Diez años después del Papa Francisco: muchos errores y poco que festejar, Soros y Ucrania, Ortega y señora, católicos en Alemania.

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Lunes,  13 de marzo, de 2023,  se cumple el décimo aniversario de la elección de Jorge Mario Bergoglio, «sibi nomen imposuit  Franciscum» , como 266 pontífice de la Iglesia Católica.  Es el primer papa del continente americano, primero de fuera de Europa desde Gregorio III y  el primer papa de la Compañía de Jesús. En el Vaticano es un día normal, no hay ningún festejo oficial, el mismo Papa Francisco ha decidido celebrarlo en la más rigurosa intimidad, con una misa esta mañana en Santa Marta, a puerta cerrada con los cardenales en urbe. Parece que este deseo del Papa Francisco ha sido imitado por todos los medios que no dedican especiales, ni grandes portadas con titulares elogiosos. Hemos vivido unos días previos de una proliferación de emanaciones pontificas en medios más que secundarios que no han provocado el mínimo interés. Hoy poco, y lo poco no muy elogioso con estos diez años, vamos a intentar presentar lo que vemos brevemente.

Desde el inicio del pontificado,  el Papa Francisco comenzó a construir su pontificado, que era, en realidad, una ruptura visible con el pasado. En estos años no ha cambiado la sustancia de las cosas,  pero vivimos sumergidos en una marea de opiniones, gestos, caos y confusión que hacen pesar que vivimos una revolución sin precedentes.  Al Papa Francisco le gusta aparecer como sinodal, pero él mismo toma todas las decisiones. Hay consultas formales, inútiles, e informales,  que son las que le gustan.  Le gusta que todas las discusiones permanezcan abiertas, pero no tolera  más autoridad que la central para tomar decisiones. El Papa Francesco hace su comunicación solo y decide a quién conceder las entrevistas. Todos en el Vaticano están obligados a seguirlo, en caso contrario, son considerados adversarios creando las categorías de pro-Papa y anti-Papa.

En diez años no ha cambiado la doctrina, pero ha cambiado el enfoque de la doctrina con consecuencias imprevisibles. Muchos de los debates de la última década son debates que ya estaban obsoletos después de la década de 1970. Es como si, mirando hacia el futuro, la Iglesia hubiera retrocedido, dejando de lado casi cuarenta años de historia.  Pretende crear un simbolismo diferente, más laico, más pragmático y más latinoamericano, que no termina de abrirse camino  en la opinión pública que le está dando la espalda.

El pontificado del Papa Francisco tiene el reto de suceder a dos titanes como Juan Pablo II y Benedicto XVI, con el segundo ha tenido que convivir. Por un lado, era fácil oponerse a quien había sido tildado  como el «pastor alemán» ideal blanco de cualquier desgracia, pero,  por otro lado,  estaba el refinado teólogo que incluso en cada ángelus dominical esculpía páginas del cristianismo hecho filosofía. La gran intuición de Benedicto XVI hizo de la lucha contra el “relativismo pernicioso” la verdadera Cruzada, que sigue siendo hoy nuestro problema. Desde la muerte de Benedicto XVI todos estamos un poco huérfanos,  hoy más que un párroco, los fieles, y también  los infieles,  necesitan un Papa, porque es Occidente el que naufraga en el relativismo, arrastrado  por un cristianismo que se empobrece y diluye, mientras que otras religiones se radicalizan.

¿Hay una frase simple y eficaz que pueda resumir este pontificado? Tal vez sí: podría ser «esta economía mata», pero también podría ser «¿quién soy yo para juzgar?»,  o le reciente «el patriarca no puede transformarse en el monaguillo de Putin»o quizás “cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres”, o la frase-lema del pontificado: «el pensamiento rígido no es divino porque Jesús tomó nuestra carne, que no es rígida hasta el momento de la muerte». Los diez años de pontificado de Francisco se mueven entre tácticas de imagen, primacía de la práctica, pastoralismo, y el relativismo moral: procesos que deberían haber producido alguna verdad nueva y que en realidad han escandalizado, confundido mentes y corazones y desarticulado la unidad en la iglesia.  Ha creado una gran confusión: decir y no decir, afirmar y retirarse, ir adelante diciendo que se va hacia atrás, hacer decir lo que a uno mismo le gustaría decir, abrir y cerrar , acoger y condenar, decir y contradecir.

