Navidad (II)

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Hay un Cuento de Navidad chulo. Se titula «Rastro de Dios». Lo escribió Montserrat del Amo. Te lo cuento. En la Creación, Dios hace desfilar a los ángeles, y les adjudica sus tareas. – A los grandes arcángeles, les encomienda misiones importantes. – A san Miguel, «Quién como Dios», le manda ser príncipe de los ángeles del cielo. – A san Rafael, «Medicina de Dios», le manda dedicarse a cuidar de Tobías, y de todos los viajeros. – A cada ángel de la guarda, le encarga ser guardián y custodio de un hombre al que tiene que cuidar. – Pero al Ángel más pequeño, “Rastro de Dios”, sólo le dice que se ocupe de cuidar la estrella más grande. Y a partir de ese momento, todos se olvidan de él: pasa a un segundo plano. Se queda colgado, esperando. – Y suceden mil hitos en la historia, donde cada ángel cumple su gran misión. El angelito, desde su rincón, ve cómo Eva, tras comer la manzana, es expulsada por un ángel del Paraíso con Adán. Luego, otro ángel le para a Abrahám su mano y su puñal, cuando está a punto de sacrificar a su propio hijo, Isaac. Más adelante, le ve a otro Ángel pelear una noche entera con Jacob, que le vence, y se cambia su nombre por Israel, que significa «Lucha con Dios». Otro ángel guía a Moisés y al pueblo elegido por Sinaí, durante el éxodo desde Egipto. Otro ángel cierra la boca a los leones, para que no devoren a Daniel en el pozo en Babilonia. – Por fin, ve al Arcángel san Gabriel, «Mensajero de Dios», como transmite el recado de Dios a Zacarías, revelándole que va a ser padre de san Juan Bautista, yendo después a comunicarle a la Virgen que va a ser Madre de Jesús. – Otro ángel se lo revela una noche en sueños a san José también. Y mientras tanto, sentado e inmóvil, el ángel más pequeñito, «Rastro de Dios», ignorado, sigue sujetando la estrella más grande: la estrella de David, el rey y profeta antepasado de Jesús. Pero nadie le llama al pobre angelito, y ni se mueve siquiera. Triste. Solo. Colgado. Aburrido. Pese a todo, él sigue siempre fiel a la misión que Dios le había encargado, desde el día del Bing Bang: guardar la estrella. En éstas, un mes antes de noche buena, Dios le llama al angelito, y le pide que guíe con su estrella a los Reyes Magos, hasta el portal de Belén. Los conduce todo su viaje, desde el lejano oriente, hasta la cueva del portal. El angelito llega allí y se queda quieto, justo encima del Nacimiento, iluminando con su estrella en la noche, la historia más bonita, el mensaje más importante, y la misión más relevante de toda la historia: que nace Dios. Logra así con su gesto señalarnos a los hombres nuestro auténtico camino, el sendero que nos abre el cielo, el “Rastro de Dios”: que cumplamos en la creación nuestro papel, ese cometido pequeñito y escondido, pero único e irreemplazable, sólo nuestro, imprescindible para que el mundo funcione, que es la tareíta simple y humilde que Dios nos ha encargado cumplir a cada uno, y que nos asegura la felicidad. Fin. The end. Happy Chirstmas. ¡Feliz Navidad!

Comentarios
0 comentarios en “Navidad (II)
  1. Que pena, con lo del Bing Bang la pobre señora sin darse cuenta aniquilo el cuento.

    La Biblia nos dice , que Dios creo el mundo, que es en lo que creemos los catolicos.
    O es que la nueva traduccion modernista ha cambiado el nombre de Dios por el de Bing Bang de los cierntificos?

    Increible, en un cuento que habla de la Navidad el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo Hijo de Dios, si, DIOS, UNO Y TRINO

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