Es domingo, el domingo del precónclave por excelencia, un día decisivo, no hay congregaciones pero la campaña por los reñidos votos están en su pleno apogeo, los curiales, los italianos y diplomáticos van a por Parolin, sin entusiasmos, pero no hay otra cosa. Nos lo pretenden vender como un hombre de gran de talla institucional con mano firme capaz de mediar entre empujones y contraataques que en este momento. La campaña se produce también en los medios italianos e incluso se está llegando a suprimir artículos que puedan dejar alguna sombra sobre el candidato, al más puro estilo de una campaña electoral.
Hay un precónclave paralelo que se está desarrollando en las redes sociales, a la espera de que los cardenales electores silencien sus teléfonos y computadoras cuando ingresen a la Capilla Sixtina. Entre los más activos está el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan –el “papábile” favorito de Donald Trump– , quien desde su llegada a Roma tras la muerte del Papa Francisco no deja pasar un día sin dar a conocer dónde está y qué está haciendo. También estuvieron activos, pero con menor presencia cardenales como Vincent Nichols, Robert Sarah, Sean O’Malley, Leonardo Sandri, Blase Cupich o Mario Grech. Table, del 21 al 23 de abril, recogió aproximadamente 149 mil menciones y cuenta con una página de Facebook seguida por más de 600 mil seguidores.
El tema estrella de hoy es la operación Parolin, al más puro estilo italiano mafiosillo, no solo se centra en la exaltación del candidato, sino en la eliminación de sus posibles adversarios. Sus promotores saben que tienen una mercancía defectuosa, tontos no son, y hay venderlo como un mal menor. Saben que para votar a Parolin hay que hacer la vista muy gorda ante cuestiones importantes que hoy intentamos tratar. Pesa mucho el hecho de no tener experiencia pastoral y su muy fallida gestión de la Secretaría de Estado sobradamente conocida en la sacros palacios.
La lista de cardenales que quieren intervenir en las congregaciones generales es larga y el cónclave se acerca. Por este motivo los cardenales han acordado duplicar las congregaciones generales del lunes y a la de la mañana se añadirá otra por la tarde, por el momento no se espera ninguna duplicación para el martes. Sólo unos pocos cardenales acudirán hoy a celebrar a sus iglesias romanas, una costumbre que se da los domingos que caen en precónclaves. «No nos hemos organizado, cada uno se regulará libremente».
Il Cardinale François-Xavier Bustillo de Ajaccio comenta el curioso encuentro de los cardenales franceses con su presidente Macron el día del funeral del Papa Francisco: «En Francia estamos acostumbrados a la polémica y estoy descubriendo que en Italia es lo mismo», «los intercambios y los encuentros son importantes» pero «no significa realizar un acto político ni estar sometido a condicionamientos». «En un contexto laico, no es el presidente de la República quien les dice a los cardenales qué hacer ni a quién votar. Son reuniones de amistad, de respeto, sin condicionamientos. Así que no entiendo por qué ha habido controversias; somos libres y responsables». En cuanto al trabajo de las congregaciones, «existen diferencias y divergencias, lo cual no significa que haya división dentro del colegio cardenalicio. No somos clones, no somos fotocopias, somos libres. Las divergencias se resolverán con madurez, porque el Papa es el Papa de todos los católicos».
Mucho se ha dicho y escrito ya sobre el Tagle “cantante” que canta a viva voz “Imagine” de John Lennon. El caso Becciu, diplomático, que se autoexcluyó del cónclave por el «bien de la Iglesia» y como signo de «obediencia a la voluntad del Papa Francisco», a pesar de que continúa declarando su inocencia en cada oportunidad útil con referencia a los eventos judiciales en los que se ha visto involucrado en los últimos meses. Angelo Becciu, por consejo explícito de algunos cardenales muy cercanos a él, decidió dar un paso al lado para evitar el riesgo de una división dentro del Colegio Cardenalicio incluso antes del inicio del cónclave. A las extrañas vicisitudes de la modificación de la fecha de nacimiento del cardenal Ouédraogo del que dice que consumió todo el contenido del abundante minibar de su habitación en Casa Santa Marta, bajo la ilusión de que todo era gratis. La factura ha desvelado un mini cónclave en su habitación, un vaso llevó a otro y antes de que uno se diera cuenta el minibar estaba vacío y el coste cargado a la cuenta del cardenal, quien no apreció en absoluto la desagradable sorpresa. El caso del arzobispo emérito de Lima Juan Luis Cipriani que ya cumplió 81 años y no podrá ingresar al cónclave, poro que su posición puede dividir la presunta unidad ‘francisquista’ de américa latina.
