El primer ferragosto de León XIV: el fin de la ‘luna de miel’, una iglesia es estado de cisma busca la unidad, ascendencia española del Papa, la espiral de violencia, el jubileo de jóvenes.

El primer ferragosto de León XIV: el fin de la ‘luna de miel’, una iglesia es estado de cisma busca la unidad, ascendencia española del Papa, la espiral de violencia, el jubileo de jóvenes.

Empezamos semana, el ferragosto está a las puertas y el calor alargado en el tiempo se hace pesado e insoportable. Roma es así y los romanos de siempre se lanzan a la montaña o al mar para solucionar los calores milenarios, es el primer ferragosto de León XIV. Hoy es un día de artículos de fondo que nos ayudan a entender el momento presente que vivimos.

Ferragosto es el nombre popular italiano, de origen romano antiguo, de la festividad de la Asunción de María, celebrada el 15 de agosto. Se cree que deriva de las festividades en honor a Augusto,  las Feriae Augusti,  que se celebraban en la antigüedad el 1 de agosto.  Octavio ocupó Alejandría en Egipto y en conmemoración la fecha del 1 de agosto fue declarada día festivo. Los días del 13 al 15 de agosto estaban dedicados al culto de Diana y se cree que la fiesta del 15 absorbió todas las celebraciones de este mes, como la Vinalia rustica, la Nemoralia y la Consualia, el fin de las labores agrícolas, dedicadas a Consus dios de la tierra y la fertilidad. Con ocasión de Ferragosto, los obreros felicitaban a sus patrones, recibiendo a cambio una propina; la costumbre se arraigó tanto que durante el renacimiento se hizo obligatoria en el Estado Pontificio. Fue en el siglo VII el Papa Sergio I eligió el 15 de agosto como fecha para la Asunción.

La impresión que domina los sacros palacios es que este periodo de ‘luna de miel’ pontificia no puede ir mucho más lejos. Las fechas hacen que sea lógico que agosto sea un mes tranquilo, pero eso no quiere decir que sea un mes vacío. En el Vaticano se dice que no pasa nunca nada, hasta que pasa todo. Los dicasterios curiales están paralizados, sus superiores son interinos, el rumbo que el nuevo Papa pueda dar es un incógnita que no puede tardar en despejarse. Hemos vivido años recios en los que el concepto de cisma ha estado demasiado presente. La historia nos demuestra que cuando hablamos de algo no es porque pueda pasar,  es porque ya ha pasado y solo falta su desarrollo. La Iglesia ha vivido un cisma, no es un riesgo, ha sido un hecho y no será fácil reparar las profundas heridas. El cisma se vive de muy distinta manera según las latitudes, en Europa vivimos una alejamiento, una apostasía generalizada.  León XIV ha vivido en Perú, un país de tradición católica de origen español, con gran presencia social, pero su alma y su fe ha crecido en los Estados Unidos. Un católico de Estados Unidos se mueve bien en medio de una inmensa maraña religiosa, muy valorada socialmente, pero sabe que el cambio de ‘comunidad’ forma parte la vida habitual. La iglesia en los Estados Unidos vive con el objetivo constante de fidelizar a sus fieles y evitar que se pasen a sus vecinos, muy cercanos y muy abundantes; todo esto lo sabe, lo ha vivido el Papa León XIV y estamos seguro que pesará y mucho en su forma de gobernar.

El cónclave que condujo a la elección del Papa León XIV fue mucho más geopolítico de lo que sus principales figuras estaban dispuestas a reconocer. Además, demostró que, a la hora de posicionarse en un orden mundial en profunda transformación, si no en desintegración total, la Iglesia Católica es capaz de tomar decisiones dentro del plazo que exige la emergencia del contexto global. El temido efecto de dispersión, vinculado a la estrategia del papa Francisco de nombrar cardenales, no se materializó. De hecho, dicha estrategia resultó ser una oportunidad para generar un sentimiento generalizado en torno al nuevo papa en todo el mundo. La Iglesia Católica afronta en los próximos años un mundo en que tiene que moverse, sumido en una vorágine de conflicto descontrolado.

