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Francisco, un Papa que dice una cosa y después dice lo contrario

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Pasados unos días, las polémicas surgidas por el documento acusatoriodel ex nuncio en Estados Unidos, Carlo Maria Viganò, contra el papa Francisco por el escándalo del ex cardenal Theodore McCarrick se tornan cada vez más vivaces. Y han tenido una posterior llamarada con la explosión del caso Kim Davis, la funcionaria cristiana de un condado de Kentucky, encarcelada durante una semana en el verano del 2015 por haberse negado – por motivos de libertad de conciencia y de religión – a entregar la licencia de matrimonio a parejas de homosexuales y recibida por Francisco el 24 de setiembre de ese mismo año en la nunciatura vaticana en Washington.

Sobre el caso Kim Davis son al menos dos los elementos que más hay que poner en evidencia, hasta aquí descuidados por los polemistas. Ambos arrojan luz sobre el “misterio” de la personalidad de Francisco.

*

El primero es la respuesta dada por el Papa a Terry Moran, de ABC News, en el vuelo de regreso de Estados Unidos a Roma, cuando todavía el encuentro que había tenido pocos días antes con Kim Davis no había llegado a ser de dominio público.

El periodista no da el nombre de Davis, pero alude inconfundiblemente a ella. Así como Francisco la tiene en mente, al responder.

A continuación presentamos la transcripción oficial de la pregunta y respuesta entre el periodista y el Papa:

P. – Santo Padre, ¿apoya usted a esas personas -incluidos los funcionarios del gobierno- que dicen que no pueden, según su conciencia personal, aceptar determinadas leyes o llevar a cabo sus tareas de funcionarios del gobierno, por ejemplo, emitiendo licencias matrimoniales a parejas del mismo sexo?

R. – Yo no puedo pensar en todos los casos que puedan existir de objeción de conciencia. Pero sí, puedo decir que la objeción de conciencia es un derecho y entra en cada derecho humano. Es un derecho y si una persona no permite ejercer la objeción de conciencia, está negando un derecho. La objeción de conciencia debe estar presente en toda estructura judicial, porque es un derecho, un derecho humano. Si no es así, acabamos seleccionando los derechos: este es un derecho de calidad, este es un derecho sin calidad… Es un derecho humano. A mí siempre -¡esto va contra mí mismo!-, siempre me conmovía cuando, siendo muchacho, leía -lo hice varias veces- la “Chanson de Roland”: cuando estaban todos los musulmanes en fila y ante ellos la fuente bautismal o la espada y tenían que elegir. No se les permitía la objeción de conciencia. No, es un derecho. Y nosotros, si queremos tener paz, debemos respetar todos los derechos.

P. – ¿Esto incluye a los funcionarios del gobierno?

R. – Es un derecho humano. Si el funcionario del gobierno es una persona humana, tiene ese derecho. Es un derecho humano.

El encuentro entre Francisco y Kim Davis se conoció solamente después del regreso del Papa a Roma.

“El Papa me habló en inglés – contó luego Kim Davis –, no hubo intérpretes. Me dijo: ‘Gracias por su valentía’. Y yo respondí: ‘Gracias a usted, Santo Padre’. Fue un momento extraordinario. ‘Manténgase fuerte’, me dijo. Me largué a llorar, estaba profundamente emocionada».

Pero pocos días después, el 2 de octubre de 2015, bajo el ardor de las polémicas, el entonces director de la sala de prensa vaticana, Federico Lombardi, difundió un comunicado en el que afirmaba:

– que el encuentro con Kim Davis fue sólo uno entre las “diversas decenas” de saludos de cortesía que en ese mismo día el Papa había dado a un gran número de personas;

– que el encuentro «no debe ser considerado como un apoyo a su posición en todos sus aspectos particulares y complejos»;

– que «la única ‘audiencia’ concedida por el Papa en la nunciatura [de Washington] fue a un antiguo alumno suyo con su familia».

Aparte del hecho que esta «familia» recibida en audiencia estaba constituida por un viejo amigo argentino de Bergoglio, Yayo Grassi, y por su compañero indonesio Iwan Bagus, lo que más golpea en este comunicado – seguramente aprobado por el Papa – es que el mismo contradice o bien empequeñece lo que el mismo Francisco dijo en el avión en defensa de Kim Davis y de su derecho a la objeción de conciencia.

Pero hay más. El pasado 28 de agosto, a tres años de distancia, el «New York Times» se refirió a una conversación entre Francisco y Juan Carlos Cruz, la víctima más conocida de los abusos sexuales en Chile, según el cual el Papa le habría dicho, a propósito del encuentro con Kim Davis:

«Yo no sabía quién era esa mujer y él [monseñor Viganò] la puso en la fila para que me saludara, y naturalmente dieron a esto una gran publicidad. Me enojé mucho y despedí a ese nuncio».