En las entrevistas todo son cabos sueltos: continuas citas de la Biblia y del magisterio parciales e inexactas, las notas a pie de página con cambios sin hacerlo aparecer, sentencias con mil matices, amores a los lejanos y las diatribas a los cercanos, los encargos infinitos, las intervenciones políticas,  la protección de personajes dudosos, la promoción de dudas de fe sin cultivar ninguna certeza.  En esta década se han producido cambios sustanciales en la teología moral católica, todos ellos en la línea de la sustitución del juicio, que parte de la realidad, por el discernimiento, que parte de la situación y la conciencia. Los mandatos de Cristo se transforman en ideales, el pecado por exclusión de la gracia se convierte en una etapa inadecuada de la vida, la nueva ley no exige el respeto a la ley natural, sino que la reinterpreta, la Iglesia debe escuchar, integrar, acompañar en los caminos de la existencia, y nada más. Esta nueva visión de la teología moral acaba por descuidar el derecho natural cristiano, declarando obsoleta la doctrina social de la Iglesia en su versión tradicional.

Los hay que nos ofrecen las lista de «las desgracias protagonizadas -más o menos conscientemente- por el Papa Francisco que son objetivamente críticas o que han tenido resultados y efectos nocivos».  Entre otros se señala la desaparición en los actos pontificios de la devoción a la Eucaristía, el papel del Papa como «Vicario de Cristo»  degradado a ‘estatus histórico’, la profanación de la basílica de San Pedro con la idolatría de la Pachamama, la modificación injustificada de la traducción en italiano del Padrenuestro, la Traditionis Custodes,  frases dichas al azar como «quien soy yo para juzgar» que tanto daño hace a la santidad de la Iglesia,  el silencio ensordecedor ante las tendencias heréticas y cismáticas de muchas iglesias nacionales, McCarrick y sus macarristas, el amigo Zanchetta y sus protecciones, las teologías del Tucho,  el silencio sobre el escandaloso caso Rupnik,  el abandono de los católicos chinos, la grave situación de la Iglesia Católica en Nicaragua.

No menos grave es la creación de cardenales como Gambetti, Roche, Tobin, Cupich, McElroy, Hollerich, Czerny, Farrell, Fitzgerald, Gregory y otros, así como el nombramiento obispos sin títulos ni méritos que van degradando el oficio; la gestión dictatorial de la Ciudad del Vaticano y del Vicariato de Roma, y ​​la fatal reforma de la Curia romana, ahora mucho más burocrática.  En temas doctrinales: la comunión a los abortistas, el nombramiento de Mazzuccato: ateo y conocido abortista al frente de la Pontificia Academia para la Vida; la declaración de Abu Dhabi y la pertinacia en promover la Hermandad para considerar iguales a todas las religiones  creando una fraternidad sin paternidad y no podemos olvidarnos de todo lo que ha rodeado la muerte y el funeral de Benedicto XVI.

Pasamos a otros temas de hoy, que los hay, y muy interesantes.  El coronel estadounidense retirado Douglas Macgregor, asesor de seguridad del secretario de Defensa de Donald Trump, se pronunció recientemente sobre la influencia que tiene el multimillonario George Soros en la administración de Biden, describiendo al megadonante de izquierda como un «asesor de seguridad en la sombra». «Describe la situación actual en Ucrania como una que se puede atribuir en gran medida a la provocación de Occidente hacia Rusia, con el derrocamiento del régimen prorruso del gobierno de Ucrania en 2014. y su reemplazo por un régimen pro-estadounidense y aliado con Occidente». «Washington trata a los países de Europa occidental y oriental esencialmente como estados clientes. No presta atención a lo que dicen o quieren esos pueblos. Nunca lo hicieron. Todo se decide en Washington”.

