Lean si no el importante artículo de Francisco Fabra en Germinans.
https://germinansgerminabit.blogspot.com/2023/06/que-ha-sido-de-los-sacerdotes-firmantes.html
De los sacerdotes se la archidiócesis barcelonesa que en su día firmaron el manifiesto en apoyo del referendum ilegal del 1 de octubre de 2017 y que no han fallecido o han sido jubilados, los nombres de muertos y jubilados también se dan, bien podemos decir que se encuentran en una situación terminal o casi. Pues casa año que pase aumentarán los fallecidos y jubilados y disminuirá, hasta desaparecer, el de sacerdotes en activo.
Hoy, de estos, apenas quedan tres mayores de 80 años, 10 que superan los 70 y no llegan a los 80 y 14 menores de 70 años, ninguno de los cuales tiene menos de cincuenta.
Pues ya me dirán el futuro que les espera.
No da los datos de los muertos que ya estaban jubilados cuando se firmó el manifiesto ni de los miembros de órdenes religiosas. Si se suman ambos, los fallecidos se van al medio centenar. Yo sí tuve la paciencia de coger el listado y teclear uno tras otro los cuatrocientos nombres y de muchos me apareció la esquela. En bastantes ocasiones he dejado constancia aquí de ello.
Toda sandez tiende siempre a su extinción, y por supuesto la sandez del nacionalismo en la Iglesia también.
La pertenencia a la Iglesia Católica supone la universalidad, la apertura de horizontes y la no parcelación de «nuestro terrenito». Los progresaurios que aparecen en Gérminans erraron su camino y se dedicaron a la afirmación identitaria con mucho más ahínco que a la evangelización. Hicieron de la lengua bandera como si pocas décadas antes no hubiera sido el latín la lengua eclesiástica universal. Usaron la bandera en sustitución de la cruz, símbolo inequívoco de los cristianos; apoyaron y alentaron la división olvidando que es la fraternidad lo que nos confiere la fuerza para continuar avanzando por los caminos de la santidad. Ya en el colmo de la estupidez usaron campanarios para hacer ondear su peculiar modo de entender la vida, y por supuesto, olvidando que tales torres se construyeron para unir en el altar a gentes de toda tribu raza, lengua o nación. En su locura llegaron a momentos de auténtico paroxismo, criticaron el Nacional Catolicismo que apoyó el poder hasta el año 1975, para lanzarse en brazos de los nuevos «padres patrios» tanto o más cuestionables que los de la etapa anterior. Sí, no nos engañemos, todos esos «patriarcas fecales» fueron quienes vaciaron los templos, los que desacralizaron el Misterio, los que desterraron la Cultura y se burlaron de cualquier manifestación religiosa que ellos no manejaran. Ellos son y eran los que clamaban a gritos pidiendo democracia y a la vez imponían en sus comunidades las dictaduras más ferras y asfixiantes. Definitivamente su agónico ocaso es una magnífica noticia.
Las ideas, las buenas y las malas, cuando enmascaran sentimientos, cuando son confesiones de fes –credo quia absurdum–no mueren nunca. El nacionalcatolicismo catalán va a cumplir un año de estos los 2 siglos y sigue impasible el ademán.
Ese es el gran problema que ha tenido y tiene el progresismo eclesial: su inexistente relevo generacional. ¿Cómo podría ser de otra forma cuando hoy día nadie cree ya en el «progreso», y los «progresistas» menos que nadie? Son gente que ya no cree en Dios pero tampoco cree ya en el «progreso» o sus ideas equivalentes. Ya no les queda nada, solo sentarse a esperar «a que les toque».
Oh, nooooo! Me lo temía, mi capellán «preferido» de mi cole , el Sagrado Corazón de Barcelona, MN. ANTONI MATABOSCH que tantísimo daño ya nos hacia a las alumnas con sus conferencias antifrsnquistas separatistas y sus misas (lo pongo en mayúscula) en la biblio de dicho colegio, ataviado de cualquier manera y repartiendo «el pan» a cachos (buhaaaa, buhaaaaa) de mano en mano… Esta en activo con 88 años! y sigue dando por saco en la Diócesis… Esto es un pacto como «Fausto», no se explica