A estas palabras atribuidas al Papa, Viganò contestó el 30 de agosto con una detallada reconstrucción del detrás de escena de ese encuentro, para demostrar que Francisco «sabía muy bien quién era Davis», y que «él y sus estrechos colaboradores habían aprobado la audiencia».

En su “Testimonio” Viganò no cita las palabras dichas por Francisco en el avión, antes mencionadas. Pero éstas serían suficientes para demostrar cuán plenamente consciente de la cuestión era el Papa, al punto de recalcar, en su respuesta al periodista de ABC News, algunos pasajes de la hoja informativa escrita que Viganò le había entregado en vísperas del encuentro con Davis y hoy dada a conocer.

Viganò, al término de su “Testimonio”, llega por el contrario a plantear el aut-aut: «Uno de los dos miente: ¿Cruz o el Papa?».

Pero es probable que las cosas no sean tan excluyentes. Y aquí aflora el segundo elemento que hay que destacar, que está mucho más relacionado con la personalidad de Jorge Mario Bergoglio.

*

Bergoglio es un Papa que encarna las contradicciones, del cual el caso Kim Davis es un ejemplo, pero no el único.

Ya nos hemos referido antes a las contradicciones entre lo que Francisco dijo en el avión el 28 de setiembre de 2015 y lo que hizo decir a través del papa Lombardi el 2 de octubre posterior ya nos hemos referido antes.

Pero después está la contradicción – de acuerdo con el “Testimonio” de Viganò – entre las alarmadas palabras del secretario de Estado, Pietro Parolin, al convocar de urgencia a Roma el 3 de octubre al entonces nuncio en Estados Unidos: «Usted debe venir inmediatamente a Roma, porque el Papa está enfurecido con usted», y el trato «afectuoso y paterno», lleno de «continuos elogios», con los que Francisco habló a Viganò al recibirlo en audiencia el 9 de octubre.

Y más todavía la contradicción con lo que Francisco habría referido a Juan Carlos Cruz: haberse visto engañado por Viganò y, en consecuencia, haberlo despedido inmediatamente.

El pasado 2 de setiembre el padre Lombardi ha replicado débilmente – junto al padre Thomas Rosica, en esa época vocero de lengua inglesa para la sala de prensa vaticana – el “Testimonio” de Viganò, con la intención de defender el comunicado de tres años atrás.

Pero la explicación más simple y más verosímil es que el papa Francisco le haya recitado tranquilamente todas las partes del drama, sin importar que una de ellas contraste con la otra: las palabras en el avión, el comunicado del 2 de octubre, el ataque de ira con el cardenal Parolin, la posterior audiencia benévola con el mismo Viganò, el nuevo ataque de ira anti-Viganò con el chileno Cruz…

Bergoglio es así. A cada uno lo suyo. O mejor dicho, a cada uno lo que el Papa considera oportuno dar y decir en ese momento dado, según sus cálculos personales.

El Papa se comporta así con mucha frecuencia, sobre todo en las cuestiones más controvertidas. Hay otro ejemplo flagrante en lo que sucedió en el pasado invierno respecto a China. Mientras que por un lado, al recibir en audiencia al cardenal Joseph Zen Zekiun y al entonces secretario de «De Propaganda Fide», Savio Hon Taifai, dijo a ambos, mostrándose sorprendido, que no había sido informado de lo que estaban haciendo los diplomáticos vaticanos a favor del régimen chino y en perjuicio de la Iglesia llamada «clandestina», y a los que prometió moverse en apoyo de sus protestas, pocos días después un comunicado oficial del Vaticano confirmaba, por el contrario, que no existía ninguna «deformidad de pensamiento y de acción entre el Santo Padre y sus colaboradores en la curia romana, respecto a las cuestiones chinas», que la Secretaría de Estado había informado constantemente al Papa «en forma fiel y pormenorizada», y que las afirmaciones en contrario del cardenal Zen despertaban «sorpresa y amargura».

O también hay que visualizar cómo se ha comportado Francisco con el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino [y la Disciplina de los Sacramentos]. El 11 de julio de 2016 un comunicado oficial del Vaticano atacaba al cardenal en forma humillante, al contestar a sus recomendaciones a favor de una orientación de la liturgia hacia Oriente y su declarada voluntad de proceder a una «reforma de la reforma«, es decir, a una rectificación de las desviaciones promovidas por las novedades litúrgicas postconciliares.

Excepto que Francisco había recibido en audiencia a Sarah dos días antes, agradeciéndole y elogiándolo por todo lo que hacía, sin una mínima alusión a la puñalada que estaba por serle descerrajada. Y en el anterior mes de abril, en otra audiencia, Francisco le había recomendado a Sarah que procediera precisamente con esa «reforma de la reforma» que poco después habría de desautorizar públicamente.

