¿Cambiar = Progresar?

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progreso¡Progresemos, adelantemos, crezcamos, avancemos…! Nos movemos mucho, sí, pero… ¿a dónde vamos?

 “Las ideas, tanto verdaderas como falsas, suelen ser las causas eficaces del cambio social. Así sucede con la idea de ‘progreso’: pensar que la civilización se ha movido, se mueve y se moverá en una dirección positiva. Nadie puede demostrar científicamente que el control de la natalidad, la política intervencionista o la bomba atómica nos hagan progresar en una dirección adecuada”. (Sidney B. Fay: ‘The Idea of Progress’)

Progresar, es vivir. No avanzar, es sucumbir. “Camarón que no brega, se lo lleva la corriente”. Nuestra Cultura Occidental, es la historia de la gran cultura del progreso. ¿Debemos mejorar? Sí, siempre. ¿Debemos creernos perfectos y despreciar por eso, con jactancia, a las demás civilizaciones ‘subdesarrolladas’? ¡Nunca! ¡Nos falta mucho aún!

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Hay un Mito: pensar que “el progreso es imparable”. Los auto llamados ‘progresistas’ -o ‘progres’-, hacen creer ciegamente que toda ‘transformación’ significa necesariamente un ‘avance’ positivo. Para ellos, ‘cambiar’ lleva siempre a conseguir un ‘progreso’ y una ‘mejora’ incuestionables.

Esa “fe ciega en el progreso” nace en la Ilustración del siglo XVIII: el siglo de las luces. Se enfrenta al ‘oscurantismo’ precedente. Ese fenómeno histórico, ideológico, cultural, económico y político, culmina hoy en la “cultura del progreso”. Según ella, todo avance es bueno, cualquier cambio nos mejora, pues todo lo anterior es necesariamente malo, por arcaico y anticuado; hay que superarlo, porque es antiguo… ¿Motivo para despreciarlo? ¡Sólo por que se ha hecho ‘antes’! ¿Y los vinos de gran reserva? ¿Qué?

Para ellos, toda la sociedad humana ha experimentado hasta el presente, una evolución maravillosa, siempre positiva, y seguirá haciéndolo en el futuro. Su paradigma es la Ciencia, el mito del cientificismo, que cambia la religión por el culto al progreso.

“El mito del progreso afirma que la civilización se ha movido, se mueve y se moverá en una dirección deseable. El progreso es inevitable… Filósofos, hombres de ciencia y políticos han aceptado la idea de la inevitabilidad del progreso”. La ciencia es el ‘dios’ que nos salvará. “Science has become god. The myth of progress states that civilization has moved, is moving, and will move in a desirable direction. Progress is inevitable”.

Eso supone olvidar que existe el mal, que no todos buscan mejorar, que no todo cambio es siempre bueno. “The myth in its origin coincides with the gradual decline in the christian belief in heaven and hell. To obtain freedom man must recognize and accept his own unconscious aggressive impulses”. M. D. Eder: ‘The Myth of Progress’

Afirma Goethe: “El que no sepa dar cuenta, de al menos tres mil años, está condenado a la miopía del día a día”. ¿Y qué son sólo tres mil años, dentro de los 600.000 de historia del Homo Sapiens? En los últimos doscientos cincuenta años, la revolución industrial y el mito del progreso, con las guerras mundiales, las bombas atómicas, la contaminación, el hundimiento moral, el desastre actual humano familiar y social, los irreparables daños ecológicos, la aniquilación de pueblos enteros (tártaros, armenios) nos han llevado a este arrogante y empecinado género humano al umbral del suicidio universal.

“La idea del “desarrollo sostenible” por ejemplo, además de ingenua políticamente -e inviable e insostenible-, casi tanto como económicamente deseable, es profundamente peligrosa para la supervivencia humana, pues como las buenas intenciones del proverbio, conduce directamente al pavimentado camino del infierno”.Hornedo, 2008.

Para Iggers (1965), el gran fracaso de los profetas del progreso se debe a subestimar el alcance destructivo del hombre, que además de racional es también irracional, y puede y sabe actuar mal… siguiendo la moral que guíe su comportamiento, que es ‘humano’, y por tanto, imperfecto y falible.

Saber qué es bueno, no implica necesariamente hacerlo. Sobran ejemplos en la historia de ‘progres’ que han sido asesinos de millones de personas: Hitler con judíos, Estado turco y genocidio armenio, Mao con su ‘gran salto adelante’, Stalin con los gulags… ¡También hay equivocaciones y retrocesos, errores y fallos, que si no los rectificamos, volveremos a repetirlos!

«Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla«. Marco Tulio Cicerón.

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