Sigue existiendo el misterio sobre los dos cardenales electores que aún no han llegado a Roma. Según explicó Bruni, que no reveló sus nombres, ambos no comunicaron su posible ausencia del Cónclave. De momento, pues, oficialmente los que entrarán en la Capilla Sixtina son 133 y no los 135 iniciales con dos cardenales que han manifestado problemas de salud: Cañizares y el keniano John Njue, envuelto también en el misterio debido a su edad, al igual que el caso del cardenal Ouedraogo.
El enfrentamiento entre los cardenales continúa, pues, en las congregaciones generales. Hoy, en la novena congregación, estuvieron presentes 177 cardenales, de los cuales 127 eran electores (sobre un total, en este momento, de 133). Tomaron la palabra veinticinco personas. Entre los temas abordados también estuvo el “contratestimonio” que a veces llega de hombres de la Iglesia con abusos sexuales o escándalos financieros. Luego, como las piezas de un mosaico, tratamos de delinear la Iglesia del futuro, desde la unidad hasta la participación de los jóvenes, desde el trabajo misionero hasta la liturgia. En segundo plano queda el mensaje del Papa Francisco: en una entrevista inédita publicada por los medios vaticanos, el Pontífice subrayó en 2021 que «la Iglesia no es la que tiene el dinero en los bancos».
Un sorprendente y en cierto modo revelador ataque ha lanzado en los últimos días el cardenal Beniamino Stella contra algunas de las reformas más emblemáticas del Papa Francisco. La prestigiosa revista de los jesuitas estadounidenses, “America”, lo hizo público en un podcast emitido el 30 de abril. El episodio, hasta ahora ignorado por la prensa italiana, se remonta a la séptima asamblea plenaria precónclave, donde Stella, exprefecto del Dicasterio para el Clero, ahora fuera del electorado por límites de edad, criticó la apertura a los laicos en funciones de gobierno en la Iglesia. Stella “atacó abiertamente al Papa Francisco”. «Impuso sus ideas, saltándose la tradición de la Iglesia”. Beniamino Stella se supone cercano a Francisco, tanto que recibió la púrpura en el primer consistorio de 2014, pero celebrado el funeral, está ahora “impulsando con fuerza” la candidatura de Parolin: “Después de un papado que creó desorden y confusión, se necesita un perfil diplomático y moderado”.
Nos vamos a analizar algunas claves para entender quién es Parolin, sus padrinos, de donde viene, y porque no es el candidato perfecto y hasta sus promotores lo saben. A pesar de sus diferencias temperamentales y culturales, pertenece a esa corriente eclesial que apoyó la candidatura de Bergoglio: el grupo del cardenal Achille Silvestrini, los de San Gallo. Los hay que piensan, y no pocos que su eventual ascenso al Trono de Pedro sería una catástrofe para la Iglesia. Criado a la sombra de Silvestrini definido como “el cardenal de la diplomacia” que llegó a la Santa Sede en 1953, entrando en círculo de Tardini, Secretario de Estado del 1958 a 1961, quien le presentó su recién creada: Villa Nazareth, de la que luego presidiría la Fundación como la fuerza motriz del progresismo católico italiano. Acabó bajo las alas protectoras del cardenal Agostino Casaroli , con quien colaboró estrechamente en la realización de aquella Ostpolitik que marcó gradualmente el paso de la Iglesia del silencio al silencio de la Iglesia; no porque Casaroli fuera procomunista, como erróneamente se le atribuyó, sino porque el diálogo se había convertido en el valor supremo al que había que sacrificar mucho, demasiado.