Pero el ejemplo más clamoroso de las contradicciones personificadas por Francisco es su respuesta a la mujer luterana que le preguntó si podía recibir la comunión junto a su esposo católico. No en audiencias separadas y hablando a distintas personas, sino en una única intervención de pocos minutos con la misma persona, Francisco concentró todo y lo contrario de todo. Primero le dijo que sí, después que no, después no sé, y por último haga como quiera. El video de esa pregunta y respuesta (en italiano con transcripción en inglés) es una «summa» extraordinaria para penetrar la personalidad del actual Papa:

> «Mi chiamo Anke de Bernardini…»

Una personalidad que se ha forjado atravesando no pocos «pasajes» oscuros, recordados por él mismo también recientemente, que lo llevaron a confiarse durante algunos meses a una psicoanalista y que en todo caso han dejado hasta ahora en él una no resuelta inquietud interior.

Para superarla, ha confesado él mismo, por ejemplo, es que ha elegido a Santa Marta como su residencia «por motivos psiquiátricos» y se ha negado a leer los escritos on line de sus opositores, para salvaguardar su propia «salud mental».

Comentarios
11 comentarios en “Francisco, un Papa que dice una cosa y después dice lo contrario
  1. El 10 de Febrero del 2014, Misa matutina en la Capílla Domus Sanctae Marthae dijo, «A misa no se va con el reloj en la mano, como si se debiera contar los minutos …se va para participar en el misterio de Dios». El 15 de Sepriembre del 2018, en con los fieles de Piazza Armerina en la región italiana de Sicilia y publicado luego por muchos medios como Aciprensa, dijo que “cuarenta minutos debe durar toda la Misa y la homilía no más de ocho minutos”….Dios nos ayude.

  2. Me parece injusto adjudicar los manejos enfermizos de este personaje a la Compañía de Jesús. Podemos conocer la historia de la Compañía -sobre todo sus muchos santos- y los que tenemos cierta edad hemos conocido jesuitas ejemplares. Por eso no se puede establecer relación de parentesco psicológico -o como se llame- entre ambas cosas.
    Es un enfermo que tiene de Fe lo que le queda de ella a un modernista: el aroma de un frasco vacío.
    Y más vale no hablar de quien firmó sus 2 nombramientos -obispo y cardenal-, o sea Juan Pablo II. Y de quienes le eligieron en el Cónclave.

    1. Mucha falta de espíritu en este comentario de Gastón. En muchos de los comentaristas de este blog falta fe en Cristo, alegría en el presente y futuro de nuestra Iglesia Católica y, finalmente, confianza en que Dios vencerá en la historia, mas allá de las tradiciones que los hombres hemos puesto sobre los hombros de nuestra madre y maestra (ICAR)

  3. Es peronismo puro y duro. Lo explica muy bien Henry Sire en su libro El Papa Dictador. A Magister se le ovidólo que hizo con el Cardenal Burke en relación con los Caballeros de Malta. Le dij había que limparlo de Masones. Burke le dijo al Gran Maestro eso y cesó al aristócrata alemán responsable de la distribución de preservativos de parte de la Orden. Luego Parolin, obviamente con la anencia de Francisco y sin que su dicasterio tenga nunga competencia en caunto al gobierno de los Caballeros, convocó una comisión de investigaación llena de gene con conflictos de interés. Un poco más adelant, Francisco convoca al Gran Maestro a una audiencia secreta en la que le exige allí mismo la renuncia, para luego reinstalar al aristócrata alemán, el responsable de la distribución de los preservativos.

    Como dicen los itaianos es!furb» o es esquizofrénico y a todas luces incapaz de cumplir la misión de Papa.

  4. Estaba un sacerdote en Roma y toma un taxi de la parada en San Pedro para ir a la Universidad Lateranense, en el camino como corresponde hablan de todo, el conductor era italiano y se quejaba de los inmigrantes y de todo, en un momento le preguntó al sacerdote si lo conocía al Papa y el clérigo le dijo que si pero que solamente de vista. Aclarado eso el taxista le dijo que en su opinión era un farabutto e un furbo………

  5. Esta actitud descarada e indisimulado, así como reiterativa del papa solo tiene dos lecturas, o una tendencia innata a la manipulación o bien un punto debil psicológico.Los expertos y la historia lo dirán en un futuro más o menos lejano.

  6. Ya. Un amigo mío me comentó que la forma de pronunciarse de Pp. Francisco era la propia de los peores jesuitas, esos que aparecen en los folletos anticlericales. Yo le dije que esas cosas no se dicen. No.

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