El sínodo ha perdido la ruta, pero está la brújula del jesuita

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El padre Spadaro no tiene dudas. Él sabe cuál es el destino del sínodo y no importa si éste contrasta con la anterior «enseñanza de la Iglesia». La severa crítica de un teólogo de Nueva York al director de «La Civiltà Cattolica» por Sandro Magister

ROMA, 10 de noviembre de 2015 – El relato del sínodo hecho por el padre Antonio Spadaro en «La Civiltà Cattolica» ha suscitado un encendido debate, pues era fácil identificar en él el preludio de lo que decidirá el Papa: > Francisco calla, pero otro jesuita habla por él En particular, ha llamado la atención la perentoriedad con la que el padre Spadaro ha concluido que la «Relatio finalis» del sínodo -un texto, efectivamente, abierto a distintas interpretaciones- tiene una orientación encaminada a una única dirección, a saber: facilitar la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar. Pero el comentario que sigue a continuación demuestra, sin embargo, que el director de «La Civiltà Cattolica» y confidente de Francisco no puede esconder que sus conclusiones contradicen «la enseñanza de la Iglesia» que la «Relatio sinodi» dice respetar. En particular, demuestra la imposibilidad de escudarse detrás de algunas frases de la «Familiaris consortio» de Juan Pablo II para sacar conclusiones opuestas a las que hay escritas. El autor del comentario es un sacerdote de la diócesis de Nueva York, Robert P. Imbelli, profesor emérito de teología en el Boston College y una de las firmas competentes de «L’Osservatore Romano», «America» y «Commonweal». Autor de ensayos sobre cristología y teología trinitaria y litúrgica, su último libro lleva el título de: «Rekindling the Christic Imagination: Theological Meditations for the New Evangelisation». Pero antes de darle a él la palabra, es útil indicar algunas noticias emblemáticas que atañen a este incierto post-sínodo. * La primera es la declaración pública en favor de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar por parte de exponentes de renombre del episcopado alemán, austríaco y suizo -y de sus teólogos de referencia-, según los cuales el sínodo ha decidido, sin duda alguna, exactamente esto, además de haber expresado una consideración positiva sobre las uniones homosexuales: > German and Swiss bishops hail Synod’s new tone welcoming those in sinful unions Durante la misma rueda de prensa, se ha reivindicado también que el acceso a la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar, ya facilitado desde hace tiempo en Alemania en la diócesis de Friburgo -pero no solo-, continuará, ahora con el pleno apoyo de cuanto ha sido votado en el sínodo. La segunda noticia viene de Hong Kong, donde un Gay Pride que ha contado con la adhesión de los cónsules de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Suiza, Irlanda, Suecia, Finlandia, Estados Unidos, Canadá y Australia ha tomado como objetivo al obispo del lugar, el cardenal John Tong Hon, por haber defendido la institución de la familia formada por hombre y mujer, separándose de las posiciones definidas «mucho más abiertas» del Papa: > La lobby gay e i consoli d’Occidente contro il vescovo di Hong Kong La tercera noticia atañe a la aplicación de los nuevos procedimientos para las causas de nulidad matrimonial, promulgados por Francisco en septiembre y que entrarán en vigor el próximo 8 de diciembre. El 4 de noviembre, al inaugurar el nuevo año académico del estudio rotal, el decano de la Rota romana, monseñor Pio Vito Pinto, ha leído la siguiente declaración, publicada tres días después en «L’Osservatore Romano»: «El Santo Padre, con el fin de que haya una mayor claridad en la aplicación de los documentos pontificios sobre la reforma matrimonial, le ha pedido al decano de la Rota romana que se manifieste claramente la ‘mens’ del supremo legislador de la Iglesia sobre los dos motu proprio promulgados el 8 de septiembre de 2015: «1. El obispo diocesano tiene el derecho innato y libre, vigente en esta ley pontificia, de ejercer personalmente la función de juez y de erigir su tribunal diocesano; «2. En el caso de que no sea posible la constitución del propio tribunal en un futuro próximo, los obispos de la provincia eclesiástica pueden decidir libremente la creación de un tribunal interdiocesano; además, se mantiene la posibilidad, conforme a la ley, es decir, con permiso de la Santa Sede, de que los metropolitanos de dos o más provincias eclesiásticas puedan acordar la creación de un tribunal interdiocesano tanto de primera como de segunda instancia». La declaración tiene el claro objetivo de corregir las dificultades surgidas tras la promulgación de los nuevos procedimientos, que preverían la institución de tribunales matrimoniales en cada diócesis, a la cabeza de los cuales estaría el obispo del lugar. En una fase transitoria, allí donde las diócesis no pudieran actuar por sí solas, permanecerían en vida, o se constituirían, tribunales que aunarían varias diócesis cercanas, como ya sucede actualmente en varias regiones. * Y a continuación el comentario del padre Imbelli. __________ Volver a calibrar el GPS por Robert P. Imbelli En su artículo en «La Civiltà Cattolica» sobre el sínodo que acaba de concluir, el director de la revista, el padre Antonio Spadaro, S.I., recuerda cuatro imágenes utilizadas durante las deliberaciones del sínodo. Así describe una de ellas: «El navegador satelital (GPS) indica qué camino hay que tomar para llegar a la meta. Si se equivoca o sufre una interrupción repentina, el GPS no pide volver al punto de partida y hacer de nuevo todo el camino