“El Sr. Macron es alguien que fue seleccionado, preparado e instalado en cargo, en gran parte gracias a George Soros”. “George Soros es a menudo citado como el asesor de seguridad nacional en la sombra de la Casa Blanca estos días, e incluso el Sr. Zelensky le debe mucho a George Soros, junto con otros oligarcas, por su posición». » Estas son las personas que están forzando esta guerra. El estadounidense promedio no sabe nada al respecto». «Soros ha gastado la friolera de $ 21 mil millones en apoyar a grupos políticos e individuos de izquierda desde 2000, $ 2.7 mil millones solo en 2021». El propio Soros sobre el trabajo de su Open Society Foundation en Ucrania:  “Bueno, establecí una fundación en Ucrania antes de que Ucrania se independizara de Rusia. Y desde entonces la fundación siempre ha estado activa. Y jugó un papel importante en los acontecimientos actuales”.

Ayer ya teníamos la noticia de que  Ortega, y señora, estaba enfadado con su amigo, quizás ya ex amigo, Francisco. El gobierno de Managua le ha dado al encargado de negocios del Vaticano una semana para salir del país, el Nuncio fue expulsado hace un año y no se ha nombrado nuevo. Tras un largo silencio, y llamativo,  silencio del papa Francisco sobre la persecución a la iglesia en Nicaragua que el dictador Ortega, y señora,  interpretaban como apoyo a su causa, sus últimas declaraciones han provocado la ruptura inmediata de relaciones con el Vaticano.  Las relaciones existen  desde 1908,  durante 115 años y después de 43 años de coqueteos con el «Frente Sandinista de Liberación Nacional», Nicaragua se convierte  en uno de los 12 países que no tienen relaciones formales y oficiales con la Santa Sede.

El cisma alemán sigue en las noticias, es otro de los frutos de estos diez años de pontificado, el problema viene de antes, pero poco se ha hecho por resolverlo y demasiado por tolerarlo hasta hacerlo irreversible. El pleno de Fráncfort aprobó por amplia mayoría textos que abrazan de lleno la agenda ultraprogresista.  El resultado de la votación fue recibido con aplausos y el ondear de banderas del arcoíris,  con 176 delegados estuvieron a favor, incluidos 38 obispos, mientras que 12 se abstuvieron y solo 9 optaron por oponerse.  Los obispos alemanes, no todos, 38 descarados y 12 cobardes, se burlaron de Roma y del mismo Papa Francisco. Un dato interesante a destacar es que una de las pocas oposiciones de los laicos al texto provino de Emeka Ani, delegado representante de comunidades de otras lenguas maternas que se componen principalmente de fieles africanos.

Los mismos partidarios del Camino Sinodal los que involuntariamente dan testimonio de la falta de representación de todos los católicos alemanes en estos encuentros: clara prevalencia de profesores universitarios dentro del llamado comité sinodal, «los no académicos podrían reunirse en una cabina telefónica» y todo en nombre  del «pueblo de Dios en camino a Alemania». Todas las miradas se dirigen al Papa Francisco,  de  quien se espera que haga un movimiento para detener la rebelión alemana. Hace cuatro años, al regresar de Madagascar, Francisco dijo que no temía un cisma en la Iglesia: la mayoría del episcopado alemán y de las organizaciones laicas, parece que tiene mucho menos miedo que él.

El Papa Francisco, está convencido de que es necesario «poner en marcha procesos que sean capaces de ofrecer avances y soluciones no traumáticas y conducir, en un tiempo relativamente corto, a una libre circulación y estabilidad de las personas que sea beneficiosa para todos». El día de hoy puede resultar complicado para muchos que aman a la iglesia y sufren con el caos en el que nos movemos. No hay duda de que la Iglesia se recuperará,  saldrá rejuvenecida y mucho más fuerte. Pero el revuelo y el desconcierto está, y puede estar por mucho tiempo formando parte de nuestras vidas.

«…y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo».

Buena lectura.

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