Final de Pontificado con poco Jubileo

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De un sacerdote argentino:

Tanto por lo eclesiástico como por lo civil, Roma está bien lejos de vivir clima de Jubileo. «Esto es el triste final de un pontificado -aseguró un fiel jesuita norteamericano, que imploró el anonimato,  para evitar represalias-, cuyo mejor servicio a la Iglesia será caer en un definitivo olvido». Vestido como cura, con hablar pausado y categórico, el joven sacerdote admite que es un «rara avis» en la que, por momentos,  parece compañía «contra» Jesús. Pero no se da por vencido, y agrega: «Quedan algunos extraordinarios jesuitas ya muy mayores; y, entre los más jóvenes, no todos somos como James Martin».

Retoma su análisis del Jubileo, y apunta: «Como bien indican ‘Infovaticana’, en general,  y Paco Pepe,  en particular, este pontificado no atrae a nadie de los que están afuera y aleja a muchos de los que están adentro.  Basta ver lo que pasa estos días en Vaticano: son muy pocos los que pasan por la Puerta Santa, y menos aún los que cumplen las condiciones para la indulgencia plenaria. Una vez que ingresan a San Pedro, la mayoría se comporta como turistas: contados son los que esperan para confesarse y estar un rato de oración frente al Santísimo»
Enfatizó, también,  que: «El Papa machaca, todo el tiempo,  contra los ortodoxos, tradicionalistas y ‘rígidos’. Y no se da cuenta de que lo poco que va quedando es lo que él denuesta. Por ejemplo, la inmensa mayoría de los peregrinos que vienen en grupo, con auténtico clima de oración,  responde a esas ‘categorías’. Me conmovió,  por caso, este lunes 27, observar a sacerdotes y seminaristas franceses, pertenecientes a la Comunidad San Martín, mientras avanzaban por la plaza San Pedro. ¡Cuánta piedad y amor a Cristo y a la Iglesia! Familias religiosas como éstas tienen verdadero futuro».
Comentó, finalmente,  que la decepción se nota también,  por lo civil: «Conozco bien Roma y esto está muy lejos del inolvidable Gran Jubileo de 2000, con San Juan Pablo II. Y esto lo perciben, también,  los hoteleros,  taxistas y gastronómicos. Sus expectativas se ven frustradas día a día. Ni de lejos llegan los peregrinos esperados. Por eso, para los que hay, se multiplican las ofertas y los descuentos. Ya no se trata de ganar alguna cifra diferente. Se llegan a conformar con ganancias mínimas,  y salvar los gastos «.
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