El IOR tira para adelante, pero la banda de los cuatro sigue ahí

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iorAsí que el IOR se mantiene vivo. Después de meses sembrando el terror al ventilarse la hipótesis de su cierre, el 7 de abril el Papa Francisco ha decidido que el Instituto para las Obras de Religión «continuará proporcionando servicios financieros especializados para la Iglesia católica en todo el mundo» y «ayudando al Santo Padre en su misión de pastor universal «. De Sandro Magister en Settimo Cielo. Traducido por Infovaticana El portavoz de la IOR, Max Hohenberg, anunció que «las prioridades del instituto son ahora terminar el análisis de los datos de clientes y para principios de verano, trabajar en pro de una mejor integración de la institución con los diversos órganos «de la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano, y» para introducir una serie de mejoras operativas. » En la prensa oficial, en cambio, hay un par de cosas – entre lo dicho y lo no dicho – que dejan en espera las grandes preguntas. La primera se refiere al Consejo de Supervisión del IOR, que es la banda de los cuatro – el estadounidense Carl Anderson, el alemán Ronaldo Hermann Schmitz, el español Manuel Soto Serrano y el italiano Antonio Maria Marocco – que el 24 de mayo de 2012 defenestrò al entonces presidente Ettore Gotti Tedeschi sólo para mantener en la silla a los dos directores Paolo Cipriani y Massimo Tulli, a pesar de que fueron estos y no el primero los responsables de los escándalos financieros que les obligaron a los dos al año siguiente a dimitir. No sólo los cuatro de la junta siguen en su lugar como si nada hubiera pasado, sino que el comunicado les agradece haber sido quien entregó al Papa, junto con otros, la propuesta de mantener viva la institución y hacer que funcione como se suele decir. ¡Desde esa silla! La segunda pregunta que se plantea donde el comunicado dice que «las actividades del IOR seguirán cayendo bajo la supervisión regulatoria de la Autoridad de Información Financiera». Muy cierto. Pero la AIF de ninguna manera goza de buena salud. Para protestar en contra de su director, el suizo René Brülhart , en enero pasado se rebeló todo el consejo de administración y se marchó, cerrando la puerta, el entonces presidente, el cardenal Attilio Nicora. Brülhart es el que a principios de 2012, por encargo del cardenal Tarcisio Bertone, alteró la redacción original de la Ley 127 contra la delincuencia financiera, introduciendo los «retrocesos» que el mismo Nicora y el entonces presidente del IOR Gotti Tedeschi denunciaron con firmeza y ​​que los inspectores de MONEYVAL denunciaron, forzando el Vaticano a volver sobre sus pasos. Si el futuro de la IOR continua siendo pilotado por los mismos hombres que han dado de sí estas pruebas, hay poco que apostar por el éxito de su tan cacareada reforma. Por no mencionar el hecho de que siga en su puesto, con el papel de prelado fiduciario del Papa, aquel inefable campeón de carrera que es Monseñor Battista Ricca .  

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