Desde el clamoroso escándalo de Boston llevamos 16 años y muchas promesas recorridas hasta el punto de poder hablar ya de un «escándalo infinito». No es normal que una institución tan estructurada como la Iglesia Católica lleve 16 años prometiendo que será la última vez y que no volverá a suceder para lo mismo decir mañana.
Estamos viviendo momentos de división y confusión que arrancan de los tiempos del «Concilio». En estos momentos, incluso por razones naturales de tiempo, se están terminado la generación del concilio en todos los sentidos. Tanto los que no lo aceptaron o lo hicieron a medias como los que lo utilizaron para imponer sus teorías con el famoso argumento del «espíritu del Concilio». Los sacerdotes y religiosos que estarán al frente de la iglesia en los próximos años eran unos tiernos infantes o un proyecto en la mente divina. El Concilio, el Vaticano II, es para ellos uno más en la serie histórica y no algo vivido.
Es evidente que la elección del Papa Francisco lo fue por un sector que quería imponer el «espíritu del concilio» ante las «desviaciones» de San Juan Pablo II, el de «carcovia», y ya no digamos del inquisidor Ratzinger. Muchos de los nombramientos para sedes importantes recaen en ancianos nacidos y elegidos como obispos por ser grandes defensores de los aires conciliares. Nunca falta el club de los obispos juncos que se mueven con gran agilidad y elegancia sin inmutarse con el viento que mejor sopla, no son muy de fiar pero son útiles para el que manda. Todo esto se está terminado y por pura extinción natural.
También hemos sufrido estos años las corrientes inmovilistas que los que quieren es que todo permanezca como en el 1950 aferrándose a una interpretación extraña, centrada en mucho casos en las formas, de la tradición. Chesterton decía que » la tradición es la transmisión del fuego y no la adoración de las cenizas». Los cristianos de hoy no son los de 1950 y no lo serán jamás la historia es imposible que se detenga. Es cierto que muchos se están refugiando en un tranquilo pasado al ver el desastre presente, incluso con muy buena voluntad, pero esto no puede ser la solución.
Esta situación de división el la iglesia es que que está siendo utilizada por aquellos que quieren mantenerse subidos a un poder cuyos pies ya no existen. El problema de la pedofilia y de los desmanes financieros no se soluciona y esto es la prueba de que se ha perdido el pulso de la historia y vivimos una evidente situación de falta de autoridad.
Es interesante ver los argumentos a favor y en contra del famoso testimonio Viganó. Un testimonio firmado y sellado es siempre de respetar y tiene la fuerza de la veracidad de los argumentos y de autoridad de quien lo firma. No tenemos duda de que quien testifica es testigo de primer nivel de los hechos testificados. El descalificar al firmante como único argumento es patético porque aunque fuera el mayor delincuente del mundo es testigo de los hechos. Un testimonio no es nunca completo por su propia naturaleza y es siempre parcial ya que es la visión de los hechos por parte de una persona. Si esto se confronta con otros testimonios nos podemos acercar lo más posible a la veracidad de los hechos. Los jueces citan a declarar a todos los que consideran necesarios para aclarar los hechos.
En las noticias de hoy tenemos dos novedades que creemos importantes. En la defensa que realiza Viganò ante los ataques personales tenemos un dato por ahora desconocido en donde nos revela que recibió la propuesta de Papa Benedicto XVI de ser presidente de la Prefectura de Asuntos Económicos, cargo cardenalicio, que al final recae en el amiguísimo de Bertone y actual cardenal Versaldi que salta de párroco de Vercelli, micro archidiócesis del Piamonte, a cardenal de la Santa Romana Iglesia en escasos cinco años. Es un dato más y de un cierto interés en los tiempos que rodean la renuncia de Papa Benedicto. Intrigas y personas que nos llevan a los años de Ugo Poletti y alrededores y a los masones de la lista del asesinado Pecorelli.
El otro punto de interés es que el procurador de Pensilvania afirma que la Iglesia Católica conocía los crímenes contra menores y los escondía. Nos tememos que Viganò será «invitado a testificar» y como consecuencia todos los nombrados pueden ser «invitados» a testificar. El escándalo infinito que estamos sufriendo tiene el riesgo de perpetuarse por un largo periodo de tiempo.
«Que el Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar.»
Buena lectura.
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A Bergoglio lo deberían deponer, porque él no va a renunciar. Hay muchos detrás de él que caerían también y no lo van a permitir.
Bergoglio debe de renunciar por el bien de la Iglesia Católica. Si no habla ahora sobre el informe Vígano, acabará declarando ante un tribunal de Pennsylvania. La Iglesia no puede soportar tener imputada a su Cabeza. La dimisión de Bergoglio sería un signo cierto de su amor por la Iglesia si es que lo tiene que lo dudo.
Falta mucho Hoy, en la Iglesia, la Oración Verdadera, y dejarse guiar por el «Espíritu Santo, que los guiará hacia la verdad plena del Padre». (Jn 14,6). (Jn 16,13).