Leyendo esta semana el libro de Omar Bello «El Verdadero Francico», conocido como «el filósofo que mejor conoce a Bergoglio», me topé con una anécdota que me recordó a Mario Palmaro. Dice así:
-¡Hay que echarlo ya!- reclamó Bergoglio levantando la voz. las paredes temblaron. -¡Ni un día más puede estar acá este tipo!¿Entendieron?»
Se referia a un empleado de la Curia que se le había metido entre ceja y ceja.
-¡Me lo echa enseguida!¿Entendido?
-Pero va a querer hablar con usted…- replicó uno de los ecónomos.
-Dije que lo eche ya. ¿en qué idioma hablo?
-Está bien, Monseñor, lo echamos enseguida…
Ya echado, el empleado en cuestión pidió una cita con el Cardenal y se le concedió enseguida, sin hacer preguntas.
-Pero yo no sabía nada hijo, me sorprendés…- aseguró el Cardenal Bergoglio cuando el «echado» le narró sus cuitas.
-¿Por qué te echaron? ¿Quién fue?
El hombre salió de las oficinas cardenalicias sin trabajo pero con un auto cero kilómetro de regalo, convencido de que Bergoglio era un santo empujado por circunstancias ajenas a su control, rodeado de una caterva de asistentes maliciosos. La historia de ese despido es repetida hasta por los empleados de seguridad de la curia porteña.
Seria interesante saber más historias del Cardenal Bergoglio para conocer su personalidad.
¿Y quién se fía de ese Omar Bello?
¡Vaya libro que ha escrito! (que yo lo he leído) Está plagado de subjetivismo y cotilleos… Parece prensa amarilla…
¿Es eso un gran autor?