Silvestrini fue también el hombre del Concilio como profecía, como índice que señalaba horizontes más amplios todavía no realizados, como carta constitucional que comunicaba los principios para el inicio de una nueva Iglesia. Por eso Silvestrini, el cardenal que dialogaba con todos, no podía tolerar un personaje como Lefebvre, evidentemente no merecedor de su diálogo. A sus ojos, Lefebvre era la imagen de la Iglesia preconciliar, que ahora debía abandonarse como una pesada carga que frenaría el proceso profético. Silvestrini siempre consideró el Concilio como el puntapié inicial fundamental para el inicio de nuevos procesos, con los que la Iglesia debía abrirse a la modernidad. Su visión quedó resumida en la entrevista que concedió a Avvenire con ocasión de su nonagésimo cumpleaños: «Creo que es necesario volver a empezar desde el Concilio Vaticano II, desde todo lo que aún no se ha realizado y todavía queda por hacer […]. Con mi querido y fraterno amigo el cardenal Carlo Maria Martini, a lo largo de los años nos hemos preguntado muchas veces cuán necesario y urgente era buscar un lenguaje nuevo para hablar a la humanidad de hoy y en particular a las nuevas generaciones y dar respuestas adecuadas a la modernidad. El desafío que espera a la Iglesia es precisamente el de salir de los estrechos confines de las sacristías, en cierto sentido de «desclericalizarse» también con los propios laicos y vivir auténticamente el Evangelio». Nuevos procesos a iniciar, salir de las sacristías para llegar a las periferias, combatir el clericalismo: el pontificado de Francisco fue el intento de llevar adelante el programa de Silvestrini. No es ningún misterio que el Papa Francisco ha visitado varias veces Villa Nazaret, para agradecer y rendir homenaje a su benefactor. Sin embargo, el programa aún no está totalmente completado y es por esto que la estirpe de Silvestrini está trabajando duro para maniobrar el Cónclave y no interrumpir el sueño del maestro.
Parolin es el cardenal más despiadado hacia los fieles apegados al rito antiguo de la Misa y fue él quien jugó un papel decisivo en la redacción de la Traditionis Custodes , sentando las bases de un verdadero apartheid interno en el seno de la Iglesia. Si Parolin apareciera de la Logia vestido de blanco, el peligro de un nuevo cisma en la Iglesia católica sería muy real, aunque estos días esté dando garantías de moderación sobre el tema para obtener la veintena de votos conservadores que necesita para llegar a 89.
La chimenea de la Sixtina ya está lista, son dos estufas: una de hierro fundido, que data de 1939, y una segunda, más moderna, instalada en 2005. La estufa histórica se utilizará para quemar las tarjetas de votación, garantizando así la eliminación total de cualquier rastro del recuento. La más reciente será utilizada para producir las bombas de humo que indicarán el resultado de la votación. Para evitar ambigüedades , a partir de la elección de Benedicto XVI en 2005, se decidió acompañar la fumata blanca con el repique festivo de campanas, así el mensaje que llegaba desde la Capilla Sixtina podía ser claro e inequívoco. Para el humo blanco se utilizaba paja húmeda para producir humo blanco , pero el resultado no siempre era fiable y en algunos casos, el color del humo había causado confusión en el pasado. Un sistema de iluminación hará claramente visible el color del humo incluso si se emite por la noche. En la estufa más moderna se inserta un cartucho de 25 centímetros de largo, 15 de profundidad y 7 de alto, que contiene cinco cargas químicas activadas en secuencia por un dispositivo electrónico. Cada carga produce humo durante aproximadamente un minuto, lo que garantiza un ahumado continuo durante una duración total de aproximadamente siete minutos. El cartucho destinado a generar humo negro contiene perclorato de potasio, antraceno y azufre y el del humo blanco utiliza clorato de potasio, lactosa y colofonia también llamada brea griega. El sistema del humo como mensaje visible se remonta oficialmente al cónclave de 1878, que condujo a la elección de León XIII, hasta entonces, la comunicación de los resultados era mucho más confidencial y difícil de interpretar.