El cónclave se enfrentó a dos posibles caminos respecto al caso Trump . El primero, propuesto por el cardenal Dolan, arzobispo de Nueva York y representante de la clase católica estadounidense más abiertamente en desacuerdo con la Iglesia del papa Francisco, sugería que los cardenales electores consideraran la administración Trump como un asunto exclusivamente estadounidense, un asunto que debía dejarse, por lo tanto, a la discreción de la Conferencia Americana de Obispos Católicos y al deseo de su mayoría de volver a una Iglesia católica prefrancisquista. Para esta clase de cardenales, el candidato ideal era el arzobispo de Budapest, el cardenal Péter Erdő.

La segunda vía encontró su punto de referencia en el cardenal Tobin, arzobispo de Newark, asistido por aquellos cardenales estadounidenses más en sintonía con el papado de Francisco: Cupich de Chicago y McElroy de Washington en particular. Aquí, la visión eclesial y geopolítica se trastocó por completo: los Estados Unidos de Trump son un asunto directo de la Santa Sede, pues no puede desestimarse como un asunto puramente estadounidense. En el caos global generado por la actual administración estadounidense, el mandato confiado al nuevo papa, según esta opción, era emprender una profunda renovación de la doctrina social de la Iglesia, que le permitiera ser globalmente eficaz más allá de la era moderna, es decir, más allá del marco que la ha caracterizado desde sus inicios hasta la actualidad.

Frente a estos dos imaginarios geopolíticos y eclesiales, los cardenales electores eligieron rápidamente la segunda opción: la que convierte a la Santa Sede en la interfaz eclesial con los Estados Unidos de Trump, por un lado, y la que desplaza el peso de la inversión pública de la Iglesia católica de las cuestiones de moralidad individual a la justicia social a nivel global. La persona del cardenal Prevost debió parecerle a la mayoría de cardenales en el cónclave una síntesis casi natural. En la dialéctica con los obispos estadounidenses, más cercanos a Trump que a la Iglesia de Francisco, era necesario encontrar un papa que hablara (literalmente) su idioma, pero que no pudiera asimilarse al sistema eclesiástico estadounidense, que se había mostrado tenazmente hostil no solo al papa Francisco, sino también a la Santa Sede y sus organismos institucionales.

Prevost se presenta como garante incluso de los territorios más remotos y marginados de la fe católica en su triple condición: religioso, obispo en Perú y funcionario de la Santa Sede. El asombro al ver a un ciudadano americano ascender por primera vez a la Cátedra de Pedro fue sincero en toda la nación – y constituye un tesoro de crédito ante ella que Prevost debe manejar con cuidado y sabiduría, empleándolo en la dirección inscrita en el mandato recibido del cónclave.  Ni Prevost ni los cardenales estadounidenses que mediaron en su elección pretenden marginar al catolicismo que se siente afín a las políticas de Trump, precisamente porque su nominación también busca aliviar las tensiones católicas en Estados Unidos y otros lugares. Sin embargo, la dirección de la mediación entre los diversos grupos católicos está cambiando y está cambiando el criterio que rige el posicionamiento de la Iglesia católica en el contexto global contemporáneo.

León XIV les pareció a los cardenales electores la persona más idónea para iniciar esta mediación entre las múltiples almas del catolicismo global, lo cual tiene repercusiones significativas en la eficacia de la diplomacia de la Santa Sede. En este sentido, Prevost, abrumado por las expectativas de ser un clon de Francisco o una réplica de Ratzinger, optó por un doble registro. Una estética de autopresentación que resultaría tranquilizadora para quienes se sintieran incómodos con el estilo del papa Francisco al ejercer el ministerio petrino; y un discurso eclesial que recupera todos los elementos clave del estilo de su predecesor. Por muy salomónica que pueda parecer esta decisión, es probable que Prevost no tuviera mucho margen de maniobra al respecto. Lo cierto es que, en una sociedad global dominada por la imagen, la estética de la apariencia puede fácilmente eclipsar el contenido que el nuevo Papa desea implementar como su sello distintivo.

