin justicia.
Oremos con ardiente esperanza para que el Señor dé nuevo impulso a la barca de Pedro. Y que aquellos que hoy son considerados “rígidos” un día sean reconocidos como aquellos que tuvieron el coraje de no traicionar. Necesitamos un Papa capaz de eclipsarse a sí mismo, de retirarse del foco mediático, para que sólo los santos y benditos nombres de Nuestro Señor Jesucristo y de María Santísima sean escuchados y alabados. Las personas verdaderamente libres son aquellas que están dispuestas a hacer cualquier cosa para no perder la Verdad. La verdadera humildad consiste en aceptar los símbolos del papado incluso si, personalmente, nos resultan demasiado estrictos, en lugar de actuar de manera “especial”, provocando emociones en los enemigos seriales del catolicismo.
«El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu».
Buena lectura.
Imposible leer Specola!!! ¿Quien maneja esta pagina? Creo que con tanta publicidad la han liado mal…. Arreglen…
Una vez más, ¡excelente! Muchas gracias, sobre todo por la descripción de las características que debería poseer el nuevo «Romano Pontífice, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Vicario de Cristo». ¡Dios Nuestro Señor inspire a los Cardenales!
Se sigue a Cristo, por eso somos cristianos. No se trata de ir «al trabajo», por las calles o pantallas, vestido de oro, armiño o cueros, porque ese no es el trabajo de «llevar una cruz y seguir a Cristo». El oro, armiño y cuero pueden quedar para ceremonias puntuales (previa explicación de su significado en cada detalle) que nos recuerden el compromiso y humildad de ese líder, como el traje de novia que se confeccionan o alquilan las mujeres. Pero intentar mantener y lucir adornos y por dentro justificar los fallos humanos, no tiene sentido: no deja trabajar el traje de novia, las pulseras y maquillajes, hay que retocar o poner y quitar y esa no es la misión.
Que el oro sea su transparencia y fidelidad al amor de Cristo, haciendo lo que ÉL OS DIGA y demostrado en su amor al prójimo, orientando con la palabra «vete en paz y NO PEQUES MÁS»; que el armiño sea la ternura limpia que trasmita desde sus más íntimos pensamientos proyectados en sus gestos y palabras; y el cuero sea su capacidad de templanza y fe en Jesús para resistir calumnias y ataques de haters.
Sin duda que el Espíritu Santo busca mover los espíritus, no las túnicas.