Misa final en el Estadio Nacional del Singapore Sports Hub ‘casi’ lleno, con todo muy controlado. Los datos oficiales hablan de ‘alrededor’ de 50 mil fieles, aquí es complicado exagerar como en el ángelus, o en espacios abiertos. En la homilía: «Singapur es un mosaico de etnias, culturas y religiones que conviven en armonía, y esta palabra es muy importante: armonía. La consecución y el mantenimiento de esta inclusión positiva se ven favorecidos por la imparcialidad de los poderes públicos, comprometidos en un diálogo constructivo con todos, permitiendo que cada uno aporte su contribución única al bien común y evitando que el extremismo y la intolerancia adquieran fuerza y poner en peligro la paz social. El respeto mutuo, la colaboración, el diálogo y la libertad de profesar la propia creencia en la lealtad al derecho común son condiciones determinantes para el éxito y la estabilidad alcanzados por Singapur, requisitos para un desarrollo que no sea conflictivo y caótico, sino equilibrado y sostenible».
Algunos lectores nos preguntan si el Papa Francisco celebra Misa o simplemente participa. Sigue la formula prevista de presidencia en trono caída en desuso después del Vaticano II y recuperada ahora. Presidir con habito coral, que sería lo normal, se sustituye por la pluvial debido a las alergias del pontífice. Se supone que el que preside no celebra, pero vemos como el Papa Francisco, hace el gesto de concelebración sentado en el trono. Doctores tiene, o debe seguir teniendo la Iglesia que nos lo podrán explicar. Que el Papa Francisco lo hace es un hecho vivible, que no está muy de acorde con la normas litúrgicas en uso es evidente. El pontífice debe de ser un ejemplo para todo la iglesia, parece que en este caso no lo es.
El Papa Francisco reitera siempre que puede su convicción de que los católicos no deben hacer proselitismo y que todas las religiones deben unirse en paz y en la protección del medio ambiente. Pero la palabra tiene un sentido positivo, de hecho su significado original era positivo e indicaba a los judíos que seguían a Jesús creyendo que Él era el mesías. Hacer prosélitos no significa, por tanto, intentar por todos los medios aumentar el número, agregando por agregar, como lo han hecho las ideologías políticas por todos los medios, desde el miedo hasta el chantaje, sino significa simplemente anunciar a Cristo y alentar la conversión a su Reino. No está claro por qué Francisco insiste en el sentido negativo de la palabra, encubriendo así el sentido positivo, como si provocar conversiones a Cristo fuera en sí mismo algo que debiera evitarse.
Las religiones son muy diferentes entre sí, aparte de que hay religiones que no lo son, como el budismo. A las religiones que creen en Dios no les basta con creer en Dios para ser consideradas iguales, el contenido de su fe es muy diferente porque conciben a Dios de manera muy diferente. Es extraño creer que lo que uno piensa sobre Dios sea indiferente a lo que uno piensa sobre la paz y el medio ambiente, significaría que Dios no tiene nada que ver con estas cosas. El encuentro entre las religiones no debe tener lugar sobre las religiones sino sobre la ley natural, la que toda inteligencia humana descubre y toda conciencia atestigua, pero no todas las religiones admiten esta ley natural, pensemos en el protestantismo, o si la admiten, también lo deforman, pensemos en el Islam. No se entiende el proselitismo según Francisco, esperaremos al próximo viaje.
En Lifesitnews nos cuentan que Parolin ha negado su presunta implicación en nuevas restricciones a la tradicional misa en latín. Un documento redactado por Viola, bajo el cardenal Arthur Roche, contenía un texto que restringe la misa tradicional y esperaba recibir la aprobación papal. Parolin niega su participación en el documento, por el momento, el supuesto documento del arzobispo Viola parece haber encallado.
Conflicto entre empleados del Banco del Vaticano que llega al curioso tribunal de casación. Dos sentencias anteriores, en primer y segundo grado, hubieran condenado al banco del Papa a pagar la pensión debida a quienes tienen derecho a ella. Un jurado presidido por el cardenal Matteo Zuppi, decidirá sobre el asunto y expresar su opinión sobre si el subsidio de pensión debe considerarse un derecho adquirido incluso en el Estado Pontificio. Los protagonistas esta vez son los ex administradores Paolo Cipriani y Massimo Tulli, que reclaman la pensión acumulada después de haber trabajado durante décadas en el Vaticano.
