Empezamos el sínodo y lo empezamos con bronca. El Papa Francisco ha dado órdenes estrictas sobre cómo manejar la información y no quiere que salga nada que no esté controlado. En tiempos de tanta sinodalidad de sinodalidades y de trasparencias sin límites estamos en la demonización de la información. El papa Francisco lanzó una dura reprimenda a los medios de comunicación por su labor en anteriores sínodos, para a continuación pedirles que hagan bien su función. Tales palabras han causado un notable malestar entre quienes cubren informativamente el actual sínodo. « En el Sínodo sobre la familia, estaba la opinión pública hecha por los mundanos de nosotros, que era dar la comunión a los divorciados: y así entramos en el Sínodo. En el Sínodo para las Amazonas, estaba la opinión pública, la presión, que era hacer los viri probati: entramos con esta presión, ¿no?». «Ahora se especula sobre este Sínodo: ‘¿Pero qué harán? Quizá el sacerdocio a las mujeres’, no sé, estas cosas las dicen fuera, ¿no? Y dicen tantas veces que los obispos tienen miedo de comunicar lo que está sucediendo». Por eso el Pontífice se dirigió directamente a los «comunicadores», pidiéndoles «que hagan bien su función, con justicia, que la Iglesia y las personas de buena voluntad -los otros dirán lo que quieran- comprendan que también en la Iglesia existe la prioridad de la escucha. Transmitan esto: es muy importante». El malestar entre muchos de los periodistas es indescriptible ante las acusaciones de falta de profesionalidad a lo que se une la censura impuesta a los participantes, parece ser que es lo único que preocupa, incompatible con la libertad de prensa y suponen un ataque abierto a la profesión periodística.
Los curas casados lanzan un llamamiento al Sínodo: «Readmítanos en la vida de la Iglesia, podríamos hacer una gran contribución». “Somos un potencial de evangelización desperdiciado. La cada vez más evidente disminución estadística de sacerdotes está obligando a una reforma jurídica canónica. Esperamos el inicio de un proceso, al menos una señal de apertura, conscientes de que el camino es largo”. «Entre nosotros hay muy buenos teólogos, sacerdotes formados: podrían hacer una gran contribución. Ya no estamos en el proceso de hacer reivindicaciones, considerando también el momento histórico que vivimos, con conflictos en muchas partes del mundo. Pero hay muchas esperanzas de que se nos abra un rayo de esperanza. Podemos darle una gran mano a la Iglesia».
De lo que sí tenemos muchas noticias y no precisamente muy elogiosas es de las teorías ecológicas del Papa Francisco, ganas de líos con los que ya tenemos. El Papa Francisco se nos pone al nivel de la Greta Thumberg. Schuster escribió a Mussolini: «Mejor que mentir, siempre he pensado que el mejor servicio y homenaje que se puede rendir es decirte la verdad». El Papa Francisco siempre nos invita a evitar la charlatanería y elegir en cambio el camino de la franqueza y la transparencia. La exhortación apostólica Laudate Deum publicado ayer por el Papa Francisco no tiene nada de religioso, pero transforma la ecología en dogma. La ecología de la que hablamos no es el sano amor por la Creación, sino el ambientalismo de las organizaciones internacionales, de los grupos de multimillonarios del Foro Económico Mundial. El texto lo presenta, entre otros invitados por el Vaticano el Prof. Parisi, la persona que inspiró la rebelión contra Benedicto XVI en la Universidad La Sapienza de Roma en 2008. El documento pontificio parece salido directamente de las Naciones Unidas y deja a Jesucristo un pequeño rincón de lado. Otro presentador en el Vaticano es Jonathan Foer que postula usar menos el coche y el avión, tener menos hijos y comer menos carne. Este joven escritor ha sido invitado al Vaticano para ofrecernos a nosotros, pecadores ecológicos, una guía práctica para salvarnos. Tener muchos hijos contamina y contribuye al «desmoronamiento» del planeta. También invitados por el Vaticano, activistas climáticos de todo el mundo. La primera en hablar es Luisa Neubauer, compañera de Greta Thunberg
En Laudate Deum la llamada a mirar el tema ecológico desde una perspectiva «integral» se debilita hasta desaparecer. La exhortación es claramente, y de manera pretendida, un texto sesgado, como también lo demuestran los testigos que fueron llamados al Vaticano para ilustrarla: Carlo Petrini, Jonathan Safran Foer, Giorgio Parisi, Vandana Shiva y Luisa-Marie Neubauer, líderes alemanes de los “Viernes para el Futuro”. Se habla del cambio climático como un hecho incontrovertible, así como es indiscutible que es causado por el hombre, se califica como “un ejemplo impactante de pecado estructural”. Los signos de este cambio son «evidentes», aunque se intenta «negarlos, ocultarlos, disimularlos o relativizarlos». El juicio sobre quienes se atreven a cuestionar estas pruebas basándose en «datos presuntamente científicos» es muy duro, casi hasta el punto de la burla. Objeciones que también están presentes en el mundo católico y que son descartadas como «despreciativas e irrazonables».
