Eran otros tiempos y Sangallo el Joven en la mitad del siglo XVI dirige las obras de la Sala Regía destinada a impresionar a los soberanos en visita al Vaticano, eran otros tiempos.
Su decoración no podía desmerecer de su destino y tenía que dejar muy clara la supremacía del poder papal sobre los soberanos de este mundo. Eran otros tiempos. Se encarga a los mejores artistas de la época los episodios que deben impresionar a los visitantes. Los temas son muy elocuentes: Pedro de Aragón rinde tributo al Papa Inocencio III, Liutprando y sus donaciones a Gregorio II, Barbarroja sometido a Alejandro III, Oton I devuelve territorios a Agapito II, Pipino dona territorios conquistados a los Longobardos, flota de la Santa Liga en Mesina, la victoria sobre los musulmanes en la batalla de Lepanto, Gregorio IX excomulga a Federico II, Carlo Magno confirma la donación de Rabena y el excomulgado Enrique IV pide perdón a Gregorio VII. Todo esto adornado con profusión por los símbolos del poder pontificio.
Hoy tenemos la crónica del encuentro del Papa Francisco con el cuerpo diplomático y siguiendo las viejas tradiciones se les ha recibido en tan suntuoso espacio. Estamos seguros de que para muchos de ellos ya no tiene mucho sentido el propósito original del ‘ilustrador’ de la impresionante sala regia. Es posible que el mismo Papa Francisco no se ha tomado la molestia de conocer un poco la actividad política de sus predecesores. Hoy son otros tiempos y hablamos de populismos, de cambios climáticos, de catedrales e iglesias vacías convertidas en comedores y museos, de barcos que acogen inmigrantes invadiendo la vieja Europa, de amistades con Soros y el Global Compact, de luchas contra la pedofilia con la compañía del ejército McCarrick.
Lo que queda para la historia es que todo esto se dice en la Sala Regia y con el escudo de los Medici, con las armas pontificias, coronando al Papa Francisco. Es posible que en muy poco tiempo las escenas de moda de hoy causen la misma indiferencia que las pasadas. La historia es maestra y ayuda a ejercer una sana humildad ente la soberbia de creerse el centro del mundo y la cima de los tiempos.
Ya tenemos el programa de la visita a Marruecos y nos ofrecen un curioso ‘logo’ con una cruz colorida triunfando sobre, o mejor digamos abrazando, la media luna, o la media luna abrazando la cruz. Sin duda los tiempos de Lepanto eran otros.
Barbarín ha declarado y nos ilustra de que ha ejecutado las ordenes recibidas de Roma. Cada día que pasa es más claro que el lío monumental que sufrimos es consecuencia de poner en práctica ordenes recibidas de los mismos que hoy señalan culpables y ofrecen soluciones.
«Dadles vosotros de comer».
Buena lectura.
LA MENSA, E LA MESSE. UNA RIFLESSIONE DI GIORGIO SPALLONE.
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