Benedicto XVI nunca abandonó la sotana blanca, diez años después de aquella increíble renuncia, quizás podamos comprender los motivos fundados que le empujaron a conservar la sotana blanca. El Papa Benedicto XVI siempre defendía el uso de la sotana, durante su pontificado era obligatorio llevarla para entrar al Vaticano. Al mantener la sotana blanca incluso después de su dimisión, el Papa Benedicto impidió a su sucesor introducir la triste figura de un Papa en un clérigo o llevar una sudadera rigurosamente desprovista de cruz. El actual pontífice se ha deshecho del anillo ‘piscatorio’, de la muceta roja que simboliza la realeza de Cristo, o los zapatos rojos que deben recordarle a él y a nosotros que camina sobre la sangre de los mártires.
Terminamos con un interesante artículo de Ryan Bilodeau en la revista Crisis. «Una nueva «civilización» puede nacer de los escombros actuales sólo como consecuencia de una fe vivida y testimoniada en comunidad. San Juan Pablo II: «Una fe que no se hace cultura es una fe que no es plenamente aceptada, no del todo pensada, no vivida fielmente». Los signos de fragmentación cultural están por todas partes. En política, la creciente división entre izquierda y derecha refleja mucho más que desacuerdos políticos; revela la ruptura de un marco moral compartido. En religión, el declive del cristianismo y el ascenso de los “no” religiosos sugieren que los fundamentos espirituales de la sociedad se están erosionando. Estas tendencias son síntomas interconectados de una crisis más profunda: la pérdida de una narrativa cultural coherente que une a la sociedad. Durante siglos, el cristianismo –particularmente la Iglesia católica– ha proporcionado esta narrativa, ofreciendo una visión de la persona humana, la sociedad y el cosmos. Pero a medida que avanza el secularismo y el escepticismo posmoderno socava la fe en la verdad objetiva, esa narrativa ha sido reemplazada por una cacofonía de voces en competencia, cada una de las cuales promueve una visión fragmentada de la realidad.
En el pasado, la cultura no era sólo una colección de prácticas y creencias dispares; fue un legado compartido, profundamente enriquecido por las contribuciones de artistas, pensadores y creyentes comunes. Esta cultura estaba anclada en una comprensión común de la persona humana como hecha a imagen de Dios, poseedora de dignidad inherente y propósito divino. Las instituciones políticas estaban orientadas hacia la búsqueda del bien común, como lo demuestran las enseñanzas sociales de la Iglesia y el desarrollo de las tradiciones jurídicas occidentales influenciadas por el derecho natural.
Un nuevo Renacimiento católico no es una llamada a retirarse del mundo, sino a involucrarse más profundamente con renovado vigor y propósito. Se trata de recuperar el papel histórico de la Iglesia como fuerza cultural, que habla directamente de los desafíos y oportunidades de hoy. No es simplemente preservar la influencia de la Iglesia, se trata de ofrecer una visión convincente del florecimiento humano, profundamente arraigado en el Evangelio, que habla de los anhelos más profundos del corazón humano.
«¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego?».
Buena lectura.
Disculpe por la pregunta: ¿La foto del cardenal Agagianiano es actual, al abrir actualmente el féretro, o es de los días de su defunción? . Si es actual es realmente un hecho extraordinario el y choca que no se hayan hecho eco mas medios de comunicación.
Además de el hecho llama la atención que pudiera llegar a ser Papa y renunciara. Las consecuencias históricas han sido desastrosas. Indudablemente, y según su conciencia, habrá obrado como Dios quería, pero -como diría Santa Teresa en contexto, «dadme guerra o paz crecida , que a todo digo que sí»- es tiempo de lucha y no se puede renunciar a ella. ¿Se habrían evitado muchos males a la Iglesia y al mundo? Seguramente sí.