El paso del tiempo es fundamental para valorar los acontecimientos históricos y ‘dimensionarlos’ en la gran historia. Todos vivimos momentos que nos parecen transcendentales pero que pasado un tiempo vemos que su importancia disminuye e incluso desaparece. Son muy pocos los hechos que cambian radicalmente la historia de la humanidad. No hace falta ser un lince para entender que estamos en una encrucijada de la historia, algo está muriendo pero no termina de morir y algo está naciendo pero no lo terminamos de ver. En estos momentos nos parece interesante el ver cómo contamos con artículos que reflexionan sobre el Concilio Vaticano II con la óptica que nos da el paso del tiempo. La generación del concilio se está muriendo por razones puramente biológicas y cada vez más empezamos a hablar de ‘un’ concilio y no de ‘el’ concilio. Desde Nicea hasta hoy contamos con 21 concilios ecuménicos y olvidamos que el Concilio Vaticano II es el 21, por ahora el último, pero no es el único, ni nunca pretendió ser el más importante, ni mucho menos. Somos hijos de nuestro tiempo y vivimos en este momento de la historia que, para bien o para mal, es el nuestro, no tenemos otro, pero no podemos perder la cabeza y desorientarnos de tal forma que perdamos nuestras raíces y nuestros identidad.
La política y religión siempre han tenido una relación conflictiva y se entrelazan momentos de gran entendimiento y otros de choque frontal. Hoy no es una excepción, nuestra generación no ha entrado en un mundo angelical en que las cosas de Dios y las del cesar viven en armonía perfecta. El caso se Santa Sofía no es un hecho solamente religioso y tiene mucho de político. La conversión de la basílica cristiana Hagia Sophia en una mezquita operada por el emir de los creyentes, el califa en el Bósforo, una vez más pone de relieve el aspecto peligroso de la explotación de la religión que, de una forma u otra, crea tensiones y prepara el terreno a nuevos conflictos de identidad que podrían evitarse. Hoy tenemos la opinión de Ibrahim Negm, del Consejo del Gran Muftí de Egipto, que considera la decisión del presidente turco como «un juego político peligroso». El mundo occidental no parece entender la provocación y se conforma con un sistema de luces y cortinas para ocultar mosaicos y frescos cristianos. «Cada vez que el islamismo llega al poder en un estado democrático y secular, declara la guerra a las civilizaciones, culturas y otras religiones». El asunto de Hagia Sophia es un nuevo mensaje claro del Islam político a Occidente: ¡dominar y subyugar, siempre y en cualquier caso!, ¡Erdogan quiere probar hasta dónde puede llegar en provocación y marcar límites! Guardar silencio ante estas maniobras es una forma de abdicación.
El Partido Comunista Chino es sucesor del marxismo-leninismo y su objetivo es destruir las religiones. Li Ruohan (un seudónimo), académico del norte de China, comenta los próximos encuentros entre el Vaticano y China y tiene claro que el problema del diálogo radica en el interlocutor, un socio que quiere destruir las religiones. Por eso el diálogo es «una trampa». Según Karl Marx, fundador del Partido Comunista, “la religión es el suspiro de la criatura oprimida, es el alma de un mundo sin corazón, de un mundo que es el espíritu de una condición sin espíritu. Es el opio del pueblo «. Lenin también recuerda a los comunistas que «el ateísmo es una parte natural e inseparable del marxismo, de la teoría y la práctica del socialismo científico». El Partido Comunista Chino se define, como fiel sucesor y discípulo del marxismo-leninismo, acepta plenamente la visión marxista-leninista de la religión. El santo papa Juan Pablo II, que tan bien conocía el comunismo y sus consecuencias en la propia piel, nos recuerda: «no te hagas ilusiones sobre el comunismo»
El cardenal Timothy Dolan, de Nueva York, ha enviado a los cardenales de todo el mundo copias de un libro que evoca cualidades deseables en un futuro papa, aparentemente rompiendo con la antigua práctica de que los más altos prelados de la Iglesia Católica abstenerse de cabildear públicamente sobre posibles candidatos papales. Se trata de ‘The Next Pope: The Office of Peter and a Church in Mission’, de George Weigel, publicado este mes. Tenemos el testimonio de cuatro anónimos cardenales que expresaron su preocupación por la conveniencia de que un miembro de élite del Colegio de Cardenales enviara dicho libro cuando no hay razones para pensar que el actual pontífice, el Papa Francisco, está enfermo o planea renunciar. La constitución que regula el cónclave prohíbe expresamente a los cardenales discutir posibles sucesores del papa: «Le prohíbo a cualquiera, incluso si es cardenal, durante la vida del Papa y sin haberlo consultado, hacer planes con respecto a la elección de su sucesor, o prometer votos, o tomar decisiones al respecto en reuniones privadas «. Dolan acompaña al libro de Weigel con una carta fechada el 9 de junio, con su firma y escudo de armas y parece que la ha enviado a los 222 cardenales de todo el mundo. Dolan se dirige al destinatario diciendo «Su Eminencia, Cardenal Hermano» y declara «Estoy agradecido a Ignatius Press por hacer esta importante reflexión sobre el futuro de la Iglesia disponible para el Colegio de Cardenales». Weigel sugirió que aquellos que están preocupados acerca de si la acción de Dolan va en contra la normativa de los cónclaves deben preguntar a los miembros del llamado grupo «St. Gallen». Actualmente hay 122 de estos cardenales electores, incluido Dolan.
Sobre el caso del inmueble de Londres los acusados se defienden aportando pruebas de que todo estaba aprobado por las autoridades del Vaticano y no entienden este enredo centrado en los intermediarios y olvidándose de los intermediados.
Seguimos con el debate sobre María Corredentora; sobre el sacerdocio femenino; los riesgos de hambruna crónica como consecuencia de la epidemia; el respirador, ‘el’, ‘uno’, que el Papa Francisco ha donado a los indígenas brasileños; y Salvini que en lo de Santa Sofía piensa como el Papa Francisco, o al contrario.
«…y se las has revelado a la gente sencilla.»
Buena lectura.
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