| 18 agosto, 2013
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Papa Francisco explico que “no es que Jesús quiera dividir entre ellos a los hombres, al contrario: Jesús es nuestra paz, ¡es reconciliación! Pero esta paz no es neutralidad, no es acuerdo a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y escoger el bien, la verdad, la justicia, también cuando ello requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto divide, lo sabemos, divide también los lazos más estrechos. Pero atención: ¡no es Jesús el que divide! Él pone el criterio: vivir para sí mismo, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es «signo de contradicción» (Lc 2,34).
Por lo tanto –dijo, “esta palabra del Evangelio no autoriza de hecho al uso de la fuerza para difundir la fe. Es propiamente lo contrario: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del amor, que comporta renunciar a toda violencia. Fe y violencia son incompatibles”.
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Sobre la incompatibilidad moral del uso de la violencia y la evangelización releer Homilía de Juan Pablo II en la Jornada del Perdón (año 2000) y Documento de la CTI sobre Memoria y Reconciliación. la Iglesia y las culpas del pasado
Sobre la incompatibilidad moral del uso de la violencia y la evangelización releer Homilía de Juan Pablo II en la Jornada del Perdón (año 2000) y Documento de la CTI sobre Memoria y Reconciliación. la Iglesia y las culpas del pasado