El ambiente que se respira en Roma en estos días del esperado encuentro es de una gran confusión. La mayoría de los ‘padres sinodales’ ha optado por un buscado silencio. Nadie quiere salir retratado y esto se nota demasiado. La tensión en el aula del sínodo es irrespirable. Todos son conscientes que todo lo que se diga puede ser público en horas y se ha optado por un verdadero encefalograma plano. Los asistentes han sido convocados por el Papa Francisco que ha inventado este encuentro como la solución a todos los problemas, o al menos eso creían. Se encuentran con el mismo que los convoca les dice que tienen que buscar soluciones y los culpabiliza de los sucedido. Tenemos la sensación de que estamos asistiendo a un absoluto desconcierto.
Estamos en los últimos momentos y por ahora de concreto no tenemos nada. Se habla de denunciar ante las autoridades civiles, se recuerda que se debe comunicar a la Santa Sede los casos de obispos, se quiere incrementar el trato con las víctimas, se pide asumir responsabilidades, se has destruido pruebas – parece que solitas – se sigue con la matraca de la transparencia…. pero de concreto nada.
Están demasiado recientes tantos casos, casi todos los que conocemos, se lo único que ha hecho reaccionar a la Santa Sede, al Vaticano, a los obispos locales, y a todo lo que queramos añadir, es que las cosas han saltado a la opinión pública. De nos ser por esto, Zanchetta seguía viviendo en Santa Marta y en su retiro dorado, McCarrick nos seguida dando lecciones de moralidad, Maciel estaba en los altares. En este momento es mucho más creíble un medio de comunicación de tercera división que una sacra congregación.
Por ahora, veremos como va terminado todo esto, lo que estamos viendo se parece mucho más a un convenio universitario para estudiar una materia con ponencias magisteriales que a un órgano de gobierno de una institución sumida desde hace tiempo en una crisis sin fin. Como de esto no salgan hechos concretos, responsabilidades y decisiones de gobierno esteremos ante otro volumen más que engordará la biblioteca de temas estudiados y pendientes de resolución. La cuerda ya no resiste mucho más.
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
Buena lectura.
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