desde el principio, sino que proponer un itinerario alternativo. De manera análoga, cada vez que nos desviamos a causa de nuestro pecado, Dios no nos pide que volvamos a nuestro punto de partida, sino que nos vuelve a orientar hacia Él trazando un nuevo recorrido”. Ciertamente, si uno se sale del camino, el GPS vuelve a calcular la dirección. Pero no cambia el destino, pues sino desviaría del camino a los que de él dependen. Por coincidencia, en italiano la sigla GPS coincide con las iniciales de Juan Pablo II (Giovanni Paolo Secondo). Temo que el artículo del Spadaro esté, efectivamente, «calibrando de nuevo» la enseñanza de Juan Pablo II en la «Familiaris consortio». Porque si bien él cita el número 84 de la exhortación apostólica del Papa difunto en lo que concierne a la necesidad de discernir con atención la situación de los católicos divorciados que se han vuelto a casar por lo civil, evita de manera muy estudiada la conclusión teológico-pastoral de Juan Pablo II en ese mismo párrafo. Juan Pablo escribió: «La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio». Al contrario, el padre Spadaro sugiere que si bien la intervención de Juan Pablo II sobre la cuestión representaba, hace treinta y cinco años, una nueva apertura pastoral, ahora estamos llamados, a la luz de una nueva lectura del signo de los tiempos, a dar un paso ulterior. Spadaro escribe: «La tensión acerca de la situación sacramental de los divorciados que se han vuelto a casar civilmente nace precisamente del hecho de que la «Familiaris consortio» afirmaba sobre ellos: «Que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida» (n. 84). Es un concepto que también el Papa Francisco ha repetido muchas veces. Pero esta «apertura» plantea el serio problema sobre qué es esta reconocida «comunión eclesial». ¿Cómo es posible estar verdaderamente en comunión eclesial sin llegar, antes o después, a la comunión sacramental? Postular que sea posible una plena comunión eclesial sin una plena comunión sacramental no parece un camino que pueda dar tranquilidad”. Y con esto, el GPS está verdaderamente calibrado de nuevo. Pero debemos preguntarnos si en este proceso no sólo ha cambiado el camino, sino también el destino. El documento final del sínodo evita atentamente mencionar la «comunión» en lo que atañe a los divorciados que se han vuelto a casar. De hecho, afirma que todo discernimiento debe proceder «según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del obispo» (n. 85). Por lo tanto, si el padre Spadaro no está calibrando de nuevo todo el sínodo, ciertamente lo está empujando hacia una determinada dirección. Es la dirección preferida del «Circulus Germanicus», cuya contribución él cita varias veces en el artículo, aprobándola. Se trata de una dirección claramente opuesta a la «enseñanza de la Iglesia» vigente. Si esta es la dirección que tomará el Papa en su esperada exhortación apostólica, habrá que esperar a verlo. Y si dicho cambio puede entenderse realmente como un «desarrollo» de la enseñanza de la Iglesia es una «quaestio disputata» urgente y controvertida. Una observación final. Leyendo la «Familiaris consortio” uno se queda asombrado de la profunda preocupación pastoral y atención de Juan Pablo II. Escribe: «La Iglesia, instituida para conducir a la salvación a todos los hombres, sobre todo a los bautizados, no puede abandonar a sí mismos a quienes – unidos ya con el vínculo matrimonial sacramental – han intentado pasar a nuevas nupcias. Por lo tanto procurará infatigablemente poner a su disposición los medios de salvación». Y sigue: «La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza» (n. 84). Sostener que quienes se adhieren a la totalidad de la enseñanza de Juan Pablo II en esta materia y al texto íntegro de la «Familiaris consortio” están faltos de atención pastoral o quieren transformar la doctrina en piedras para arrojarlas contra los indignos significa no sólo faltar al discernimiento caritativo que San Ignacio establece como «Presupuesto» de los Ejercicios Espirituales, sino también impugnar implícitamente la herencia de un gran Papa que la Iglesia ha proclamado Santo. __________ Obsérvese que la invectiva contra quien en lugar de «testimoniar a todos que el Evangelio sigue siendo para la Iglesia la fuente viva de eterna novedad…, quiere ‘adoctrinarlo’ en piedras muertas para arrojar contra los otros», es parte del discurso dirigido por el Papa Francisco a los padres sinodales, al final de los trabajos, la tarde del sábado 24 de octubre: > Discurso al sínodo, 24 de octubre de 2015 __________ Los anteriores servicios de www.chiesa sobre el sínodo del pasado mes de octubre: > Francisco calla, pero otro jesuita habla por él (7.11.2015) > Sínodo discordante. ¿Hacia un «cisma de hecho» en la Iglesia? (4.11.2015) > Kasper vs. Ratzinger, la disputa que no tiene fin (30.10.2015) > Iglesia sinodal. Pero el que decide todo será el Papa (27.10.2015) > El sínodo de los medios de comunicación ya ha vencido al sínodo real(23.10.2015) > Napier, la voz de la verdad sobre la carta de los trece cardenales (21.10.2015) > Sínodo. El «conspirador» que hace todo a la luz del sol (19.10.2015) > La carta de los trece cardenales. Un antecedente clave (15.10.2015) > La carta de los trece cardenales al Papa. Segundo capítulo de la historia(14.10.2015) > Trece cardenales han escrito al Papa. He aquí la carta (12.10.2015) > Sínodo. Un tweet no hace verano (10.10.2015) > Sínodo. El primer golpe exitoso es de los conservadores (8.10.2015) __________ Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España. __________

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