| 01 enero, 2025
Yo sé las deseo bajísimas.
Le dicen:
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«El Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, ha confiado a colaboradores cercanos que se siente «muy presionado», y que le hubiese convenido quedarse como Obispo de Río Gallegos. Ocurre que, con sus drásticas decisiones -como descabezar, casi en su totalidad, la cúpula del Seminario porteño- se ha ganado la enemistad de buena parte del clero. En esa movida, cayó en la volteada, entre otros, un director espiritual que llevaba más de 35 años en el Seminario; y que es indiscutido referente de varias generaciones de sacerdotes, por su paternidad, sabiduría y prudencia.
Se le objeta, también, al «Cuervo», su discrecionalidad a la hora de las resoluciones. Y que, más allá de la muy citada «sinodalidad» que «se ve hasta en la sopa», sólo escuche a un puñadito de curitas jóvenes; que no se destacan, precisamente, por su sobriedad e inteligencia. Cuentan que lo tiene muy preocupado haber tenido que remover a un párroco del centro de la ciudad -actualmente con pedido de licencia en su ministerio-, en prevención de otros posibles males. La soledad extrema, a la hora de tomar decisiones, le preocupa mucho. Sabe, además, que sus últimas medidas -especialmente las del Seminario- les cayeron muy mal al Papa Francisco; quien lo comentó con sus colaboradores más próximos, entre ellos, dos sacerdotes argentinos. Prueba de ello es que no fue elegido para ningún cargo en la reciente renovación de la cúpula episcopal del país sudamericano.
¿Días contados, en Buenos Aires, para el ex primado de Argentina? ¿Saldrá eyectado hacia Roma? ¿O se viene, acaso, un «renunciamiento histórico», que deje las luces porteñas, por una «periférica» diócesis?»
Triste final de este pontificado.
Ni con agua caliente sueltan los cargos. No hay más solución que «Promoveatur….» lo cual suele ser aún peor