Hace seis años el Papa Benedicto XVI dejaba el palacio apostólico y se aplicaba su renuncia entrando en la más extraña sede vacante de la historia de la Iglesia Católica. Han pasado seis años se vértigo. El hecho de la renuncia a abierto una situación inédita de consecuencias imprevisibles. La sacralidad del papado ha caído. Hoy ya no es extraño pensar en la ‘jubilación’ del oficio de Obispo de Roma. Esto provoca un cambio de mentalidad en cadena que llega hasta el último encargo pastoral en la iglesia. Nuestras diócesis han contado con innumerables sacerdotes beneméritos que consideraban una traición a su vocación el quitarse las botas antes de morir. Hoy ya no es así y son mucho los que piensan que se puede servir a la iglesia de otras formas. La posición de silencio y cobardía que está marcando el ejercicio del ministerio episcopal en estos tiempos mantiene en un alto grado de cabreo al común de los mortales. La situación es mala y nada entusiasmante y, lo que es peor, todos estamos seguros de que hay muchas posibilidades de empeorar sustancialmente.
El ingreso en prisión del cardenal Pell ha creado una situación de sentimientos encontrados. No es un secreto que son muchos en la curia los que le tenían ganas y lo están celebrando. Parolin está ‘chocado y dolorido’ pero estamos seguros de que ha dormido mejor con Pell en la cárcel. Los artículos que empiezan a analizar la sentencia nos muestran su perplejidad por la flojedad de las pruebas y la superficialidad de los argumentos. Nunca ha existido un proceso canónico contra Pell y ahora se abre siguiendo los pasos del tribunal australiano. Son muchos los que sentimos la situación personal de Pell y pensamos que causará un inmenso daño. La reforma de las finanzas vaticanas queda en punto muerto. Han pasado cinco años, el 24 de febrero de 2014 era nombrado prefecto de la recién creada secretaría para la economía, se hablo entonces de un periodo de dos años para implementar la reforma. Por los datos que conocemos, y los podemos asegurar que son muchos y precisos, nada se ha hecho y todos los intentos han venido boicoteados descaradamente. Todos tenemos muy vivos en nuestra memoria los episodios del banco Vaticano y la aniquilación de su director Gotti Tedeschi, el absurdo proceso Vatileaks , la defenestración del primer Auditor, Libero Milone… Todo esto ha provocado un verdadero caos, que empeora por días, en la situación económica de los organismos vaticanos y que puede hacer entrar al Vaticano en una quiebra histórica. También las joyas de la abuela se terminan.
El cardenal Brandmüller vuelve a la carga con las críticas, más que justificadas, al último encuentro sobre abusos. No se habla de homosexualidad porque en el Vaticano la ‘mafia lavanda’ es muy fuerte, de esto no tiene ninguna duda y es más que evidente.
Prestigiosas firmas entran de la corriente, que cada ves es mas avalancha, de personas que no se fían de Papa Francisco. Ni una mala palabra ni una mala acción. Son casi seis años y las cosas están muy claras. El tiempo de las palabras hace tiempo que se ha terminado. Los predicadores de primaveras han estrado en una crisis de silencio al ver que están congelados.
El caso de los abusos a monaguillos de San Pedro es otro de los procesos abiertos que está poniendo a prueba a las instituciones vaticanas. Es un proceso que afecta al corazón de la cristiandad y que puede ser otro fracaso. Gianluigi Nuzzi nos ofrece los últimos datos disponibles.
Los hijos de los curas es otro de los capítulos abiertos que se ve ensombrecido por la magnitud de los procesos que afectan a abusos de menores haciéndolo aparecer como un tema menor.
«El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar».
Buena lectura.
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«la flojedad de las pruebas». No es que hay flojedad en las pruebas, es que simplemente no existen. Lo que le acusan palmariamente no pudo haber sucedido. Es una caza de brujas. La Iglesia tiene su propio sistema de justicia, el Derecho Canónico. Debería de agilizar los procesos y en el caso de que la justicia civil lleve a juicio a un sacerdote que ha sido probado inocente por el proceso canónico, debería de recibir todo el apoyo necesario para defenderse ante los tribunales civiles, que obviamente en este caso no tienen ninguna intención de hacer justicia. Lo sé porque he analizado las acusaciones en contra de Pell, y en cualquier sistema de justicia debían de haberse desestimado y no llegado a ningún juicio.
Los artículos de Specola son interesantísimos, los espero cada día; sin embargo, la ortografía es tan mala que le quita mérito al contenido. Por favor correjidla