Encontrar el equilibrio adecuado entre esta dualidad, a la que Prevost se ha visto  obligado, representa un desafío significativo para el inicio de su pontificado.  León XIV necesitará a todos a lo largo de su pontificado, todos son aliados importantes que no se pueden abandonar a la ligera. En Estados Unidos y en otros lugares, el Papa León debe ganarse su credibilidad mediante gestos concretos; porque los discursos refinados, que lo colocan en el camino de la continuidad de los ideales defendidos globalmente por su predecesor, no son suficientes. No se trata de repetir lo que hizo Francisco, sino de encontrar prácticas del ministerio petrino que testimonien a este pueblo de todos.  León XIV necesita convocar en torno a sí y a la Iglesia Católica las mejores fuerzas del espíritu humano, dondequiera que estén y donde quieran estar.  El tiempo del que dispone la Iglesia Católica es ciertamente breve. Hubo un tiempo en que la Santa Sede veía con recelo el americanismo de los católicos estadounidenses, es decir, su familiaridad, precisamente como creyentes, con las prácticas democráticas de convivencia civil y negociación política; hoy son una oportunidad.

Nos vamos con otras noticias. El miércoles 6 de agosto de 2025 , al finalizar la audiencia general, como es habitual, el Papa León XIV saludó a varios clérigos presentes en la Plaza de San Pedro. Entre ellos se encontraba el padre Miguel Tovar Fernández , un joven sacerdote de la diócesis de Cartagena, ordenado hacía apenas un mes. El Papa León: «¡Ah, Murcia! Claro que la conozco. Oremos por el joven». El Papa se refería a un niño que había visitado en el Hospital Bambino Gesù y por quien también había pedido oraciones durante el Jubileo de la Juventud . El padre Miguel relata que el Papa le instó a no perder nunca la alegría del sacerdocio , una alegría que se nutre y preserva mediante la oración. Cuando el joven sacerdote explicó al Pontífice que sus padres lo habían acompañado a Roma, León XIV exclamó de inmediato: «¿Están aquí? ¡Díganle que vengan! «. Y, dirigiéndose a ellos, añadió: «¡Felicidades por haber dado a la Iglesia un hijo de 24 años !» . Pues por lo menos vemos que hemos vuelto a una atención amable a las personas y un sincero afecto por las vocaciones sacerdotales y por los sacerdotes que las encarnan .   

También en España, el Ayuntamiento de Arnuero, en Cantabria, ha encargado un estudio al Centro de Estudios Montañeses que ha certificado que el Papa León XIV desciende, por línea materna, de Isla, un pequeño pueblo situado en la costa cantábrica. Este descubrimiento confirma lo publicado por  The New York Times el pasado junio. El estudio genealógico analizó minuciosamente los registros parroquiales de la Iglesia de San Julián y Santa Basilisa de Isla, comparándolos con documentos históricos como el Expediente de la Orden de Caballeros de Santiago relativo a Diego de Arana Isla. Los investigadores pudieron verificar definitivamente el linaje materno del Papa hasta la sexta generación certificando que cuatro antepasados de la undécima generación del Papa León XIV eran hidalgos de Isla, como también confirma el censo de la localidad de 1573. El  Municipio de Arnuero está a la espera del nombramiento del nuevo nuncio apostólico en España para enviar una invitación oficial al Papa para visitar Isla.

