| 23 diciembre, 2008
Por otro lado, están los amigos. Muchas veces, los jóvenes tienen amigos que no son cercanos a la Iglesia (y más aún, que siempre la critican, en especial, en temas de moral y ética cristiana). En ese ambiente, los jóvenes usualmente se sienten arrinconados de poder decir lo que verdaderamente piensan sobre un tema, para evitar «ocasión de discusión y enemistad». Por ello, es posible que los jóvenes no muestren ni desarrollen su vocación, para parecerse más a sus amigos, haciendo que su vocación se vaya perdiendo en el tiempo, y por tanto, frustrando el plan de Dios.
Sin embargo, y pese a todos estos problemas, que de algún modo tienen salida y solución, el Cristiano, y más puntualmente, el Joven-con-vocación-sacerdotal, tiene un arma infalible: «La Oración». Muchas veces, se desprecia el poder real que tiene la oración. La oración con mucha fe, siempre es escuchada por Dios. Debemos pedir al Señor, entonces, que nos de las herramientas para ordenar la vida, y hacer Su Voluntad. El Señor nos puede llevar por caminos muy desconocidos, y que pueden ser un tanto confusos a primera vista, pero, pese a ello, debemos mantenernos firmes en la Fe, y saber que Dios nos Ama infinitamente, y que por ello, nos invita a seguir su camino, su plan de amor y plenitud.
La Vocación Sacerdotal en los jóvenes
Para comenzar este nuevo artículo de la secuencia, quiero dejar en claro lo siguiente: El artículo anterior (La Figura del Sacerdote [III]), contenía un video realizado por los legionarios de Cristo. Este video contenía las diversas razones de la vocación de aquellos muchachos. Pese a que muchas de éstas razónes no tenían mayor profundidad, algunas inducen mucho a la reflexión, y por ello he querido iniciar de esa forma.
Ahora bien, en este articulo, trataremos algo determinante en torno a la vocación.
Muchas veces los jóvenes tienen (tenemos) muy en cuenta el llamado que Dios les hace (nos hace). Sin embargo, muchos se dan cuenta de que hay diversos obstáculos que ponen en riesgo la opción por una vida consagrada a Dios. Entre ellos, están la familia, las amistades, los bienes materiales, entre otros aspectos que son importantes, cuando éstas instituciones no tienen una buena visión de la Iglesia.
Muchos jóvenes, ven en su familia un gran obstáculo. Al momento de seguir la vocación, no surgen preguntas como ¿Serviré para esto? o ¿Realmente seré capaz de cumplir bien?, sino que aparecen interrogantes más dedicadas al ámbito personal y social del individuo: ¿Qué dirán mis padres/hermanos/amigos?, ¿Qué pensará mi Padre, el que siempre critica a los sacerdotes, cuando le diga que quiero ser sacerdote?, ¿Qué pensarán mis hermanos, que siempre hablan mal de la Iglesia, cuando les diga que quiero seguir mi vocación sacerdotal?, ¿Qué dirán mis amigos de mi intención de ser sacerdote?, o aún más, ¿Qué dirá la gente que conozco acerca de mi vocación?…
Esto configura un miedo al ¿Qué dirán?. Y es necesario saber que hacer en estas situaciones.
Muchas veces los padres se cierran, y no escuchan las razones, con el pretexto de saber lo que es adecuado para sus hijos. Más aún, procuran, quizás con buena intención, de desanimar a sus hijos de su vocación, y, en su gran mayoría, lo logran, frustrando el plan de Dios.

Desde una perspectiva completamente diferente, muchos jóvenes tienen miedo a cosas propias del quehacer sacerdotal. Algunos ejemplos de ello son el tema económico, el tema alimenticio, el tema social, el tema cultural, entre otros. Cosas de ésta índole, como por ejemplo, de no disponer del suficiente dinero para comprar materiales y libros de estudio y oración (el Oficio Divino, cuadernos de estudio, etc.), asi como para financiar materiales de aseo personal; el problema de que no nos gusta uno u otro alimento, o que tengamos algúna resistencia o alergia a ellos; el miedo a ser mirados como «Santas Palomas»; el miedo a no tener la suficiente cultura y «sofisticación» para poder desenvolverse en el medio completamente religioso; e incluso, el miedo a fallar en torno al tema de castidad. Estos y muchos otros son interrogantes actuales de los jóvenes que vislumbran, aunque sea muy a lo lejos, su vocación al Sacerdocio. Estos problemas, si bien no son tan fundamentales, afectan de algún modo la plena disposición a servir a Dios como sacerdotes.

El Papa Benedicto XVI nos ha dicho que es necesario «Recomenzar en el Señor». Esto, lo debemos hacer siempre, pues es la única manera se hacer su Divina Voluntad. Debemos pedir al Señor la gracia de discernir adecuadamente, y la valentía y fortaleza en la fe para dejar familia, amigos, y todo lo que tenemos por servir a Dios. San Josémaría Escrivá dice, en una de sus obras, «Vale la Pena». Es algo que vale la pena hacer, pues, como el Señor nos ha dicho, la recompensa será grande en los Cielos . La Iglesia, hoy más que nunca, necesita de Santos Sacerdotes, dispuestos a entregarlo todo por Dios, y por la Santa Madre Iglesia.
Por otro lado, podemos ver frecuentemente que los jóvenes que han encontrado que su vocación no es al sacerdocio, se alejan de la Iglesia, e incluso llegan a renegar lo que han sido. En estos casos, estamos ante la presencia de personas que no se han aferrado a la Fe, la cual nos hace posible transitar por los Insondables Caminos de Dios. Por ello, es necesario, antes de plantearse la opción vocacional frontalmente, el acrecentar y madurar en la Fe, para que sea la herramienta fundamental. Antes que nada, está la Vocación del Bautizado, que nos invita a la Fe en Dios. Posteriormente, esta Sagrada Vocación al Servicio de la Santa Iglesia, que viene a poner en plenitud la vocación cristiana primitiva.
Finalmente, hago la pregunta más importante del discernimiento: ¿Estás dispuesto a seguir el camino del Señor, ayudado de su Gracia, y de la mano de la Fe, sin importar cual sea el camino?
La respuesta a esta interrogante, no solo indicará tu grado de madurez en la Fe, sino que mostrará tu disposición a hacer la voluntad del Señor, que es fundamental para iniciar el recorrido por los Insondables Caminos del Señor.
In Christo +
MARCVM
Sigo con atencion sus reflexiones acerca de la vocacion. Hay un tema que Ud. señala al final, y creo que es crucial: quien se plantea la vocacion sacerdotal o religiosa, debe primero afirmarse en la fe y en la vida espiritual. Quien entra a la vida religiosa o sacerdotal debe primero cultivar una muy honda espiritualidad, tener director espiritual, confesion y comunion frecuente, y debe estar probado en las mas comunes formas de espiritualidad. Da pena ver a consagrados que luego muestran una vida espiritual pobre, deficiente, o volatil.
Obviamente, cuando un joven es bien formado por otro sacerdote, y me refiero a bien probado, luego el candidato no puede terminar en un semianrio modernista, laxo, y destruido por el liberalismo mundano. Esos seminarios destruyen todo lo construido, y arruinan el alma con muy serios riezgos para la salvacion del alma del candidato.
Hace falta sacerdotes santos qur formen santamente a los candidatos, y hace falta buenos y excelentes seminarios tambien!