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El amigo secreto de Francisco en Caserta

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No es católico, sino pentecostal. Forma parte de esas comunidades cristianas que se expanden en el mundo en la forma más asombrosa. El Papa está encontrándose con sus líderes en forma gradual. De rivales quiere hacerlos amigos, hasta el punto de pedirles perdón por Sandro Magister para Chiesa

ROMA, 23 de julio de 2014 – Cuando se filtró la noticia, confirmada por el padre Federico Lombardi, que el papa Francisco intentaba ir en forma privada a Caserta para encontrar a un amigo suyo, pastor de una comunidad evangélica local, el obispo de la ciudad, Giovanni D’Alise, se sorprendió. No sabía nada. Además, el Papa había programado esta visita relámpago a Caserta justamente en el día de la fiesta de santa Ana, patrona de la ciudad. Al verse marginados, hubo entre los fieles la amenaza de una sublevación. Llevó una buena semana convencer al Papa que cambiara el programa y que desdoblara el viaje en dos partes: el primero, sábado 26 de julio, en forma pública para los fieles de Caserta, y el segundo, en forma privada el lunes posterior, para el amigo evangélico. Fueron meses en los que Jorge Mario Bergoglio había programado encontrarse con esta persona. Ya había dado una señal el 15 de enero a un grupo de fieles de Caserta, luego de una audiencia general en la plaza San Pedro. Había vuelto a hablar de ello el 19 de junio, durante un encuentro en Roma con algunos pastores evangélicos, entre los cuales estaba el amigo de Caserta, Giovanni Traettino, a quien conoció en el año 2006 en Buenos Aires, en ocasión de un debate con el entonces arzobispo de la capital argentina. El encuentro de Caserta con el pastor Traettino no es en absoluto un episodio aislado, sino que forma parte de un esfuerzo de más largo alcance que el papa Francisco está llevando a cabo para captar las simpatías de los líderes mundiales de esos movimientos «evangélicos» y pentecostales que, sobre todo en América latina, son el más temible competidor de la Iglesia Católica, a la que le arrancan abrumadoras masas de fieles. Los cristianos «evangélicos» y pentecostales, surgidos un siglo atrás en el ámbito protestante, se han expandido espectacularmente. Se calcula que hoy son casi un tercio de los casi dos mil millones de cristianos presentes en el mundo y tres cuartos de los protestantes. Pero se los ve también dentro de la Iglesia Católica. El pasado 1 de junio el papa Francisco se encontró en el estadio olímpico de Roma con 50 mil adherentes a la Renovación en el Espíritu, que en Italia es la agrupación carismática católica más importante. Tres días después, el 4 de junio, el Papa se encontró durante varias horas, en la residencia de Santa Marta, con algunos líderes «evangélicos» de Estados Unidos, entre los cuales estaban el célebre tele-evangelista Joel Osteen, el pastor californiano Tim Timmons y el presidente del Evangelical Westmont College, Gayle D. Beebe. El 24 de junio hubo otro encuentro. Esta vez con los tele-evangelistas de Texas, James Robinson y Kenneth Copeland, con el obispo Anthony Palmer, de la Comunión de las Iglesias Episcopales Evangélicas, con los cónyuges John y Carol Arnott, de Turín, y otros destacados líderes religiosos. Estuvieron también Geoff Tunnicliffe y Brian C. Stiller, respectivamente secretario general y «embajador» de la Alianza Evangélica Mundial. El encuentro duró tres horas y continuó en el almuerzo, en el refectorio de Santa Marta, donde el Papa, entre grandes carcajadas, ha chocado los «cinco» a mano abierta con el pastor Robinson (ver foto). Copeland y Osteen son defensores de la «teología de la prosperidad», según la cual cuanto más crece la fe más crece la riqueza. Ellos mismos son muy ricos y llevan un estilo de vida muy dispendioso. Pero Francisco les ha ahorrado una prédica sobre la pobreza. Más bien – acorde a lo informado por el «embajador» Stiller – el Papa les ha asegurado: «No estoy interesado en convertir a los ‘evangélicos’ al catolicismo. En muchos puntos doctrinales no estamos de acuerdo. Nos basta mostrar el amor de Jesús». Pero también les dijo que había aprendido de su amistad con el pastor Traettino que la Iglesia Católica, con su imponente presencia, obstaculiza demasiado el crecimiento y el testimonio de estas comunidades. Y que también por ese motivo había pensado visitar la comunidad pentecostal de Caserta: «para disculparse por las dificultades provocadas a la comunidad». Durante los pontificados de Juan Pablo II y más aún de Benedicto XVI, los «evangélicos» estadounidenses, en general más bien conservadores, habían atenuado su tradicional postura antipapal y habían encontrado momentos de encuentro con la Iglesia Católica en la batalla común por la defensa de la libertad religiosa, de la vida y de la familia. En sus coloquios de las pasadas semanas, el papa Francisco no se ha detenido sobre estos temas. Pero el pasado mes de marzo el Papa se encontró brevemente, en Roma, con la religiosísima familia «evangélica» Green, propietaria de la empresa Hobby Lobby, a la que la Corte Suprema de Estados Unidos le ha dado la razón en forma muy clara y evidente a fines del mes de junio, en el desafío lanzada por ella contra la ley impulsada por Barack Obama que obligaba a las empresas a incluir en el seguro médico de los empleados la cobertura por tratamientos anticonceptivos y abortivos. __________ Otros detalles en la rendición de cuentas del encuentro con el Papa, escrita por Brian C. Stiller, de la Alianza Evangélica Mundial: > Lunch with the Pope __________ La página web de la comunidad pentecostal fundada en Caserta por el pastor Giovanni Traettino: > Chiesa Evangelica della Riconciliazione Sobre el rol de Traettino en el conjunto de la oleada pentecostal y los problemas que el pentecostalismo ha creado en las relaciones ecuménicas entre los cristianos, una nota de Massimo Introvigne en La Nuova Bussola Quotidiana: > L’incontro «segreto» di papa Francesco a Caserta Introvigne publicó en 1996, por Edizioni Messaggero, de Padua, un libro-entrevista justamente con el pastor Traettino: «Aspettando la Pentecoste. Il quarto ecumenismo». __________ Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.

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