El texto comienza con una cita de San Francisco y cierra con algunas otras referencias bíblicas, pero por lo demás se limita a citar documentos de la ONU como fuentes para demostrar la desastrosa realidad del «crecimiento acelerado de las emisiones de gases de efecto invernadero» o la desaparición del hielo. La exhortación está llena de expresiones que marcan la gravedad del momento: estamos en un «punto sin retorno», «un punto de inflexión», «siempre llegamos demasiado tarde». Es el lenguaje típico de muchas asociaciones ecologistas hacia el cual el Pontífice se muestra muy benévolo: «Las acciones de los grupos llamados “radicalizados” suelen llamar la atención en las conferencias sobre el clima. En realidad, ocupan un vacío en el conjunto de la sociedad, lo que debería ejercer una presión saludable, porque corresponde a cada familia pensar que el futuro de sus hijos está en juego».
El Papa Francisco admite que «algunos diagnósticos apocalípticos» parecen a menudo «irrazonables o insuficientemente fundamentados», pero «esto no debe llevarnos a ignorar que la posibilidad de llegar a un punto de inflexión es real». Por eso el Pontífice «sueña» con que la COP28 de Dubái pueda conducir a «una aceleración decisiva de la transición energética, con compromisos eficaces que puedan ser supervisados permanentemente». El texto no habla de ecoansiedad, pero la provoca y, al postularla como verdades incontrovertibles sobre las que el mundo científico aún debate.
Queremos señalar la intervención especialmente iluminadora de Miguel Ángel Quintana Paz sobre la exhortación ecológica del Papa Francisco. «Tras la fuerte crítica a la Iglesia del pasado por inmiscuirse en la ciencia (Galileo), parece que ahora desea volver a hacerlo. La ciencia se autocorrige: ¿si en 200 años cambia deberá la Iglesia volver a pedir perdón por interferir?». «También en lo científico, el papa asevera que «no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático» (§11). Mi ánimo a los científicos (algunos católicos) que sí osan dudar de ello. La ciencia es atreverse a pensar. La autoridad del papa para prohibirlo es nula». «El 61 % de las notas a pie de página de este texto del papa son… a otros textos del papa. No soy quien para juzgar moralmente este acto. Pero sí podemos juzgarlo intelectualmente: algo así, en cualquier texto serio, sería una prueba de egocentrismo intelectual». «Si citada Donna Haraway, partidaria de desdibujar la frontera entre varones y mujeres, hombres y animales, seres vivos y máquinas».
Seguimos con las audiencias del proceso Becciu. Ahora los abogados del histórico presidente de la AIF, el jurista Renè Bruelhart que junto con el entonces director Tommaso Di Ruzza, están acusados de haber permitido la extorsión, de no haber bloqueado el pago, en perjuicio de la Santa Sede. En todos los pasos de este proceso aparece la presencia del Papa Francisco que «confirmó a Bruelhart la necesidad de ayudar a la Secretaría de Estado, «la acusación no parece concluyente de hecho ni de derecho». «La solicitud de sanción no tiene en cuenta que Bruelhart intervino precisamente a petición de la Secretaría de Estado». Además, «ninguna emergencia demuestra que existiera una relación entre Bruelhart y Torzi ni el deseo de fomentarla». Es «una absoluta fantasía que Bruelhart actuara porque estaba esperando que le renovaran el contrato». Sin René Bruelhart, el Vaticano seguiría estando en la lista de países sin transparencia financiera.» Los argumentos de los abogados de Di Ruzza fueron similares. “Necesitamos hechos, necesitamos pruebas: Invito a la Procuraduría de Justicia a que nos diga exactamente de qué tenemos que responder». Hoy tenemos a los abogados de la Marogna.
No son temas de ahora, aunque ahora se han quitado la careta, Pio XII avisó en repetidas ocasiones: “Estos enemigos de la revelación divina exaltan el progreso humano hasta los cielos, y con temeraria y sacrílega audacia quisieran introducirlo en la religión católica, como si esta religión no fuera obra de Dios sino del hombre, o una especie de descubrimiento filosófico capaz de ser perfeccionado por los esfuerzos humanos». “Los partidarios del error no se encuentran sólo entre los enemigos declarados de la Iglesia; esconden, algo que debe ser profundamente deplorado y temido, en su mismo seno y en su corazón… En las filas del mismo sacerdocio, fingiendo amor a la Iglesia, privados de la firme protección de la filosofía y la teología, es más, imbuyéndose a fondo del venenoso doctrinas enseñadas por los enemigos de la Iglesia, y perdiendo todo sentido de vergüenza, se jactan de ser reformadores de la Iglesia».
«¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida!».
Buena lectura.