Seguimos con muchas noticias sobre la  espiral de violencia en la que nos movemos, las guerras abiertas han creado nuevos escenarios políticos y económicos, alimentados por una cultura que descarta profundos valores sociales y humanos, considerándolos inútiles y olvidando la centralidad del individuo. Una nueva visión global de la realidad emerge en el escenario de la historia humana, generando inquietud y temor. El pensamiento, la reflexión y el análisis de la realidad, en su forma más profunda e integral, han quedado relegados. El pensamiento superficial se impone, pisoteando la verdad, la complejidad de la vida y las necesidades de la humanidad en su conjunto. Lo más trágico es que no solo pisotea los principios que sustentan una realidad social sana y evolucionada, sino que los burla, los humilla y los desprecia, permitiendo que prevalezca la capacidad reflexiva de la mente humana, que investiga para comprender la solución que armoniza la realidad mediante el poder de la creatividad, sino, más bien, el instinto egoísta y primario de quienes buscan la posesión a toda costa, privando a otros de los bienes necesarios, no solo materiales, sino también éticos y espirituales, sin los cuales la supervivencia es imposible.

Asistimos pasivamente a imposiciones que van destruyendo la convivencia que costosamente hemos creado, aspiramos a que esta afirmación democrática de la vida se convierta en un modelo para todos los demás pueblos. El compromiso de la Iglesia Católica hoy adquiere cada vez más la forma de un compromiso sociohumanitario. Apela a las mejores energías del alma humana: el amor y la solidaridad, el compromiso concreto de fomentar la fraternidad humana y el compromiso concreto de establecer una visión de la vida como misión, es decir, como un camino que recorrer juntos, unidos por el mismo anhelo de igualdad. No son tiempos de una gran profundidad intelectual y espiritual y nos vamos reduciendo a una ‘buena vida’ que olvida a Vida buena’. Buscamos un bien, sin duda, la tranquilidad y estabilidad en nuestra existencia terrena, pero no olvidamos del Bien por excelencia que solo puede residir en Dios.

Y terminamos con el jubileo que ha marcado el inicio del pontificado, el pasado sábado 2 de agosto, el Papa León XIV se reunió con un millón de jóvenes en Tor Vergata  A través de las  respuestas a las preguntas de los jóvenes , el Papa León XIV situó la figura de Jesucristo en el centro de la vida,  reiterando la urgencia de promover, en el momento actual, una verdadera  paideia  de fe, capaz de educar las conciencias y guiar las decisiones. El Papa destacó la figura de San Agustín, presentándolo como un modelo a conocer y explorar para crecer y madurar en la fe, especialmente en el panorama sociocultural actual. Las constantes referencias a sus predecesores, el papa Francisco, el papa San Juan Pablo II y el papa Benedicto XVI, también fueron significativas.  «¡Adoren la Eucaristía, fuente de vida eterna! Estudien, trabajen, amen como Jesús, el buen Maestro que siempre camina a nuestro lado […]. Como solía repetir el Papa Benedicto XVI, quienes creen nunca están solos. Por lo tanto, encontramos verdaderamente a Cristo en la Iglesia, es decir, en la comunión de aquellos a quienes el Señor mismo reúne en torno a sí para encontrar, a lo largo de la historia, a cada persona que lo busca sinceramente».

Los seres humanos, tanto hombres como mujeres, en la medida en que cultivan su dimensión espiritual, pueden desarrollar y comprender, mediante la fe en Cristo, el significado más profundo de la amistad y las relaciones en general. Elegir es un acto humano fundamental. Al observar con atención, comprendemos que no se trata solo de elegir algo, sino de elegir a alguien. Cuando elegimos, en un sentido profundo, decidimos en quién queremos convertirnos.  Apostar por Dios no significa que los jóvenes deban evitar los desafíos, las dificultades ni los momentos de fracaso de la vida. Al contrario, elegir confiar la vida a Jesús significa tener un punto de referencia profundo, un horizonte de sentido que les ayuda a vivir cada día con la certeza de que nunca están solos.

«El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada».

Buena lectura.

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