El el Vaticano hay 40 empleados internos trabajando, entre carpinteros, herreros, pontoneros, montadores, floristas y personal de limpieza, además de unos 20 auxiliares puestos a disposición por empresas externas. Entre los que estarán a disposición de los electores, estarán presentes en el cónclave cinco electricistas y ascensoristas, cinco técnicos de calefacción y fontanería y dos técnicos, que prestarán juramento y estarán en servicio a tiempo completo, pernoctando en el Vaticano, sin poder tener contacto con sus familias. Las actividades incluyen «la limpieza, la revisión pictórica y de la planta, y la limpieza extraordinaria de las habitaciones asignadas a los cardenales electores y al personal de apoyo en los tres edificios seleccionados para alojar a los cardenales: la Domus Sanctae Marthae, el Ex Ospizio Santa Marta y el Colegio Etíope, con un total de unas 200 habitaciones. En cada edificio se crean las divisiones que garantizarán el aislamiento de los participantes, utilizando mamparas, puertas provisionales y el cierre temporal de algunas ventanas para evitar la introspección y se instalará todo el mobiliario que falta. La Santa Sede cubre los costes del cónclave con una suma «regularmente presupuestada» y «no hay patrocinadores específicos». Los cardenales podrán ingresar desde la noche del martes 6 hasta la mañana del miércoles, antes de la Misa Pro Eligendo Pontificie programada para las 10:00 en San Pedro. «El día antes del comienzo del Cónclave, el personal de la Dirección colabora en la colocación de aproximadamente 80 sellos de plomo, necesarios para cerrar todos los accesos al perímetro del Cónclave, garantizando así la confidencialidad esperada». La Florería Vaticana se encargará de la preparación del balcón central del Aula de las Bendiciones, desde donde aparecerá el nuevo Papa.
La Conferencia de Obispos Católicos del Estado de Nueva York ha criticado públicamente la publicación del presidente estadounidense Donald Trump en la que se presenta como Papa. «No hay nada inteligente ni gracioso en esta imagen, señor presidente. Acabamos de enterrar a nuestro amado papa Francisco y los cardenales están a punto de entrar en un cónclave solemne para elegir al nuevo sucesor de San Pedro. No nos imite».
Ettore Gotti Tedeschi en La Verità: «Este Cónclave también podría ser el último. La elección consiguiente es pues fundamental para restablecer, si se quiere, el orden de la Autoridad Moral de la Iglesia. Este Cónclave tiene como objetivo afirmar la renuncia o conformación de dicha autoridad moral necesaria en el mundo. Por eso creo que el Papa ideal debería ser un Cardenal “santo”, para indicar la búsqueda de la santidad como objetivo de la Iglesia». «Este Cónclave no se puede comparar con el de 1978 ni con el de 2005. Porque necesariamente estará afectado por lo que ocurrió desde hace 12 años. Además, las condiciones sociopolíticas y económicas en los últimos 12 años han cambiado aún más».
Desde 2017, los datos ya no eran publicados por la Prefectura de la Casa Pontificia, y ahora que tras su muerte todos se han hecho públicos, la verdadera razón está clara: el Papa Francisco que decían que era tan popular no entusiamaba demasiado. Durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI la Prefectura de la Casa Pontificia solía publicar, a finales de diciembre, datos sobre la participación de los fieles en los encuentros con el Pontífice en el Vaticano. Con el Papa Francisco empezó a pasar lo mismo , pero desde 2017, sin ninguna explicación, ya no se proporciona esa información. Sospechábamos la razón, desde estas líneas hemos manifestado repetidamente la falsedad de los pocos y parciales datos oficiales y ofrecido imágenes de lo ‘vacíos’ clamorosos del Papa Francisco. El inicio del Pontificado fue un boom rotundo: 7,3 millones en 2013, 5,9 millones en 2014. Después empezó el descenso, pero siempre con números significativos: 3,2 millones en 2015 y 3,9 millones en 2016. En 2017, año en el que la Prefectura dejó de hacer públicos los datos, el descenso se hizo más significativo con 2,7 millones de participantes, casi 1,2 millones de creyentes menos y los números se hicieron cada vez más pequeños. Después de los años de Covid (2020, 2021), en 2022 hubo un ligero repunte hasta los 2,4 millones, pero luego el número cayó por debajo del umbral de los dos millones, alrededor de 1,7 millones tanto en 2023 como en 2024. Con el Papa Benedicto nunca tuvimos las cifras sensacionales registradas con Francisco, pero tampoco el colapso que hemos tenido en los últimos años, y en todo caso nunca bajó de los 2 millones.
Buena lectura.
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